jueves, 15 de septiembre de 2011

Las "ramadas" de Lambayeque.

Las ramadas de Lambayeque

Dada la dispersión en que se encontraba la población indígena, desde los primeros años de la conquista y del gobierno de Francisco Pizarro, diseminada en sus ayllus, poblados, rancherías, parcialidades o comunidades nativas tradicionales, la Corona  española recomendó la fundación de pueblos para indios. Pocos años después se dictaron las Cédulas de 1551, 1560 y 15 de febrero de 1561, en las que se ordenaba a los virreyes levantasen pueblos con el fin de que los naturales no viviesen divididos y separados por las sierras y montes privándose de todo beneficio espiritual y temporal. De esta manera se buscaba facilitar el proceso de evangelización, el control de la población y la recaudación de impuestos. Para la Corona española, la reducción de los indígenas a pueblos era absolutamente necesaria para convertirlos al cristianismo, es decir, para darles una nueva identidad sociocultural.
    
El primer Concilio Límense en 1551, el segundo Concilio Límense (1567 – 1568), presididos por Jerónimo de Loayza, primer Arzobispo que tuvo la Ciudad de los reyes y el tercer Concilio Límense (1582 – 1583) presidido por Santo Toribio de Mogrovejo, son muy enfáticos en lo que respecta a la evangelización de los naturales, apuntando en forma directa a la total destrucción de la religión andina; aunque es bien sabido que los nativos hicieron uso de todos los medios y recursos a su alcance para mantener, en muchos casos inalterables, sus creencias ancestrales o tradicionales.
    
Aunque hasta nuestros días se desconozca la fecha en que fuera fundado el pueblo de indios de San Pedro de Lambayeque, no cabe duda esta se verifico a mediados del siglo XVI, y es a partir de finales de este siglo en que se comienza a tener noticias, aunque vagas, de la existencia de las primeras capillas doctrinales o ramadas en Lambayeque.
    
Las Ramadas de Lambayeque
    
Al costado izquierdo del acceso principal a la Iglesia San Pedro de Lambayeque, formando, diríamos, una calle lateral a esta, se ubican, sucesivamente, las primitivas capillas doctrinales o ramadas de Lambayeque. Vetustas doctrinas, mudos testigos del proceso vital, del desarrollo urbano-hispano de esta generosa y benemérita ciudad.
    
Por lo original de su distribución, dispuestas una contigua de la otra y con las fachadas orientadas al frente, las cuatro ramadas con que, en su momento, contó el pueblo de Lambayeque, se constituyen en el único conjunto arquitectónico religioso con estas particulares características en la América colonial andina. La arquitecta boliviana Teresa Gisbert anota: “…Lambayeque es el ejemplo más curioso en cuanto agrupamiento de diversas iglesias sobre el mismo ámbito”.
    
Bajo la atenta conducción de “alarifes” españoles, las ramadas fueron enteramente construidas por indios mitallos, enrolados para tal fin de las diferentes parcialidades que conformaron el arcaico cacicazgo de Ñanpagic, reducidas o agrupadas en el emplazamiento que actualmente ocupa la ciudad de Lambayeque.
    
La denominación de “ramadas”, con que fueron bautizadas desde un principio por el “común de indios” de Lambayeque, se debió, tal vez, a lo precario de sus estructuras iniciales, a los pobres materiales de su primitiva construcción, en fin, a lo sencillo y modesto de su aspecto, pero en los que poco a poco y desde un primer momento se fueron conjugando los indispensables elementos autóctonos o nativos y los intrusos o europeos. Las ramadas recibieron el nombre específico de un Santo titular o patrón, así tenemos: ramada de Santa Catalina, San Roque, San Pedro, y Santa Lucía.
    
Entre el catecismo y la escuela    
    
En ellas se impartía la enseñanza de la doctrina cristiana y por ende la conversión de la masa nativa a la religión católica. El historiador Teodoro Hampe manifiesta: “no se descuido al menos oficialmente la educación de los súbditos nativos. Hubo orden de que en todas las reducciones existiese un centro de adoctrinamiento o instrucción elemental que debería estar bajo la responsabilidad de los propios curas evangelizadores”. En una carta enviada por el Virrey Francisco de Toledo al monarca español en 1570, las denomina “escuelas de doctrina y de leer”, y esto último, porque como hemos visto líneas arriba, los curas de doctrina enseñaban también a los indios el estudio y aprendizaje de las primeras letras.

Ramada de Santa Catalina
La vida en la doctrina giraba en torno a dos actividades fundamentales: la escuela de los muchachos y la catequesis, llamada también “doctrina”, destinada a todos, pequeños y grandes. La doctrina fue el espacio que contribuyó de forma definitiva a la transformación del infiel, del “bárbaro” e “idólatra” en un buen cristiano fiel a Dios y a su Iglesia.
    
Los días de enseñanza en la doctrina eran los miércoles, viernes, domingos y días festivos para los adultos, durante una hora. Las niñas hasta los doce años, debían concurrir todos los días al catecismo, pasada esa edad, sí lo sabían suficientemente, bastaba con que asistieran los mismos días que los adultos. Los niños, en cambio, pasaban todo el día con el doctrinero, hasta la caída del sol, entre el catecismo y la escuela, donde aprendían principalmente a leer, escribir, entender y hablar la lengua española.
    
En fin en la doctrina el indígena aprendía y adoptaba los fundamentos doctrinales de los católicos, sus prácticas religiosas y sus hábitos morales. En torno a ella se organizó la vida social de la masa aborigen, aunque, claro esta, en las formas permitidas por el régimen colonial y que se daban principalmente en torno a la vida religiosa: cofradías, hermandades, etc.
    
En torno a la fecha de sus fábricas
    
El historiador Dr. Jorge Zevallos Quiñones manifiesta: que antes de terminar el siglo XVI, “…la población de Lambayeque había crecido tanto que se hizo necesaria la creación de una doble, luego cuádruple, parroquia cural para atenderla”. Lo que significaría que contra todo pronostico, dadas las precarias condiciones demográficas de aquella época, el pueblo indígena de Lambayeque se pobló y consolidó rápidamente poco después de establecido.
    
En su libro “Boceto Histórico de la Iglesia San Pedro de Lambayeque”, aparecido en 1935, el fraile dominico Ángel Menéndez Rua, autor del mismo, nos dice: que las ramadas o doctrinas de San Roque, San Pedro y Santa Lucía, fueron, según su criterio, las tres primeras parroquias del pueblo de Lambayeque, seguidamente anota: que en los primeros años del siglo XVII y poco antes de la fecha en que dejara de existir el Arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo, esto es el 23 de mayo de 1606, “ha debido tener la construcción de la cuarta Iglesia denominada de igual modo que las anteriores, Ramada de Santa Catalina”.
    
Conforme a las leyes canónicas los Obispos debían visitar, durante su periodo administrativo, al menos una vez el territorio de su diócesis. En los años de 1586 y 1593, Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, realizó en persona, tres visitas pastorales a la jurisdicción de diócesis. Se conoce de su paso por nuestra región en 1590, pero no se encuentran datos referentes al pueblo de San Pedro de Lambayeque.
Ramada de San Roque
Para Menéndez Rua, la primera noticia de la existencia de lo que él sostiene fueron las tres primeras ramadas de Lambayeque, lo constituye la Relación de la segunda visita pastoral practicada por el Santo Arzobispo en 1593, que dicho sea de paso es la única que se conserva, al consignar en ella que el pueblo de Lambayeque tenía en el citado año “tres curas propios”, lo que no significa, acota el fraile dominico, “tres sacerdotes, sino tres párrocos o curas en propiedad”, ó lo que es lo mismo, prosigue: “tres parroquias debidamente organizadas, formadas y con gran número de neófitos”. En el mismo instrumento se da los nombres de los tres curas doctrineros así tenemos: “… el beneficiado Roque de Cejuela, vicario de ella examinador de la lengua mochica que se habla en estos valles”, así mismo los curas Francisco Sánchez y Diego Alonso de Miranda “ambos buenas lenguas, clérigos presbíteros”. Lo que quiere decir, agrega Menéndez Rua, que “Lambayeque ya era adulta en la vida religiosa, en la vida Cristiana el año de 1593”, puesto que contaba con tres ramadas o doctrinas “abiertas al culto y la enseñanza”; lamentablemente en esta visita no se dan los nombres de las ramadas existentes hasta aquella fecha.
    
Seis años después, en 1599, el Licenciado Martínez, visitador del Arzobispado, practicó, en calidad de comisionado, la tercera visita pastoral a nuestra región, cumpliendo con el cronograma preestablecido por el Arzobispo Toribio Alfonso de Mogrovejo. En su Relación anota que el pueblo de Lambayeque contaba con tres curas propios en ese año, nos da sus nombres y el número de indios distribuidos en cada una de sus respectivas ramadas. En esta visita tampoco se denominan a las ramadas por su nombre, pero sin embargo se da por comprobada las demarcaciones parroquiales, no por jurisdicción  sino por personas.

El 30 de abril de 1802, el Arzobispo Toribio de Mogrovejo, envió una Relación al Rey de España, en la que se insertaban los nombres de los clérigos de doctrina bajo su tutela, y entre ellas una que a la letra dice: "...la doctrina de Lambayeque tiene cuatro curas: el P. Sanabria con representación de S. M., el P. Roque Cejuela, el P. Francisco Sanchez; el P. Ternero están con representación del Virrey" (Monografía de la Diócesis de Trujillo. Imprenta Diocesana. Trujillo. 1930). Para Menéndez Rúa, el que Lambayeque cuente con un cura con representación del Rey, nos dice de la importancia que le daban al curato de Lambayeque el Cabildo Metropolitano y el Consejo de Indias. "Toda Vez que los equiparaba con las grandes prevendas". Los otros curas de doctrina eran de ordenes menores, "pues los proveía el Virrey". Menéndez Rúa concluye manifestando: "...en todo lo que llamamos Departamento de Lambayeque no figura otra representación Real".

Ahora bien, si sabemos que una doctrina o parroquia era atendida por un cura doctrinero, que era un clérigo o miembro de orden religiosa, entonces para el año de 1602, el pueblo de indios de San Pedro de Lambayeque, contaba con cuatro ramadas, con varias parcialidades o comunidades nativas anexas a ellas.

Ramada de San Pedro
 El Cosmógrafo Mayor del Virreinato del Perú, Dr. Francisco Antonio Cosme Bueno y Alegre, en su "Colección geográfica e histórica de los arzobispados y obispados del Reyno del Perú, con las descripciones de las provincias de su jurisdicción". Lima : s.n., 1759-1776), consigna que en 1764, la provincia de Saña, cuya capital politica y administrativa era ya el antiguo partido de Lambayeque, tenia: "...veinte curatos", y más adelante agrega: "...los números, 9, 10, 11, y 12, corresponden a Lambayeque, en la suntuosa Iglesia de d(i)cho pueblo, con distinción de feligreses que adoctrinados por sus respectivos curas sin confusión, a buen establecido orden en quatro Ramadas al lado de la Catedral que se denominan de Santa Lucia, Santa Catalina, San Pedro y San Roque". Tal vez sea esta crónica dieciochesca, la primera en mencionar con sus respectivos nombres, aunque sin ningún orden, a las ramadas de Lambayeque.

José Ignacio de Lecuanda, contador de la Real Aduana de Lima, en su "Descripción del Partido de Saña o Lambayeque", de septiembre de 1793, escribe lacónicamente: "...Tiene Lambayeque quatro curas en sus parroquias, á que llaman sus naturales Ramadas".

A partir del año de 1826, aparecen unidas las ramadas de San Pedro (Hoy Capilla de San Francisco de Asís) y Santa Catalina, y después de 1830, las de San Pedro y Santa Lucía, por la destrucción y ruina que le ocacionaron a esta última los copiosos aguaceros del verano de 1828. Don Manuel Orbegozo se titula desde 1863, como cura propio de la ciudad de Lambayeque, lo que significa que las cuatro ramadas originales se encontraban, para esa fecha, reducidas a una, en la Iglesia Matriz de San Pedro.
    
    

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