martes, 17 de enero de 2017

En torno al Patrimonio Cultural de la ciudad de Lambayeque


Casa de la familia Monteza - Delgado en  Lambayeque
Hasta las primeras décadas del pasado siglo, la fisonomía urbana de la Generosa y Benemérita ciudad de San Pedro de Lambayeque, representaba, hasta cierto punto, la clara expresión de más de tres siglos de desarrollo urbano en esta parte de la costa norte del Perú. Su casco urbano era depositario, en sí mismo, de una verdadera cultura y tradición urbana.

Lamentablemente la falta de una adecuada y eficiente política cultural, unida al paso inexorable del tiempo, los fatídicos fenómenos naturales, la incuria, el grotesco y pretendido afán de progreso o “modernidad”, la deprimente e injustificable ansia de lucro, y la incuestionable indiferencia de sus sucesivas autoridades edilicias, permitieron se echara  por los suelos, en gran parte, estos irreversibles vestigios culturales.

No cabe duda, demás está decirlo, que el patrimonio construido experimenta de manera permanente varias amenazas, pero en el caso específico de la ciudad de Lambayeque, la mano del hombre le produjo daños irreparables a su antiguo paisaje urbano, heridas y cicatrices de las que jamás podrá recuperarse.

Con estos nefastos antecedentes, no se hizo más que contribuir a romper el vínculo y la memoria con su pasado, con esa calidad espiritual e incuestionable prestancia que le daba cierta categoría en esta región. Se ha tratado por todos los medios de ponerle un traje nuevo que de ninguna manera le asiste. Siempre consideramos que constituía una irreverencia, un absurdo, el tratar de evadir esta realidad. Se ha buscado, incomprensiblemente, darle un acento ajeno, creciendo hacia afuera en vez de decidirse a hacerlo hacia adentro. 

En ciudades con conciencia y sobre todo con un inmenso respeto y amor a su legado cultural esta clase de ensayos se realizan, sin perjuicio alguno, en nuevas áreas de expansión urbana, pero todo parece indicar que la ciudad de Lambayeque no las tiene, o, en su defecto, ha copado toda su capacidad. De ahí que desde hace algún buen tiempo atrás se comenzó a “matar” su rostro tradicional forjado prácticamente a través de los siglos.

Equina de la casa Montjoy, la casa "Aguilar Pastor" y las torres de la Iglesia
Vanos resultaron nuestros esfuerzos por inculcar en la memoria de buena parte de sus habitantes el valor que el legado patrimonial de sus mayores significaba para el desarrollo turístico de esta ciudad prócer.

Las diferentes actitudes sobre tan importante y preocupante tema se veían reflejadas en las reuniones que sobre el particular se daban, y tengo entendido aún se dan, en las continuas tertulias de sus moradores. En estas “charlas” de salón, restaurante, café, cantina, picantería o esquina, se discutía acaloradamente el “destino” que debía dársele al quieto, inmóvil, silencioso, viejo, herrumbroso, vulnerable e irreversible patrimonio cultural inmueble de esta ciudad.

En ellas, desgraciadamente, no todos los contertulios tenían el mismo criterio, no existía, y lamentablemente aún no existe, un común acuerdo, y en algunos casos, tal vez por necedad o ignorancia, se llegaba al extremo de sugerir, obstinadamente, que la salida más viable e inmediata a tomar era que buena parte de que estos bienes patrimoniales sucumbiesen a la grotesca “piqueta del progreso”, así de fácil y sencillo.

Con estos irracionales, cuestionables y rebatibles argumentos le trataban de negar a la legendaria y otrora opulenta ciudad de Lambayeque, a la blasonada urbe de la época independiente, esa calidad espiritual, esa vieja prestancia, ese singular encanto señorial que le dió innegable categoría en el Norte del Perú. Se debe echar por los suelos clamaba ese “segmento” de pobladores el patrimonio histórico de esta ciudad, o sea la mayor herencia que habían de dejar a los que los sucedan.

No cabe duda se trataba, en muchos casos, de los descendientes de aquellos faltos de ciencia, letras y noticias, que acudieron, desde tempranas horas, a observar cómo se derribaba, en 1929, la vieja mansión virreinal donde viviera el prócer de la independencia de su ciudad natal, don Juan Manuel Aniceto Iturregui Aguilarte. Casona muy ligada al proceso independentista de esta ciudad y ubicada en una de las esquinas de su plaza mayor o principal, denominada, desde 1920, como Plaza de Armas “27 de Diciembre”, en clara alusión al memorable día en que esta ciudad decidiera romper las cadenas que por espacio de aproximadamente tres siglos la ataban al régimen español.

Gracias a un registro fotográfico, de la primera y segunda década del siglo XX, sabemos que esta mansión virreinal poseía un balcón abierto de cajón corrido muy parecido al de la Casa de la Logia o Casa Montjoy, pero, claro está, sin la longitud de ésta última.

Casa del prócer Juan Manuel Aniceto Iturregui Aguilarte (1921)
La mansión fue derribada en 1929, para construir en su lugar el hotel Taymi. La fábrica de éste hotel demandó solamente 60 días de trabajos, y sirvió para alojamiento de los invitados al Congreso Regional del Norte y a la feria agropecuaria realizada en la plaza Independencia y el terreno que albergara después al colegio Nuestra Señora del Carmen de ésta ciudad. En sus instalaciones funcionaron después las oficinas del Ministerio de Agricultura. Un voraz incendio acaecido en 1982, arruino completamente el edificio.

Destrucción de la casa "Iturregui", en su lugar se construyó el hotel Taymi (1929)
El hotel Taymi, construido en tan solo 60 días (1929)
Un voraz incendio acabó con el edificio en 1982 (Memo Luna 1982)
Así luce ahora la esquina donde se levantara la casa "Iturregui" y el hotel Taymi
Son los actuales “torpes socios” de los que situados también en una de las esquinas de la citada plaza, justo a espaldas de la iglesia matriz San Pedro de ésta ciudad, miraban atentamente y con cierto desdén como, en 1962, se derribaban los viejos y resistentes muros de la “Casa Grande”, como se le denominaba en la época virreinal al solar patricio de la familia Salcedo. En ésta mansión pasó sus primeros siete años de vida el Presidente Augusto Bernardino Leguía Salcedo.

Observaban, como sin ninguna compasión se desmontaba la hermosa escalera de fina madera de cedro de Panamá que conducía a su segunda planta. Como se “rifaban” las hermosas ventanas de balaustres de madera y fierro forjado de sus principales habitaciones interiores. Como se desarmaban las piezas de fino cedro de Nicaragua de sus bellos techos artesonados. En fin, como se talaba desde sus raíces el viejo y hermoso árbol de tamarindo, de tupido follaje, ubicado en el lado derecho de su amplio patio principal, para convertirlo luego en combustible para la elaboración de la espumante chicha de “dos cocidas”.

Ese fue el tiste final de aquella antigua casa donde la memorable noche del 27 de diciembre de 1820, el cabildo patriótico de esta ciudad firmara el acta de declaración de su independencia del poder español.

Histórica y desaparecida casa de la familia Salcedo en Lambayeque
Son los descendientes de aquella misma incuriosa “cofradía” que, aún recuerdo, no se unió en 1984, al incesante clamor por el inmediato retorno de su antiguo patrimonio documental, de su viejo archivo histórico, con registros que se remontan a los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Antigua papelería que celosamente catalogaran, conservaran y custodiaran, desde las últimas décadas del siglo XIX, los escribanos Manuel Rivadeneira Alegría y sus descendientes Juan M. Rivadeneira, Víctor Manuel Rivadeneira y Carlos Rivadeneira, en los austeros ambientes de su magnífica casona ubicada en la calle Bolognesi. Inmueble hoy desaparecido, y que por su valor arquitectónico fuera declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 1973.

A las finales el archivo de los hermanos Rivadeneira sirvió de base para la creación, por Resolución Ministerial No. 133 – 84, del 27 de agosto de 1984, del Archivo Subregional II Lambayeque. Este importante organismo fue inaugurado el 10 de enero de 1986, siendo transferido a la Región Nor Oriental del Marañón, hoy Gobierno Regional de Lambayeque, el 16 de julio de 1990. El ahora denominado Archivo Regional de Lambayeque (ARL) tiene su sede temporal en la ciudad de Chiclayo, camino al distrito o balneario de Pimentel, paradojas del destino.

Sugestivo balcón corrido de la desaparecida casa Rivadeneira (1996)

Entre las casonas solariegas hoy desaparecidas, también se encuentra la mansión virreinal donde morará el prócer de la independencia de Lambayeque don Mariano Quesada y Valiente, síndico procurador del cabildo patriótico lambayecano, ubicada en la antigua calle “Real de Mercaderes” hoy “8 de Octubre”, en cuyo primer patio de armoniosas proporciones, jurara la independencia, el 31 de diciembre de 1820, “el pueblo medio y bajo” de Lambayeque. 

En el balcón de ésta casa, que antaño luciera un hermoso antepecho de fierro forjado desaparecido en la década del cuarenta del pasado siglo, flameó, por primera vez en el norte del Perú, el estandarte bicolor ideado por el ilustre argentino don José de San Martín. Este primitivo símbolo patrio había sido costeado de antemano por el mismo Quesada y Valiente y fue confeccionado por su esposa doña Jacoba Bernuy de Quesada y su hermana doña Manuela Antonia Quesada y Valiente.  
Mansión histórica conocida como casa “Leguía- Cúneo”, y que fuera declarada Patrimonio Cultural de la Nación por el entonces Instituto Nacional de Cultura, según Resolución Jefatural N° 009, emitida el 12 de enero de 1989.

Si bien es cierto esta vieja mansión se encontraba, desde hace algún buen tiempo atrás, en muy mal estado de conservación, no cabe duda que los encargados de su intervención sorprendieron a los que la habían adquirido, y con el cuento de "desmontar" los gruesos muros de adobe de su imafronte o fachada principal para su futura "restauración", la echaron por los suelos en el 2011. Esta desaparecida casona lambayecana ostentaba la portada ornamental más significativa de la costa norte del Perú. 

En esta casa vivió también el magistrado, literato e historiador lambayecano Dr. Germán Leguía y Martínez, hijo del abogado lambayecano don José Ramón Germán Leguía y Haro y de doña María Matilde Martínez Bullón. En comunicación personal el abogado, investigador y profesor universitario Freddy Ronald Centurión González, nos manifestó: que muerta prematuramente doña María Matilde, don José Ramón Germán contrajo segundas nupcias con doña Ignacia Vargas Machuca. De esta unión nació doña Águeda Leguía Vargas Machuca, que casó con Agustín Cúneo Guía. Por el año de 1928, la casa pertenecía a doña Águeda Leguía de Cúneo, hermana de padre, se entiende, del Dr. Germán Leguía y Martínez.

Casa "Leguia - Cúneo" (Brüning 1916)

Pero a pesar de todos estos lamentables acontecimientos, también somos testigos del profundo respeto y cariño que muestran al Patrimonio Cultural inmueble, algunos pobladores de esta generosa y benemérita ciudad. Un claro ejemplo lo constituye la familia Monteza - Delgado, que sin contar con ningún apoyo de los entes representativos, con mucho esfuerzo y con su propio peculio, restauraron, de a pocos, su casa solariega, adquirida en la década del setenta del siglo pasado a la familia Aurich Bonilla. Ésta magnífica mansión fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación por Resolusión Jefatural del Instituto Nacional de Cultura, emitida el 12 de enero de 1989.

Casa de la familia Monteza - Delgado en Lambayeque
Otra muestra, es la puesta en valor de la casa de la Cotera o casa Descalzi. Mandada edificar por don Pedro Fernández de la Cotera en 1782 y concluida en 1789. Esta hermosa mansión virreinal fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación en 1989. Su restauración corrió a cargo de sus actuales propietarios. Actualmente en sus remozados ambientes funciona un restaurante turístico denominado “Casa Desclazi”.

Casa Descalzi
Sumemos también a ellas la restauración de la vieja casa "De la Piedra", declarada Patrimonio Cultural de la Nación en 1989. Su puesta en valor se debe exclusivamente a sus actuales propietarios, el matrimonio conformado por Aldo Gatti y Piedad Pareja Pflucker. En la actualidad sus evocadores ambientes albergan la "Hostería San Roque", denominada así por encontrarse situada en la arteria principal de la ciudad de Lambayeque, denominada originariamente como calle "San Roque", hoy "2 de Mayo".

La misma pareja de esposos reconstruyó el viejo edificio republicano ubicado en la calle "8 de Octubre" N|° 510-532-534, al que denominamos casa "Muga-Romero", porque descubrí que el matrimonio compuesto por don Manuel Muga Ariza y doña Jacinta Romero fueron los que mandaron edificarla en 1851, sobre el terreno que albergara a la desaparecida ramada de Santa Lucía.  

Hostería "San Roque" en Lambayeque

Agreguemos también, la atinada restauración de la fachada principal de la casa de la familia Grandez - Orbegoso, situada en la antigua calle de "las Tres Cruces", hoy calle "Junín", signada con el N° 446, y que fuera declarada Patrimonio Cultural de la Nación según Resolución Jefatural Nº 009 – INC, del 12 de Enero de 1989.  La refaccción de la fachada de la antigua casa, de finales del siglo XVIII, donde funciona el Instituto Educativa Particular "Independencia", ubicada en la esquina que forman las calles "8 de Octubre" N°295 y "Bolognesi", y la  refacción del antiguo inmueble denominado "Casa Peralta", en alusión al apellido de sus actuales propietarios, ubicada en la antigua calle "Real de Mercaderes", hoy "8 de Octubre", en ésta ciudad. Estas dos últimas también declaradas Patrimonio Cultural de la Nación en 1989.

Casona sede de la Institución Educativa Particular "Independencia"
Y, para terminar, la actual refacción que se viene ejecutando - a iniciativa de su actual propietario el ingeniero Martín Gavidia Oneto - al interior de la casa "Oneto" situada en la calle "2 de Mayo" N° 461, de ésta ciudad. También declarada Patrimonio Cultural de la Nación en 1989. Esto, a las finales, resulta muy gratificante.
 
Casa Grandez - Orbegoso, en vista tomada en el 2010

En primer plano la casa "Oneto" (2015)

En tanto, la Municipalidad Provincial de Lambayeque mandó elaborar, en el 2008, los proyectos de restauración y puesta en valor de la antigua casa de la Logia o casa Montjoy, y de la vieja ramada de San Pedro o Capilla San Francisco de Asís. La primera se inauguró con singular éxito en septiembre del 2010, y la segunda recién abrió sus puertas, después de la reconstrucción de su capilla baptisterio, en diciembre del 2016.


Casa de la Logia o Casa Montjoy (2010)

Desgraciadamente, los trabajos de agua potable, desagüe y alcantarillado, a que fue sometida la ciudad por espacio de casi cuatro años, resintieron los gruesos muros de adobes de la fachada y segundo piso del lado Oeste de la casa de la Logia o Montjoy. La falta de un adecuado mantenimiento y la proliferación de oficinas al interior de sus remozados ambientes, permitieron también su prematuro desgaste. ¿El daño es irreversible? claro que no. Debemos exigir que se tomen las medidas pertinentes para que se intervengan, de una vez por todas, las partes afectadas de este viejo inmueble, y, así, devolverle nuevamente el brío que se logró, con mucho trabajo, hace seis años atrás.

Nave de la restaurada ramada de San Pedro o Capilla San Francisco de Asís
Lo hemos dicho en más de una oportunidad, debemos tomar consciencia en el sentido de que a una ciudad como Lambayeque no le queda otra salida más patente, oportuna y eficaz, que la de mirar en el turismo cultural - en parte de esa tan mentada y retributiva industria “sin chimeneas” - como uno de sus renglones más representativos. A esta noble oferta debe enfilar sus baterías para su progreso y desarrollo sostenible.

Para lograr esta meta las autoridades que rigen los destinos de esta ciudad deben asumir con seriedad y responsabilidad la pronta recuperación de lo que aún se conserva de su denominado “centro histórico”, con la única finalidad de prepararlo para ello. 

Somos conscientes de que la tarea es ardua y nada facil, el centro histórico de esta ciudad – vestigio de nuestro opulento ayer - está en franca decadencia, y clama ¡a viva voz! se le preste - en el más breve y urgente plazo - un poco más de atención.

La cara experiencia nos dicta que mientras no haya consenso entre la población, las instituciones públicas y privadas, nada se puede lograr. Se debe trabajar en conjunto y desinteresadamente para lograr este propósito.

Es a partir de estas premisas que las autoridades deben comprender que todo lo dicho no se trata de mero romanticismo, ni de impedir el avance de la ciudad, ni mucho menos detener su desarrollo ¡en buena hora!, de lo que se trata es que este avance sea en concordancia con los derechos de nuestros sentimientos e idiosincrasia, éstos de ningún modo deben ser vulnerados. La ciudad de Lambayeque tiene características propias, posee una identidad que se debe respetar.

Se debe aplicar, siquiera, una política preventiva para que este legado patrimonial no desaparezca, dejándonos tan sólo el vago recuerdo de su grandeza y esplendor. No se debe, por ningún motivo, seguir corriendo el riesgo de que el abandono, la indiferencia y esa locura modernista terminen con el pequeño acervo que por raro sortilegio ha escapado a la vandálica destrucción y el mal gusto.

También lo hemos dicho en más de una oportunidad: se debe elaborar cuanto antes una propuesta de reglamentación edilicia, que cautele estos bienes patrimoniales tal y como se ha hecho en otras ciudades del país. Con este instrumento se protege, asegura y evita la alteración de los monumentos existentes, entendidos en su contexto general y no solamente el edificio aislado o sus detalles.

Pero a la par, se debe aplicar también una política agresiva de apoyo logístico – tan necesario - asesoramiento  y exoneración de ciertos pagos tributarios a los propietarios de inmuebles declarados como Patrimonio Cultural de la Nación, en ésta ciudad, para que sí, pese a esto, contravinieran las ordenanzas, aplicarles todo el peso de las leyes vigentes.

Esperemos que mientras esto ocurra, ojalá la guachafa "piqueta del progreso" no siga clavando su guadaña en ésta "evocadora" ciudad, como pomposa y orgullosamente también solemos denominarla. Porque, al final, si esto pasa, los que nos sucedan se preguntarán ¿EVOCADORA DE QUE?

 Fotografí

Enrique Brúning.
Guillermo Luna Lorenzo (Memo Luna).
Anales del Congreso de irrigación y colonización del norte. 1929 

NOTA. La presente entrega ha sido elaborada en base a los artículos periodísticos que publicáramos en el Suplemento Dominical del Diario "La Industria" de Chiclayo, bajo los títulos de: Inventario del legado cultural lambayecano, 6 de febrero de 1994. Salvemos el Patrimonio Monumental de Lambayeque, 26 de marzo 2006. En torno al Patrimonio Monumental de Lambayeque, 21 de setiembre 2008.