miércoles, 5 de agosto de 2020

196 ANIVERSARIO DE LA GLORIOSA BATALLA DE JUNÍN. ANTESALA DE LA LIBERTAD


Batalla de Junín. La carga victoriosa

Los dos Escuadrones de Caballería de la “Legión Peruana de la Guardia” creada por Decreto Protectoral del general argentino José de San Martín y Matorras, el 18 de agosto de 1821, bajo el comando del mariscal de campo José Bernardo Tagle, Marqués de Torre Tagle, fueron el origen del actual Regimiento de Caballería «Glorioso Húsares de Junín» N° 1 - Libertador del Perú.

Debemos recordar que “La Legión Peruana de la Guardia” estaba compuesta por un batallón de infantería, de seis compañías (una de granaderos, una de cazadores y cuatro de fusileros), dos escuadrones de caballería ligera y una compañía de artillería volante,

Estos dos escuadrones de caballería, que en un principio estuvieron bajo las órdenes del mayor argentino Eugenio Mariano Necochea Saraza, fueron fundados sobre la base del “Escuadrón de Húsares de la Escolta” - antes llamado Escuadrón del Regimiento “Cazadores a Caballo de los Andes”, compuesto por soldados argentinos - creado en enero de 1821, bajo las órdenes del capitán, de nacionalidad francesa, Pedro Benigno Raulet.

Eugenio Mariano Necochea Saraza

En octubre de 1822, se modifico la organización interna de la Legión: “el batallón de Infantería sirvió de base a un Regimiento de dos batallones, llamado “Legión Peruana”; y los dos escuadrones de caballería se convirtieron en un regimiento de esa arma con cuatro escuadrones; el cuarto de estos escuadrones sirvió de base para formar el Regimiento de “Coraceros”, el mismo que adoptó el nombre de “Húsares del Perú”, a inicios de 1824”.

El historiador y periodista peruano Juan José Vega Bello, decía que este regimiento, que en sus inicios estuvo conformado por jinetes peruanos y argentinos, se llamaba “Coraceros”, pero una vez que fuera incrementado con los escuadrones organizados en Lambayeque  (Chiclayo, Ferreñafe y San Pedro), La Libertad y Piura devino en llamarse “Coraceros de Lambayeque”, desde ese momento su personal sería exclusivamente peruano, y básicamente de tez morena. El “Cuarto Escuadrón de Húsares de la Legión Peruana de la Guardia” estuvo bajo el mando del general tarapaqueño Antonio Gutiérrez de la Fuente y del entonces mayor Ramón Castilla y Marquesado, también oriundo de San Lorenzo de Tarapacá.

General Antonio Gutierrez de la Fuente

El “Cuarto Escudrón de Húsares de la Legión Peruana de la Guardia” se creó en Lambayeque.      

A escasos días de haberse producido la histórica batalla de Pichincha, el 24 de mayo de 1822, para ser más exactos: el 2 de junio de 1822, el sargento mayor de caballería del Ejército Libertador don Eufemio Aramburú, de nacionalidad argentina, fue comisionado para formar en Lambayeque: el “Cuarto Escuadrón de Húsares de la Legión Peruana de la Guardia”. El citado Escuadrón se compondría, a su vez, de dos compañías de lanceros de 150 plazas cada uno.

Para cumplir con esta misión, Aramburú, había arribado a Lambayeque, vía el puerto de Pacasmayo, acompañado de un Cuadro de oficiales y su “correspondiente base de veteranos” de esa arma. El Cuadro, en su momento, se encontraba conformado, incluyendo a Aramburú, de los siguientes efectivos: un Alférez, un Húsar, un Cabo y veinticuatro Húsares veteranos. En total 28 personas.

Uniforme de un Húsar de la Guardía

En un oficio enviado el 22 de junio de 1822, por el coronel uruguayo Enrique Santiago del Carmen Martínez Dizido, presidente y comandante general del Departamento de Trujillo, al coronel argentino Nicasio Ramallo - a la sazón, gobernador político y militar de Lambayeque - le manifestaba tomara muy en cuenta: “que era importantísimo el que en el menor tiempo posible se ponga este cuerpo en estado de expedicionar" (sic) (Archivo Regional de Lambayeque (ARL). Comandancia Militar (CM) 1821 - 1822). Para esto, el presidente del departamento, le pedía se adoptasen: “cuantas medidas sean conducentes a fin de remover todo impedimento que sirva de demora a este fin” (Ibíd.).


Enrique Santiago del Carmen Martínez Dizido

Así mismo, Ramallo, quedaba plenamente autorizado: “para establecer empréstitos con la garantía de los fondos del Estado, admitir donativos y promover los arbitrios equitativos que proporcionen los útiles necesarios, y principalmente caballos".  (ARL. CM. 1822). Ramallo, podía dar cuenta de todo lo librado - en cuanto a los gastos indispensables del Cuadro de oficiales y veteranos - tanto en la receptoría de Lambayeque, a cargo de don Andrés de Irazábal, como en la Aduana de Pacasmayo, a cargo de don Pedro José Bracho: “en cuyos establecimientos hará se tome razón de esta orden” (Ibíd.).

En su oficio, el coronel Martínez Dizido concluía instando al gobernador con estas sugerentes palabras:

    “Proclame a ese benemérito vecindario y excite su patriotismo, para que con su opinión e influjo a este importante fin (sic) que tiene por objeto la seguridad pública”. (Ibíd.).

Días antes, el 18 de junio de ese año, el coronel Ramallo había oficiado al gobernador de Chiclayo, don Antonio Solís, para que inmediatamente consiguiera 70 mulas a efecto de destinarlas al Escuadrón de Húsares que se estaba formando en Lambayeque.

En su respuesta, Solís, le hace saber, al gobernador político y militar del partido, que solamente había podido colectar 50 mulas de los arrieros “existentes” en el pueblo de Chiclayo, por estar los demás “ausentes” y otros, como en el caso de Juan Manuel Soto, por haber presentado su “papel” de excepción otorgado por ese gobierno.

Las mulas estarían en Lambayeque “sin falta” el día 20 del corriente. Esta pequeña demora se debió a que Solís se había dirigido, el día anterior, “â los montes à traerles el Pasto” (sic) (ARL. CM. 1822 – 1823). Solís, finalizaba su nota, expresando que para dar fiel y total cumplimiento a lo solicitado “debera Ocurrirse al Pueblo de Eten” (sic) (Ibíd.).

En esa oportunidad, en un gesto patriótico que lo enaltece, el coronel de caballería de milicias disciplinadas de Ferreñafe don Baltazar Muro de Rojas, ofreció, de su peculio, un peso de gratificación a cada voluntario que se alistase en el “Cuarto Escuadrón de Usares de la Guardia” (sic), que se estaba formando en Lambayeque, bajo las órdenes del comandante Eufemio Aramburú.

Baltasar Muro de Rojas, fue hijo primogénito de don Juan Joaquín Muro de Rojas, natural de Villoslada, Castilla la Vieja (España), y de doña María Isabel de Rojas Caso. "Fue: Ayudante Mayor de Caballería. Defensor de Menores y del Juzgado de Bienes de Difuntos en 1792-94. Alcalde ordinario de Lambayeque, 1801. Coronel de Caballería. Administrador de correos en Lambayeque. Ministro Principal de las Cajas reales de Cuenca, en 1818. Gobernador político y militar de la provincia en 1823. Contrajo matrimonio hasta en tres oportunidades: en primeras nupcias, con doña Josefa Guzmán Cossío, sin sucesión; después, con su sobrina doña Juana Miera Polo, sin sucesión; y por último, con doña Mariana O’ Kelly, con sucesión”. (Zevallos Quiñones: 1946, T II: 74, 75). “Baltazar Muro de Rojas, inició sus acciones patrióticas a tempranas horas del 27 de diciembre del año 1820, presentándose en Lambayeque como Comandante de las Milicias de Caballería de Ferreñafe, teniendo a su cargo 491 hombres de la Tierra de la Doble Fe”. (Jorge Manuel Idrogo Muro). La memorable noche de ese día, el partido de Lambayeque proclamo, exitosamente, su independencia del opresor régimen español.

Por constituir un documento histórico, bien vale la pena trascribir, literalmente, la carta enviada por el coronel Baltazar Muro de Rojas al coronel Nicasio Ramallo, veamos:

       Lambayeque junio 30 de 1822.

       Siento el mayor placer al resolverme á cercenar desde hoy la ración de pan á mis siete menores hijos por concurrir al auxilio de la expedición que ba á construir la Libertad de mi Patria, bajo la conducta del hijo predilecto de la victoria que nos ha enviado el cielo, canzado ya de sufrir á los monstruos de la tiranía, y despotismo, que la han oprimido tres siglos.

       La adjunta libranza es inferior á mis deseos, pero no me permite por aora otra cosa mi fortuna. Estoy contribuyendo un peso de gratificación á cada voluntario que se presenta al servicio del Escuadron de Usares, que se esta levantando para la defensa del Estado, y no excusaré contribuir á ella h[as]ta el sacrificio de mi persona e hijos, con los cortos haberes de que subsisten si para salbarlo fuere necesario, porque para todo estoy decidido, sin exigir recompensa, ni reintrego de ninguna especie.

      Dignese VS. Aceptar mi pequeña ofrenda, y las consideraciones de su mas atento y seguro servidor. (sic).

                                                                                   Baltazar Muro. (Ibíd.)

Aparte de estos nobles y significativos aportes voluntarios, los cupos, la requisa de la plata labrada de las iglesias y la colectación de empréstitos forzosos se venían ejecutando con cierta regularidad en todo el partido. Una muestra de ello lo constituye la entrega, en calidad de empréstito forzoso de 134 pesos y 6 reales, a los que se sumarían los 4 pesos de don Pedro Arriola “de los dos semestres que no había enterado, y D. José María Arriola su hijo entrego igualmente doce reales de su pertenencia” (sic), total: más 5 pesos 4 reales. Según la nota enviada por el teniente gobernador de Pacora, don José María Rivadeneira, al coronel Ramallo (ARL. CM. 1822 – 1823).

Sin embargo, las bajas por deserción del "Escuadrón Húsares de la Guardia" se habían tornado inquietantes. Un claro ejemplo lo constituye la nota, fechada el 19 de septiembre de 1822, enviada por el citado comandante, al coronel Nicasio Ramallo, gobernador político y militar de Lambayeque, donde le informa de la deserción de 18 individuos de aquel Escuadrón “desde el veinte y cuatro de Agosto hasta esta fecha” (Ibíd.).

Esto nos da una idea en cuanto a que el reclutamiento de personal, para el servicio de las armas, no siempre estuvo a la altura de las circunstancias. La leva “forzosa” o la conscripción obligatoria de todos los hombres de 17 a 50 años de edad, sobre todo solteros, no siempre dieron los resultados deseados.

La leva “forzosa” que consistía en enviar al servicio de las armas a hombres marginales o “sin importancia”, que carecían de oficio conocido o “mal entretenidos”, mendigos, revoltosos, presos, desertores etc. dieron lugar, en muchos casos, a sendos abusos, donde se reclutaban hombres a la fuerza bajo el pretexto de faltas o delitos inexistentes, a veces aprovechando las horas nocturnas, ya sea en campos, suburbios, pulperías, haciendas, etc.

Esto se dio a todo lo largo de la campaña final de nuestra independencia del opresor régimen español. Pero esto también dio pie a que ciertas autoridades se hicieran de la vista gorda con el fin de proteger a individuos que reunían algunas de las “cualidades”, no tan santas, antes mencionadas.

Un claro ejemplo de esto lo constituye la queja que una autoridad de San Pedro de Lloc, don Marcos Ortega, le hace llegar, mediante una nota fechada el 28 de octubre de 1822, al coronel Ramallo, gobernador político y militar del partido de Lambayeque. En ella, Ortega, le manifiesta que el teniente gobernador de ese pueblo: “…disimula los mejores hombres para el servicio, por consideraciones de ser ellos de la misma población, y vecinos de los riquitos de la población, y solo pone la atención en aquellos casi inutiles para el sevicio y pobres huerfanos labradores habiendo en dha. poblacion y circuitos de ella tantos hombres bagos lleno de todos los bisios” (sic). (ARL. CM. 1822).

Eusebio Ortega, se quejaba de no haber cumplido con reclutar a esos hombres porque su accionar era limitado y no contaba con ningún auxilio. Esa era también una de las causas por la que se burlaban de él; como lo había hecho el alcalde de naturales de dicho pueblo don Eusebio Ulfe, que aparte de negarle los auxilios necesarios que, Ortega, le había solicitado con anticipación, había echado a la calle, “por autoridad propia”, a los mejores reclutas que se encontraban retenidos en la cárcel. Además el alcalde de naturales le había “rebatido” en público: que si no largaba a los que el mismo señalaba “los botaria á todos” (sic). Ortega, se lamentaba: “si verdaderamente lo egecuta se quedara echo por no tener yó como contenerlo” (sic) (Ibíd.).

De todo esto no se libraba ni el mismo alcalde de San Pedro de Lloc, don José Cayetano Vertiz, “ni todos los demás jueces” (Ibíd.). El citado alcalde, relata Ortega, franqueo “pasaporte á un recluta que lo tenia en deposito quitándolo a uno de los rregidores con el mayor escandalo en la Calle publica, asiendo poco caso de mi comicion sin atender a mis rrasones prudentes, injuriándome con palabras denigratorias” (sic) (Ibíd.). A raíz de todos estos vejámenes, Ortega, le solicitaba al gobernador político y militar del partido de Lambayeque, le enviara “caso de considerarlo justo” de cuatro a seis hombres “para de esta manera juntarme con siquiera treinta reclutas de los muchos bagos que estan metidos en las mismas casas de esta población, facultandome para todo bajo rresponsabilidad" (sic) (Ibíd.).       

El 22 de enero de 1823, se publicó un bando o aviso que se fijó en carteles públicos en toda la jurisdicción del partido de Lambayeque, amén de haberse pregonado, a viva voz, por las principales calles. El citado instrumento, emitido por el presidente de la intendencia de Trujillo el 16 de enero de ese mismo año, daba cuenta del "indulto" que se había practicado a los desertores del Ejército Libertador, con el fin de que retornaran a sus respectivos cuerpos.

A fines de febrero de 1823, el presidente de la intendencia de Trujillo hizo público otro bando, en el cual se prevenía que de los cuerpos cívicos o milicias disciplinadas de la ciudad de Lambayeque y su partido, se “organise uno” (sic) para que pase a Trujillo “al mando del oficial encargado”. Esto, con la finalidad de engrosar los cuerpos que en esa ciudad se encontraban.

En una nota enviada el 7 de abril de 1823, por el gobernador de Chiclayo, don José Antonio Solís, al gobernador político y militar del partido de Lambayeque, coronel Baltazar Muro de Rojas, le manifestaba que el problema para dar fiel cumplimiento con dicha orden: era el que los desertores del "exercito y escuadrón de la recluta de Usares” (sic) no se habían presentado a pesar del “indulto” que se les había concedido el 16 de enero de 1823. Para ese momento habían trascurrido dos meses de la publicación del bando, con lo cual ya había caducado o vencido la gracia, el perdón o la amnistía.

A raíz de esto, el presidente de la intendencia de Trujillo prorrogó dicho término por 15 días más. La orden se publicó por bando el 5 de abril de 1823 en Chiclayo, y fue dirigida, manifiesta Solís en su nota al coronel Baltazar Muro, “sin perdida de tiempo” (sic) al teniente gobernador de Monsefú para que “alli practicara la misma diligencia de publicación, hasiendo siguiera su destino a los demás Pueblos hasta el de San Pedro” (sic) (ARL. CM. 1823). Tanto Chiclayo como San Pedro de Lloc pertenecían, por aquel tiempo, al partido (provincia) de Lambayeque.

En la Gaceta de Gobierno del 12 de abril de 1823, consta que el coronel de caballería de Ferreñafe don Baltasar Muro de Rojas y el teniente coronel don Manuel Ojeda, proporcionaron, cada uno, cien pesos “para los que voluntariamente se alistasen en dicho cuerpo”, y que la dama lambayecana doña Catalina de Agüero López Vidaurre, costeó el estandarte de uno de estos escuadrones. Lo que no se precisa es si dicho estandarte era para el "Escuadron de Húsares de la Guardia", en plena formación, o para el Cuerpo que debía crearse, también en esta ciudad, con el fin de marchar a Trujillo. 

El 9 de agosto de 1823, el coronel Pedro Manrique daba cuenta de la “Razón de las Reclutas” que habían entregado los pueblos de Chiclayo, Monsefú, Olmos, Ferreñafe, etc., del partido de Lambayeque, y que habían caminado con destino a la ciudad de Trujillo, a engrosar las filas del Ejército Libertador. Son parte de los cientos de soldados lambayecanos que asistieron o regaron con su sangre los campos de batalla de Junín y Ayacucho. Son parte de aquellos miles de desconocidos compatriotas - campesinos, comuneros, indios, negros, mulatos, zambos, pardos, mestizos y criollos - que la historia oficial denomina “Héroes Anónimos”.


Bibliografía

Documentos

Archivo Regional de Lambayeque (ARL)

Comandancia Militar. 1821 - 1822

Comandancia Militar. 1822

Comandancia Militar. 1822 - 1823

martes, 28 de julio de 2020

LA PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ. LOS PREVIOS Y DECISIVOS DÍAS

Hipólito Unanue, José de la Riva Agüero y Toribio Rodríguez de Mendoza, suscribiendo el Acta de Independencia 

Hace 199 años el Perú nació como República independiente después de una larga, penosa y cruenta guerra civil. En esta entrega recordaremos, juntos, como fueron los días anteriores a la Jura de la Independencia en la ciudad de Lima, efectuada en horas de la mañana del sábado 28 de julio de 1821.  Fecha que la historia oficial ha señalado como Día Nacional.
   
DÍA VIERNES 5 DE JULIO DE 1821

El virrey del Perú José de la Serna, abandona la ciudad de Lima con rumbo a la sierra central. En el Callao solo queda una guarnición realista, acantonada en la Fortaleza del Real Felipe, a órdenes de José Domingo de la Mar y Cortázar. Destacado militar natural de Cuenca (Ecuador). Pasado a las filas patriotas fue elegido, por el Congreso de la República del Perú, presidente de del Perú en dos ocasiones (1822 - 1823 y 1827 - 1829). Tuvo destacada participación en la gloriosa batalla de Ayacucho. 

DÍA MARTES 9 DE JULIO

Las primeras tropas del Ejército libertador hacen su ingreso a la ciudad de Lima.

DÍA VIERNES 13 DE JULIO

En horas de la noche, de este día, el general José de San Martín y Matorras hace su ingreso a la capital.

El marino británico Basil Hall, que acompaño al ilustre argentino en su ingreso a Lima, describe este momento:

    "En vez de venir con  pompa oficial, como tenía derecho a hacerlo, esperó que obscureciese para entrar a caballo y sin escolta, acompañado por un simple ayudante. En realidad fue contrario a su intención primitiva de entrar a la ciudad ese día, pues estaba fatigado y deseaba ir tranquilamente a descansar en una quinta situada a legua y media de distancia para entrar la mañana siguiente al venir el día.
Había desmontado, en consecuencia, y apenas alojado en un rincón bendiciendo su estrella por estar alejado de los negocios, cuando entraron dos frailes que por uno u otro medio habían descubierto su retiro. Cada uno le dirigió un discurso que fue escuchado con su habitual bondad." (Extract from a journal written on the coast of Chile, Perú and México 1820-1822. Edimburgh, 1824).

SABADO 14 DE JULIO

El general José de San Martín, instalado ya en el antiguo Palacio de los virreyes, invitó al Ayuntamiento a jurar la Independencia. Dicho Ayuntamiento estaba presidido por el alcalde don Isidro de Cortázar y Abarca, noble marino español que ostentaba el título de V Conde de San Isidro.

DOMINGO 15 DE JULIO

Dando cumplimiento al pedido de San Martín, el alcalde del cabildo limeño convoco a los vecinos de la capital en cabildo abierto. “Sin embargo, no fueron citados todos los ciudadanos de Lima, sino solo los regidores perpetuos, los títulos de Castilla, los miembros de las órdenes militares, el cabildo eclesiástico y los titulares de familias distinguidas. El resto fue totalmente excluido, incluido el pueblo llano” (Acta de Independencia del Perú. Wilkipedia, la enciclopedia Libre).

Acta de la Independencia 

    "En la ciudad de Los Reyes, el quince de julio de mil ochocientos veintiuno. Reunidos en este Excmo. Ayuntamiento los señores que lo componen, con el Excmo. e Ilmo. Señor Arzobispo de esta santa Iglesia Metropolitana, prelados de los conventos religiosos, títulos de Castilla y varios vecinos de esta Capital, con el objeto de dar cumplimiento a lo prevenido en el oficio del Excmo. Señor General en jefe del ejercito Libertador del Perú, Don José de San Martín, el día de ayer, cuyo tenor se ha leído, he impuesto de su contenido reducido a que las personas de conocida probidad, luces y patriotismo que habita en esta Capital, expresen si la opinión general se halla decidida por la Independencia, cuyo voto le sirviese de norte al expresado Sr. General para proceder a la jura de ella. Todos los Srs. concurrentes, por sí y satisfechos, de la opinión de los habitantes de la Capital, dijeron: Que la voluntad general está decidida por la Independencia del Perú de la dominación Española y de cualquiera otra extranjera y que para que se proceda a la sanción por medio del correspondiente juramento, se conteste con copia certificada de esta acta al mismo Excmo. y firmaron los Srs.: El Conde de San Isidro- Bartolomé, Arzobispo de Lima, Francisco Javier de Zárate- El Conde de la Vega de Ren- El Conde de las Lagunas-Toribio Rodríguez-Javier de Luna Pizarro-José de la Riva Aguero-El marquez de Villa fuerte ..."

Pronunciada la capital por la independencia debía realizarse su proclamación con la solemnidad propia de la importancia de tan trascendental acto en la vida del país. Así lo entendieron el cabildo abierto, el general San Martín y el Ayuntamiento. De allí que en el acta del 15 de julio, anteriormente transcrita, se expresa: “que se proceda a su sanción por medio del correspondiente juramento”. El mismo día San Martín emite un oficio de respuesta al alcalde diciéndole: “que corone la obra disponiendo que a la mayor brevedad se proceda a hacer los preparativos para solemnizar el augusto acto… y que sea con la pompa y majestad correspondiente a la grandeza dl asunto y al decidido patriotismo de sus moradores”.

DÍA LUNES 16 DE JULIO

POR LA MAÑANA.

“La Gaceta del Gobierno de Lima Independiente”, el periódico de la ciudad, daba cuenta de los sucesos acaecidos el día domingo. Y, no obstante, haber participado la mayoría de los ciudadanos en los actos mencionados “todos” compraron el periódico para leer lo que se decía sobre la declaración de la independencia”. La Gaceta del Gobierno de Lima Independiente, decía: “la declaración pública de la voluntad popular le hizo advertir – a la ciudad de Lima – que entraba por primera vez en el ejercicio de los derechos de un Pueblo independiente y libre…”, el subrayado es nuestro.

En sesión realizada en este mismo día, el Ayuntamiento “para proceder a la jura de la independencia de la capital con el esplendor y lucimiento que exige un acto tan solemne, acordó comisionar al señor Conde de san isidro Alcalde de primer Voto, y a los señores regidores Conde de la Vega del Ren y doctor don Manuel Pérez de Tudela, esperando del celo y actividad de dichos señores que contribuyan a que se verifiquen aquéllos como corresponde a un acto tan deseado por todos los habitantes de esta capital y del que resultan a la América bienes de mayor consideración”.

Al mediodía hubo un bando por el cual se ordenaba que el vecindario iluminase profusamente sus casas a partir del día 17 hasta el 29 de julio.

Estando la harina muy escasa en la ciudad, el vicealmirante británico Lord Thomas Cochrane recibió órdenes del generalísimo San Martín para que desembarcara en Chorrillos 200 fanegas de trigo del navío “San Martín”, surto en esta bahía.
Realizado el desembarco, la nave se desfondó y se fue a pique, debido al sobrepeso soportado, que consistía en el botín tomado por el general, de nacionalidad británica, Guillermo Miller, en sus maniobras en Arica y Pisco.

POR LA TARDE

El campamento del ejército patriota en La Legua, se convirtió en lugar obligado de paseo por el pueblo limeño que no se cansaba de contemplar y “admirar a los bizarros soldados de San Martín. Hubo otros grupos que se dirigieron a Chorrillos a ver los restos de la nave de Cochrane que se había hundido”. Todo era una fiesta, más aún con la provisión de harina que ya se hallaba en camino a Lima.

DÍA MARTES 17 DE JULIO

POR LA MAÑANA

A tambor batiente se anunció que permanecería todavía abierta en todas las salas capitulares de la ciudad el Acta de la Independencia y que podrían suscribirla quienes aún no lo habían hecho.

Esa misma mañana, el Cabildo invitó a Lord Cochrane para que visitara la ciudad, ya que había permanecido en Chorrillos.

POR LA TARDE

A las 5 de la tarde, Lord Cochrane hace su entrada a la capital por la Portada de Guadalupe. Despreció así el carruaje que le envió el Marqués de Montemira don Pedro José de Zárate y Navia Bolaño. Una copiosa comitiva lo acompañaba, en medio de los vítores y aplausos de la multitud, congregada a lo largo del trayecto para darle la bienvenida.

Lord Cochrane llego a palacio a las 6 de la tarde y la recepción y saludos que se le tributaron se extendió hasta “crecida la noche”. El general San Martín, que no estaba en muy buenas relaciones con el almirante, se había retirado a su campamento. La “comidilla”, como es de suponer, fue el evidente distanciamiento entre el ilustre argentino y el jefe de la escuadra patriota.

Lord Thomas Cochrane

DÍA MIÉRCOLES 18 DE JULIO

POR LA MAÑANA

El Arzobispo de Lima, Bartolomé María de las Heras, se trasladó a La Legua, con el fin de presentar sus saludos al general San Martín.

En este mismo día, San Martín, emite un Bando por el que se ordena se quitara todo emblema español que hubiese en los edificios de la ciudad, aunque ya el pueblo se había anticipado en cumplirlo.

En este mismo día también, San Martín envía, con uno de sus fieles ayudantes, el diseño del estandarte con que se debería jurar la Independencia, a la Comisión encargada de los preparativos.

Quedó organizada también una Guardia Cívica, con el fin de sustituir a los efectivos del Regimiento español “Concordia”. El flamante cuerpo fue puesto a órdenes del Marqués de Torre Tagle, a que le otorgaron el grado de coronel.

Confección del Estandarte de la Patria

El conde la Vega del Ren, don José Matías Pascual Vázquez de Acuña Menacho y Ribera, en ejercicio del acuerdo del Ayuntamiento, dictó las órdenes pertinentes para que se proceda a la hechura del estandarte que debía presentarse públicamente en la ceremonia de la proclamación y que debía conducirlo él mismo. Estandarte de la Patria que expondría el Cabildo en reemplazo del estandarte o pendón real. Con ese objeto contrató los servicios de diversos industriales de reputada competencia, corriendo cada uno de ellos con la parte de la obra que le correspondía verificar en relación con su oficio y habilidad, como don José Arellano, don Manuel Ramírez, don Pedro Alvarado y don Agustín Larrea.

Las dimensiones y material del estandarte, sus colores y disposición, así como los atributos, colores y forma de escudo,, fueron puestos oficialmente en conocimiento del cabildo, mediante oficio emitido por el general San Martín, al que acompañó un diseño del emblema. Debemos recordar que la Bandera del Perú fue creada el 21 de octubre de 1820, por Decreto emitido por el propio San Martín.

Don José de Arellano realizó la obra principal del estandarte que era de dos caras como el pendón real y como correspondía a su carácter. En las escarapelas y en la confección del emblema empleó 23 varas de sarga de seda, roja y blanca según los campos, que importaron 80 pesos y 4 reales; una vara de choleta para reforzar, principalmente, el lado del estandarte por el que iba sujeto al asta, que costó 6 reales, y 2 varas y tercia de tafetán rojo pra labandera del portaestandarte, que costaron 2 pesos y 3reales; y cobró 12 pesos por la mano de obra. En total se le abonaron 95 pesos y 5 reales.

Don Manuel Ramírez ejecutó el bordado de los escudos en ambas caras del estandarte, sobre los circulos blancos centrales hechos al efecto por Arellano, y cobró 300 pesos por la obra. Don Pedro Alvarado por el cordón que bordeaba los lados del emblema en color rojo y blanco según el campo que guarnecía, y por las borlas rojas que pendían de los dos extremos libres, recibió 24 pesos. En total el estandarte costó al Ayuntamiento, incluido material y mano de obra, la cantidad de 519 pesos y 5 reales.

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DÍA JUEVES 19 DE JULIO

Las corporaciones se reúnen y se empiezan a tomar las medidas para levantar arcos triunfales en las principales calles de la ciudad.

Ya se había filtrado la noticia que San Martín había escogido el día 28 de julio para la Jura de la Independencia.

DÍA DOMINGO 22 DE JULIO

Un tambor sacó a los pocos que se habían quedado en sus casas, y agrupó a los que se hallaban en la calle, para hacerles saber, por medio de un bando, que el general San Martín, fundamentándose en el acuerdo del cabildo abierto celebrado el día 15 de julio, en que se había suscrito el Acta de la Independencia, les comunicaba:

    "Por cuanto esta ilustre y gloriosa Capital ha declarado, así como por medio de las personas visibles, como por el voto y la aclamación general del público, su voluntad decidida por su Independencia y ser colocada en el alto grado de los pueblos libres, quedando anotado en el tiempo de su existencia por el día más grande y glorioso el domingo quince del presente mes, en que las personas más respetables suscribieron el acta de su libertad, que confirmó el pueblo por voz común en medio del jubilo:- Por tanto ciudadanos, mi corazón que nada apetece más que vuestra gloria, y a la cual consagro mis afanes, he determinado que el sábado veintiocho se proclame vuestra feliz independencia y el primer paso que dáis a la libertad de los pueblos soberanos, en todos los lugares públicos en que en otro tiempo se os anunciaba la continuación de vuestras tristes y pesadas cadenas. Y para que se haga con la solemnidad correspondiente, espero que este noble vecindario autorice el augusto acto de la jura concurriendo a él; que adorne e ilumine sus casas en las noches del viernes, sábado y domingo; para que con la demostración de júbilo, se den al mundo los más fuertes testimonios del interés con que la ilustre capital del Perú celebra el día primero de su Independencia y el de su incorporación a la gran familia americana.- Dado en lima, a 22 de julio de 1821 y primero de su Independencia.- José de San Martín".

Fue otro día de regocijo para la ciudad y los preparativos para las fiestas se acentuaron. Los sastres no se daban abasto para satisfacer los múltiples pedidos, y se veía a las damas de la sociedad recorriendo tiendas y joyerías, acompañadas de sus "negritas".

Las que se encontraban en los alrededores de los portales de la Plaza Mayor, "no cabían de contertulios", portadores, siempre, de las últimas noticias referentes a los planes de ataque del virrey, y, también, de las especulaciones en torno a los probables planes de San Martín.

DÍA LUNES 23 DE JULIO

Se hizo oficial lo que, al parecer, todo Lima esperaba. El general San Martín hizo saber al cabildo limeño su decisión de que la jura de la Independencia se llevará a cabo el próximo 28.

El texto que el ilustre argentino hizo llegar al Cabildo decía:

    "he mandado por bando que el próximo sábado 28 se solemnice y proclame la Independencia, prestando en el día inmediato el debido juramento - el Cabildo - con arreglo a la fórmula que acompaño".

El tenor de dicha fórmula era:

    "Juráis por Dios y la Patria sostener y defender con vuestra opinión y persona y propiedades la Independencia del Perú del Gobierno español y de cualquiera otra denominación extranjera? Si así lo hiciereis Dios os ayude y, si no, El y la Patria os lo demanden".

El Cabildo, a su vez, curso invitaciones a todo el pueblo, vecinos notables y, en especial, al general San Martín, para que presidiera el acto.

DÍAS MARTE 24, MIÉRCOLES 25 Y JUEVES 26 DE JULIO

Lima es una ciudad engalanada, festiva y alegre, Arcos triunfales se levantan en todas sus esquinas, y singulares tabladillos se comienzan a erigir en sus principales plazas y plazuelas. Hay una constante romería de una a otra plaza, y también al campamento patriota.

Los cuatro tabladillos para la proclamación

El primero de los tabladillos se erigió en el centro de la plaza mayor o principal, según consta de la Gaceta de Gobierno de Lima y del testimonio del marino británico Basil Hall, y de acuerdo con lo realizado en la proclamación de Fernando VII, con frente al Palacio de Gobierno y a distancia suficiente de la antigua pila central que permitiera rodearlo la tropa que debía montar la guardia mientras se verificaba el acto de la proclamación. El segundo de los tabladillos y al que también se refiere Basil Hall, dado el tamaño y la disposición de la Plazuela de la Merced, ocupaba la parte del centro fronterizo a la iglesia de su nombre. Respecto de los otros dos tabladillo, de acuerdo con el ceremonial de la proclamación de Felipe V, cumplido en la de Fernando VII y repetido en la proclamación de la independencia, fueron erigidos  el de la plaza Santa Ana, con frente a la iglesia de Las Descalzas, y el de la Plazuela de la Inquisición, con frente al edificio que ocupara el Tribunal del Santo Oficio.

La obra fue contratada con el maestro Jacinto Ortíz que señala entre otros gastos los siguientes: por el aserrío de la alfagia y trozos, 18 reales; por las cuatro tablas de Chile para los balaustres, 2 pesos y dos reales; por la baranda y su colocación, 8 pesos; por 14 libras de clavos, 8 pesos y 6 reales; y por 11 líos de chargue, 11 pesos. Además de los jornales de los peones y oficiales que trabajaron, Ortíz cobró 5 pesos y dos reales por la conducción de "alfombras y escaleras el día de la jura" para los tabladillos 2 reales por los oficiales que las acomodaron "de La merced a la Inquisición", y 6 pesos "por el que desarmó todos los tablados y entregó las especies acomodándolas en sus lugares".

Grabado de la antigua Plaza de Armas de Lima

El tenor de las invitaciones a la ceremonia de la proclamación de la Independencia

A la par de estos trabajos, empiezan a circular las invitaciones oficiales para los actos a realizarse.

Se le cursa una invitación especial a Lord Thomas Cochrane, que a la letra decía:

    "Lima va a solemnizar el acto más grande que haya efectuado en tres siglos o desde su fundación: la Proclamación de su Independencia..., y deseando este Cabildo dar a la ceremonia todo el decoro y solemnidad posible, cree indispensable.. se digne asistir a este acto el sábado 28..."

El texto de las demás invitaciones que circularon fue:

    "El Ayuntamiento de esta Capital pone en noticia de V. que el sábado 28 del que rige a las 10 a.m. se proclamará su Independencia.....para que se sirva acompañarle en señal de patriotismo y decisión por la sagrada causa de la Libertad".

DÍA VIERNES 27 DE JULIO

"A las siete de la tarde se iniciará el repique general de campanas en todas las iglesias y la iluminación de la ciudad. Las casas y los establecimientos lucirán los adornos y luminarias que hayan dispuesto sus propietarios.

En la noche los gremios y las corporaciones, como lo tienen ofrecido, prenderán los aparatos y castillos de fuegos de artificio - con quema de cohetes - que erijan en la Plaza mayor y demás plazas de la ciudad, en inteligencia con la comisión de fiestas del Ayuntamiento. En la galería de la Casa capitular se proporcionará música - retreta - por la orquesta contratada al efecto por el Cabildo". A las finales, la ciudad estaba pomposamente iluminada y la alegría reinaba por doquier.

DÍA SÁBADO 28 DE JULIO

"En la Casa Capitular se reunirán las corporaciones y vecinos citados, para acompañar al Ayuntamiento que saldrá a invitar al General don José de San Martín a fin de que proceda a la solemne proclamación de la independencia, que se llevara a cabo siguiendo la carrera acostumbrada y desde los tabladillos erigidos en la Plaza Mayor y demás plazas designadas.

Terminados los actos de la proclamación, en la galería del Cabildo se expondrá al vecindario el Estandarte de la Patria.

En la noche el Ayuntamiento ofrecerá un baile en celebración de la Independencia y en honor del Señor General Don José de San Martín. Asistirán los jefes del ejército independiente, funcionarios, miembros de las corporaciones y vecinos invitados".

6 de la mañana

Repique de campanas en todos los templos de la ciudad. El toque de diana anuncia el comienzo de un día festivo.

8 de la mañana

La gente empieza a llegar a la Plaza principal. Los caminos que conducen a Lima se ven muy animados por la gente que venía a presenciar y a participar activamente "en la jura".

10 de la mañana

Un poco antes de las 10 de la mañana, el Alcalde de Lima en presencia del numeroso y selecto concurso, cruzó la banda roja del portaestandarte sobre el pecho de don José Matías Pascual Vázquez de Acuña Menacho y Ribera, Conde de la Vega del Ren, y le hizo entrega del flamante emblema patrio que debía conducir por aclamación del Cabildo. Los asistentes salieron de las casas capitulares en comitiva a cuya cabeza iba el Conde de la Vega, que portaba el estandarte y tenía a su derecha al Alcalde Conde de San Isidro y a su izquierda al regidor de primera vara don Francisco de Zárate, por ausencia del otro Alcalde Ordinario el doctor José María Galdiano; seguían los regidores, procuradores y demás personas según su jerarquía y funciones, y según también, permitía hacerlos valer el crecido número de personas y las excepcionales circunstancias. Abrían paso al desfile dentro de la abigarrad y compacta muchedumbre, los comisarios de los barrios que en unión de sus subalternos los serenos, caminaban delante de los costados de la comitiva.

Cumplido el protocolo de rigor, y bajo repique de campanas, sale por la puerta principal del antiguo Palacio de Pizarro el General José de San Martín, junto con el Gobernador Político y Militar de la ciudad Marqués de Montemira., el Alcalde Conde San Isidro, los funcionarios, el Estado Mayor y demás generales del Ejército Patriota.
Precede la comitiva la Universidad Mayor de San Marcos con sus cuatro Colegios. Los prelados de las órdenes religiosas, algunos oidores y los principales de la nobleza, todos montados en caballos ricamente enjaezados.

La tropa había formado en la Plaza y flameaba al viento las banderas del Perú, de Buenos Aires y Chile.
  
El general San Martín en Lima (Revista "Variedades" 28 de julio de 1921)

Al espacioso tabladillo, levantado frente al Pasaje de Petateros, todo alfombrado, y colmado en su capacidad por la selecta comitiva, subió el general San Martín. Los Alabarderos de Lima comandados por su capitán don Ignacio de Córdova, inmediatamente rodearon el tablado montando la guardia de honor. Las más de 16,000 personas que asistieron al acto al ver al general San Martín en lo alto de aquel, así como al Estandarte de la Patria, presa de la mayor expectación hizo el silencio más absoluto, cesando como por arte de encantamiento sus atronadoras manifestaciones de entusiasmo y alborozo. San Martín pidió el estandarte que le fue entregado por el Gobernador de la ciudad, el Marqués de Montemira, y, luego, enarbolándolo y mostrando al público su escudo de armas, con gesto firme y levantando la voz dijo:

    "Desde este momento el Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende"

Luego blandiendo la flamante bandera de la naciente nación, y dirigiéndola de un lado a otro para que fuera mejor vista por toda la concurrencia, Exclamaba a viva voz:
    
    " ¡Viva la Patria! ¡Viva la Libertad! ¡Viva la Independencia!"

Proclamación de la Independencia del Perú

Las Plazas de la Independencia

Verificado el acto en la Plaza Mayor de Lima, San Martín y su comitiva  descendieron del tabladillo, montaron en sus cabalgaduras y se dirigieron por la Calle de Mercaderes, hoy Jirón de la Unión, siguió por la Espaderos has la Plazuela La Merced y, en ella repitieron la misma escena de la Plaza principal. Otro tanto se hizo en la Plaza de Santa Ana y, inmediatamente, en la Plaza de la Inquisición donde se levantaba el cuarto tabladillo, frente al extinguido Tribunal del santo Oficio.

Antigua Plaza de la Inquisición, hoy Plaza Bolívar

Al finalizar las ceremonias de proclamación, los asistentes entonaron la canción patriótica "La Chicha", escrita por José de la Torre Ugarte:
                                           
                                           Patriotas, el mate
                                           de chicha llenad
                                           alegres brindaremos
                                           por la Libertad........

Regreso a Palacio

Regresó luego San Martín a Palacio de Gobierno donde le almirante Cochrane esperaba a la comitiva desde uno de sus balcones, en compañía de algunos de sus ayudantes. Luego se repartieron medallas recordatorias entre los asistentes - que sin distinción de clases ostentaban en el pecho la escarapela bicolor "de blanco y encarnado", establecida por San Martín - y se arrojaron otras tantas al pueblo junto con "salvillas de plata" para magnificar el acto. 

Se distinguieron por su magnificencia el Colegio de Abogados de Lima, que por no haber podido contar con los respectivos caballos para la marcha, se destacó arrojando monedas.

Los miembros del cabildo pasaron a su sede y, en el balcón principal, con frente a la Plaza principal, se expuso el pabellón nacional.

Cuadrilla de negros festejando el 28 de julio (Acuarela de Pancho Fierro)

Por la noche. La gran recepción

Empiezan a llegar los invitados al gran baile que ofrece el Cabildo. El Conde la Vega del Ren tomó todas las medidas convenientes para que la Municipalidad celebrara la Independencia como correspondía a la dignidad y prestigio de la Corporación. La tropa, apostada en los alrededores, no pudo contener a un pueblo curioso y excitado que también irrumpe en los elegantes salones.

La nutrida aglomeración hizo, según carta del militar, diplomático y político argentino Tomás Guido a su esposa, "que no se pudiera lucir el ambigú que se había preparado para los convidados".

El baile fue animado por dos orquestas. Una dirigida por el agustino Fray Cipriano Ramírez, compuesta por algunos criollos, y la otra dirigida por el músico mayor Matías sarmiento, perteneciente a la banda del Regimiento N° 8. El Conde la Vega del Ren, contrató todo lo referente a la cena, comprendiendo vajilla y personal de servicio, con don Lorenzo Conti. Cabe señalar que a Conti se le pagó dos mil pesos por la función y que se contrató separadamente el ponche por el que se abonaron cien pesos, suma en que transigíó los ciento cuarenta y dos pesos que había señalado como precio. Según reza del recibo otorgado por Conti, el ponche contenía los siguientes ingredientes: 36 botellas de vino Carlón, 18 botellas de vino de ron, 18 botellas de vino de cerveza, 24 botellas de vino generoso, arroba y media de azúcar y un peso de limón. En la cuenta apunta el valor de 12 pesos por los vasos que se rompieron.

El lujo desplegado en la fiesta fue tal que nos dice un testigo:

    "Concurrió el bello sexo, tan exquisitamente adornado con joyas, plumas y bandas de la patria, que parecía traía cada una de las señoras todos los realces y hermosuras de las tres gracias descritas por la mitología".

El baile duró hasta "altas horas de la madrugada".

Con esta fiesta en celebración de la Independencia, la Municipalidad regaló al general San martín y a sus subalterno, y agasajo a las familias representativas de la ciudad.

DÍA DOMINGO 29 DE JULIO

10:00 a.m. Campanas al vuelo. Tedeum en la Catedral y una misa de acción de gracias oficiada por el Arzobispo de Lima Bartolomé María de las Heras. El sermón o la oración sagrada lo ofreció el franciscano Fray Jorge Bastante.

Terminada la misa, volvió San Martín a Palacio, acompañado por su comitiva. Detrás venía Lord Cochrane con sus ayudantes.

Luego se trasladó el Cabildo en pleno a su sede. Lo mismo que las órdenes religiosas, para llevar acabo la Jura de la Independencia en sus respectivos locales.

Teniendo en cuenta que los miembros de la Universidad y el Colegio de Abogados lo eran también del cabildo, la Universidad y algunas órdenes religiosas pospusieron el juramento para el día 30. las órdenes religiosas que juraron la mañana del 29 fueron las de San francisco y La Merced.

Por la noche

El baile de gala se realizo en el palacio de Gobierno y lo ofreció el general San Martín. Nuevamente fue un despliegue de lujo y buen gusto. Y el ilustre argentino, según la Gaceta de Gobierno, "departió entusiasta y amigable con todos asistentes, robándoles el corazón". Fue una fiesta tan esplendida como la del Ayuntamiento, según lo atestiguan La Gaceta del Gobierno de Lima, el coronel argentino Tomás Guido y el marino ingles Basil Hall, de los cuales hemos tomado la mayoría de notas.

Con este baile, se dieron por finalizadas las fiestas que celebraban la Independencia del Perú.