miércoles, 27 de diciembre de 2023

La eterna polémica entre Lambayeque y Trujillo en torno a la primacía del Primer Grito Libertario en el Norte del Perú

Plaza de Armas “27 de Diciembre” de Lambayeque (1923)

De una u otra forma la vieja Ñampagic de tiempos tan remotos que hasta el momento nadie ha podido expresar con meridiana claridad, la otrora engreída, opulenta y señorial San Pedro de Lambayeque del siglo XVIII, hogaño generosa y benemérita ciudad de Lambayeque, celebra en esta fecha, con cívica y patriótica emoción, el trascendental, significativo e histórico acto realizado una memorable noche del 27 de diciembre de 1820.

No cabe duda, el momento más glorioso en la dilatada y por momentos critica historia de esta comarca de pasado esplendoroso.

Fecha en que Lambayeque, representado por su cabildo, harto de llevar las ignominiosas cadenas que por espacio de casi tres siglos su alma, su mente y su cuerpo ciñó, se sublevó, primero en el Norte del Perú, y consiguió, sin derramamiento de sangre, la tan ansiada y codiciada libertad del poder ibero; arriando para no ser vista jamás en estas ubérrimas tierras los pendones y banderas del invasor y conquistador peninsular. 

Momento culminante que mi desaparecido y recordado padre, el mayor EP. Jorge Elías Izquierdo Llanos, un lambayecano de corazón, estampara de su puño y letra en una estrofa: “¡Lambayeque! fuiste tú la primera en el Norte del Perú/ que Libertad en unánime grito dio/ rompiendo yugos y cadenas que por espacio de tres siglos el pendón de Castilla apoyó”. 

Han pasado 203 años de aquella titánica jornada, de aquel histórico acontecimiento que le valiera a esta ciudad, cuna del huerequeque, caciques, pachacas, mandones y mandoncillos, el honroso blasón de Generosa y Benemérita. Han pasado 203 años de aquel espontaneo y sonoro grito libertario que estremeciera los cimientos del pendón invasor, y no solamente en el Norte de nuestro suelo patrio si no en todo el Perú.

Epopeya, crisol, ejemplo y preludio de los movimientos libertarios de las ciudades de Trujillo, Piura y Lima. Hazaña que se sellara definitivamente con las gloriosas jornadas de Pichincha (1822), Junín y Ayacucho (1824). 

En fin, en esta histórica fecha creemos pertinente insistir en el sentido de que los hechos históricos deben ser narrados de manera objetiva, sin apasionamientos de ninguna clase, tratando en lo posible que la investigación histórica, amparada siempre en las fuentes primarias, bagaje con que se alimentan los sucesos que la constituyen, prime sobre nuestros particulares sentimientos o intereses de grupo. 

Todo esto, porque sabemos que de no ser así estaríamos falseándolos, sobrevalorándolos, mitificándolos, antiguo vicio de que adolece nuestra historia oficial, y con esto: negando la verdad de muchos de los acontecimientos que la conforman por negativos que estos sean.

Valga esta breve pero oportuna reflexión, para manifestar que fue por demás justa y comprensible la sana y consecuente indignación de que hicieron gala, hace poco más de dos años atrás, los lambayecanos, de cuna y adopción, al enterarse por los medios de comunicación, que el entonces ministro de Cultura había manifestado, muy suelto de huesos, que en la ciudad de Trujillo se iniciarían los festejos conmemorativos al Bicentenario de la Independencia Nacional.

Esa desacertada declaración caldeo los ánimos de los habitantes de nuestra generosa y benemérita ciudad, porque, sin lugar a dudas, constituía otra de las descabelladas y graves patinadas a las que, lamentablemente, nos tienen acostumbrados, desde hace algún buen tiempo atrás, las autoridades que rigen el aún sombrío destino de nuestro secuestrado, maltratado, ninguneado, inseguro y fragmentado País.

Pero en este punto es necesario plantearnos algunas interrogantes: ¿Tenemos algo en contra de nuestros queridos hermanos y vecinos de Trujillo?, ¿tenemos rencillas pendientes o por resolver?, ¿nos mueven intereses particulares o subalternos en su contra? ¡no!, ¡mil veces no!, de ninguna manera.

Sin embargo, en este contexto, somos del todo consientes también que tenemos el ineludible deber de defender en cualquier tribuna, en cualquier espacio, sea donde fuere, la primacía en el célebre acto de nuestra exitosa proclamación de la independencia política del opresor régimen español en el norte del Perú. Convirtiéndonos, de este modo, y pese a quien le pese, en “Crisol de la Libertad en el Norte del Perú”.

Los problemas con los investigadores e historiadores y, por ende, con los mal informados moradores de la ciudad de la “eterna primavera”, tiene antigua data. Y se agudizaron, por decirlo de algún modo, con motivo de las celebraciones del Centenario de la Independencia del Perú, el 28 de julio de 1921, hace un poco más de un siglo atrás. 

Cuando decimos “antigua data”, es porque ya por el mes de junio de 1920, cuando el Perú y sobre todo Lima se aprestaba a celebrar, con bombos y platillos, el Centenario de la Independencia Nacional, ósea ad portas de la faustuosa celebración limeña, que presidió nuestro ilustre paisano el polémico presidente Augusto Bernardino Leguía Salcedo, surgió el problema, recrudeció el tema, mejor dicho, se agudizo el “pleito”.

Augusto Bernardino Leguía Salcedo

Todo esto, porque ambas ciudades han tratado, a través del tiempo y por todos los medios, de adjudicarse tal galardón, sin considerar o tener en cuenta, sobre todo la ciudad de Trujillo, los aportes que sobre este tema y a través de los años han hecho connotados historiadores nacionales y regionales. 

Sabemos que la discusión llego a mayores, ya que de esto se ocuparon algunos importantes medios capitalinos, como el diario La Prensa, El Comercio y La Crónica. 

Precisamente en este último diario y en una extensa entrega, bajo el extenso título de: “Apuntes para la Historia de la Independencia Nacional. Los movimientos liberatorios en las provincias. Terciando en una polémica”, se daba cuenta de un artículo publicado en la edición matinal del diario “La Prensa” en la que se reproducía un artículo editado en el diario “La Industria” de Trujillo que trataba, y cito: 

    [...] sobre la polémica promovida por los lambayecanos con el fin de acreditar que su ciudad fue la primera que en el norte inicio el movimiento revolucionario de nuestra emancipación política, y que esta gloria no le correspondía, como la tradición y la historia lo han sostenido hasta hoy, a la benemérita y fidelísima ciudad de Trujillo.   

De este artículo lo que primero se deduce es que los lambayecanos parecen estar documentados y los trujillanos, vacilantes, dudosos en su viejo derecho. Los primeros, confiados en el triunfo han enviado a Lima personeros con la misión de probar por medio de documentos la verdad de lo que vienen sosteniendo; los segundos, un algo maltrecho y en retirada, se han limitado a calificar de “pueril” la polémica y el tema de “tonto” y a hacerle un llamamiento a su municipio “para que se apresure, previas las investigaciones del caso, a desvanecer las dudas y a dejar la verdad en su lugar” (Diario La Crónica, Lima, junio 1920). 

Lamentablemente, solamente contamos con la primera parte de este extenso como ilustrativo artículo aparecido en el Diario “La Crónica” de Lima en junio de 1920, de ahí que tampoco contemos con el nombre del autor del mismo. Sin embargo, su lectura nos hace reflexionar sobre este “problema”, que particularmente, y sobre todo en lo que atañe a los lambayecanos, creemos ya zanjado. 

Para el autor del citado artículo, que hemos reproducido en parte, el que los trujillanos motejaran de “pueril” y “tonto” la polémica emprendida por los lambayecanos, no tenía “de lo uno ni de lo otro”, es más, manifestaba, “en buena hora” que se haya suscitado:    

   “En todo tiempo los pueblos – y al decir pueblos digo ciudades – se han disputado preminencias, glorias, cualidades y derechos, desde la pueril (esto si es pueril) vanidad sobre las excelencias climáticas de su suelo hasta el digno orgullo de la grandeza de su poder y de su civilización” (Ibid.).

Más adelante agregaba: 

    ¿Por qué, pues, mostrarse desdeñoso con lo que hasta ayer no más fue orgullo y gloria de un pueblo? ¿O es que los trujillanos ante el temor de ver perdido su derecho pretenden empequeñecerlo, ridiculizarlo, dejarlo inservible, a la manera de esos litigantes despechados que en vísperas de ser lanzados arrasan la finca que van a abandonar? (Ibid.).

Y es que esta fehacientemente comprobado y, por ende, demostrado, que fue el pueblo de San Pedro de Lambayeque, otrora partido de la intendencia de Trujillo, el primero en romper, incruentamente, las cadenas que lo ataban al anacrónico régimen peninsular la memorable noche del 27 de diciembre de 1820. Convirtiéndose de este modo en el primero en jurar, exitosamente, su independencia en el Norte del Perú. 

Decíamos al inicio de esta modesta entrega, que la investigación histórica debe estar amparada siempre en fuentes primarias, en fuentes escritas del todo veraces, porque ellas constituyen el indiscutible bagaje con que se alimentan los acontecimientos que la constituyen. 

Pues bien, hagamos ahora un poco de historia, y para esto remontémonos un par de siglos atrás, teniendo como fuente de primera mano la “Caceta del Gobierno de Lima Independiente”. En sus páginas constataremos como se fue fabricando, cronológicamente y desde un primer momento, la narrativa en torno a la primacía de la ciudad de Trujillo en la jura de la independencia del Perú. Veamos.  

En el amplio editorial de la Gaceta de Gobierno de Lima Independiente, del 8 de setiembre de 1821, con motivo de celebrarse el primer aniversario del desembarco de la Expedición Libertadora del sur, en la bahía de Paracas, se puede leer el siguiente párrafo:

    “Los dignos habitantes de la Capital de Trujillo tampoco podían sobrellevar más tiempo la dura condición de esclavos; y bajo la dirección del benemérito Marqués de Torre- Tagle renunciaron para siempre a la dependencia de la España. Todos los demás pueblos de aquel vasto Departamento imitaron tan noble ejemplo; y el ejército libertador ha encontrado recursos inmensos para concluir su campaña en el patriotismo de tan dignos ciudadanos”. (Gaceta del Gobierno de Lima Independiente, T. I, N.º 18, de 8 de septiembre de 1821).

El sábado 29 de diciembre de 1821, en el comedor principal del viejo palacio de gobierno se realizó, a partir de la 5 pm., un “convite”, una gran comida, con la asistencia de 80 invitados, ósea una cena de 80 cubiertos, todo un derroche. 

El motivo principal de este fastuoso acontecimiento, conmemorar, opíparamente, el primer aniversario de la declaración de la independencia de Trujillo, efectuada un año antes, el 29 de diciembre de 1820.

        
                  General José de San Martín y Matorras                José Bernardino de Tagle y Portocarrero              

En esa oportunidad no se escatimaron los brindis, ni mucho menos los innumerables elogios y loas, tanto al anfitrión y organizador del suntuoso banquete, el general José de San Martín, a José Bernardino de Tagle y Portocarrero IV marqués de Torre Tagle más conocido como Torre Tagle, y a la fecha que en ese momento se conmemoraba. 

Todo esto, después que los miembros del gobierno y todas las autoridades constituidas asistieran, de rigurosa gala o etiqueta, a la misa Te Déum que se dio en la iglesia catedral de Lima “con el doble motivo de aquel memorable aniversario y de la bendición de Banderas de los cuerpos cívicos”.

La Gaceta de Gobierno, de ese día, terminaba su nota periodística manifestando: “Gloria al ilustre Torre-Tagle que haciendo independiente a Trujillo, aseguró al ejército libertador la recompensa de sus fatigas! (Gaceta del Gobierno de Lima Independiente, T, I, N.º 50, de 29 de diciembre de 1821).

Sospechamos que todos estos hechos gravitaban en la memoria del ilustre jurista lambayecano doctor Justo Figuerola y Estrada, y así lo deja entrever en uno de los párrafos de su extenso discurso pronunciado, el 17 de enero de 1822, en la ceremonia de reconocimiento al Protector del reciente estado general don José de San Martín, en el antiguo local de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos de Lima, y cito:

    “Y tú, Lambayeque, amada cuna mía, tuviste la gloria de levantar en esa comarca la primera voz por la libertad, y de acreditar eras digna de la elevación a que aspirabas. Recibe el homenaje de un hijo, que se goza en tus virtudes, y espera los que te consagre la patria en todos tiempos”. (ELOGIO. Del Excelentísimo Señor Don José de San Martín y Matorras, Protector del Perú, Generalísimo de las Fuerzas de Mar y Tierra. 1822: 33).

Figuerola, a la sazón, era diputado segundo del ilustre colegio de abogados, catedrático de vísperas de leyes, procurador general de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima y notario mayor del arzobispado. Ocupó la presidencia provisoria del Perú en dos ocasiones, durante unos días en 1843 y dos meses en 1844. Fue también presidente del primer Congreso Constituyente del Perú en 1823, y de la Corte Suprema del Perú, entre 1836 y 1837, así como ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores (1829) y diputado.

Justo Figuerola y Estrada

No cabe duda, era una clara respuesta de Figuerola a los actos que hasta ese momento se venían desarrollando en las altas esferas del gobierno, promovidos, qué duda cabe, por Torre Tagle y sus áulicos, con el velado propósito de validar la primacía en la jura de la independencia del Perú a la ciudad de la “eterna primavera”.                

Cuando el Protector general José de San Martín viajó a Guayaquil a entrevistarse con el Libertador Simón Bolívar, Tagle quedó encargado del poder Ejecutivo en calidad de Supremo Delegado, desde el 19 de enero de 1822, hasta el 21 de agosto de 1822. En el último párrafo de una de sus primeras proclamas a los pueblos del departamento de Trujillo, Tagle manifiesta, y cito:

    ¡Trujillanos! Si en la hora del conflicto estuvisteis prontos a seguirme, acreditad en circunstancias mas felices, que los primeros pueblos que dieron el grito sagrado, sabran sostenerlo; y no ducicise que vuestra prosperidad y vuestro nombre serán siempre tan caros a mi corazon, como lo será mientras respire la memoria del 29 de Diciembre de 1821. (sic) (Gaceta del Gobierno de Lima Independiente, T. II, N.º 8, de 26 de enero de 1822). 

Días después, el 31 de enero de 1822 se le otorga, a la ciudad de Trujillo, el título de “Benemérita y Fidelísima a la Patria”, además de otorgársele a su cabildo el “dictado de Honorable”, y de manifestar, a Trujillo, “los sentimientos de aprecio que ha merecido al gobierno supremo, desde que se proclamó la libertad del Perú”. (Gaceta del Gobierno de Lima Independiente, T. II, N.º 10, de 2 de febrero de 1822).

La campaña y la narrativa orquestada por Torre Tagle y sus cortesanos seguía en apresurada marcha.

Lo demuestra el Decreto aparecido en la Gaceta de Gobierno del sábado 9 de marzo de 1822, con motivo de declarar abolidas los ceremoniales de asistencia de los miembros del gobierno y las autoridades constituidas en las fechas asignadas por el antiguo régimen, incluidas las religiosas y cívicas. En consecuencia, y a partir de la promulgación del citado Decreto, se debían celebrar en el Perú, en lo que concierne específicamente a las fiestas cívicas, las siguientes conmemoraciones, veamos:

El 8 de Setiembre, aniversario del desembarco del Ejercito libertador en Pisco; el 28 de julio, aniversario de la declaración de la independencia del Perú; el 18 de Setiembre, aniversario de la de Chile y el 25 de Mayo, aniversario de la de Buenos Aires : el 12 de febrero, 5 de Abril y 6 de Diciembre, aniversarios de las batallas de Chacabuco, Maipú y Pasco; el 29 de diciembre ¡Oh sorpresa!!, aniversario de la independencia de Trujillo; el 8 de Octubre, aniversario del juramento del estatuto provisorio; el 30 de Agosto, aniversario de la instalación de la orden del Sol, etc. (Gaceta del Gobierno de Lima Independiente, T. II, N.º 20, de 9 marzo de 1822).

Ahora bien, en el Prefacio de la obra Cartas Históricas del Perú (Tomo I), del historiador y diplomático peruano Juan Pedro Paz Soldán Valle Riestra, se lee lo siguiente: 

    “Los hechos de ese decenio (1819 – 1829) aparecen a cada paso desfigurados, o falseados. Se repite que Trujillo fué la primera ciudad del Perú que proclamó la independencia, gloria que otras veces se discierne a Lambayeque, y se olvida que fué Ica la que el 21 de octubre de 1820 proclamó antes que ninguna otra la emancipación del dominio español” (sic). (Paz – Soldán, 1920: 569, 579).

El historiador coronel Manuel Bonilla Castro, natural del distrito de Reque (Chiclayo), nos dice que la otrora humilde caleta de pescadores de Supe, actual Puerto Supe situado a 190 kilómetros al norte de Lima, en el distrito del mismo nombre, provincia de Barranca, fue el primero en proclamar la independencia el 5 de octubre de 1819. Tesis sustentada, por el mencionado historiador, producto de una prolija investigación en la papelería del virrey Joaquín de la Pezuela, y que diera a conocer en su Ensayo titulado: Fecha y Primer lugar del Perú donde se Proclamó la Independencia, aparecido, en 1948, en la Revista del Centro de Estudios Históricos Militares del Perú.

Sin embargo, los documentos escritos hablan, conservan nuestra memoria, nuestros recuerdos. Viejos manuscritos, amarillentos papeles, muchas veces olvidados en vetustos y polvorientos anaqueles de un antiguo archivo o biblioteca pública o privada. 

Y es precisamente en los estantes de una biblioteca pública, la Biblioteca Nacional del Perú, con sede en la capital, que el desaparecido historiador lambayecano Augusto Castillo Muro Sime, descubre, de entre la copiosa papelería por el pacientemente revisada, una carta, una vieja misiva, cursada por el lambayecano don Miguel Blanco y Vélez al promotor de la independencia de Piura don Miguel Jerónimo Seminario y Jaime, su data: 18 de enero de 1821. 

En uno de los párrafos de esta histórica carta, y que al momento nos interesa, Blanco y Vélez le comunica a Seminario y Jaime lo siguiente, y cito: 

    […] en este pueblo nos anticipamos a proclamar la independencia tres días antes de recibir la orden del Sor. Torre Tagle…” 

Huelgan los comentarios.

Augusto Castillo Muro Sime

En el Tomo I de la “Historia del Perú Independiente”, publicada en 1903, o sea hace 120 años atrás, obra del abogado, historiador y traductor limeño Manuel Nemesio Vargas Valdiviezo, padre del sacerdote e historiador jesuita Rubén Vargas Ugarte, se lee lo siguiente, y cito:

    “No corresponde, sin embargo, a Trujillo el honor de haber sido la primera ciudad del Perú que proclamara la independencia. Lambayeque, el 27 de diciembre de 1820, movida por el Dr. D. Pedro Antonio López Vidaurre, D. Melchor Sevilla. D. José María Muga, y sus vecinos notables se declaró libre del yugo español” (Ob., cit., 1903: 121).

Manuel Nemesio Vargas Valdiviezo

En un artículo publicado en el desaparecido diario “El Tiempo” de Chiclayo, el 27 de diciembre de 1918, el Dr. Maximiliano Oyola, natural del distrito de Olmos (Lambayeque), manifestaba haberse ocupado, in extenso, “del papel importante que había desempeñado la provincia de Lambayeque en la guerra de la independencia”. Todo esto, con motivo de celebrase, en Lambayeque, el 98 aniversario de su exitosa emancipación política del poder español.

En el texto escrito, Oyola, también había demostrado: 

    […] con argumentos incontrastables haber sido esta ciudad la primera que en Perú lanzó en grito de la libertad contra la dominación española el 27 de diciembre de 1820, sucediéndola Trujillo dos días después, Piura el 4 de enero siguiente, y Tumbes a las cuarenta y ocho horas de haberse sublevado la primera ciudad que fundara Pizarro en territorio peruano”. 

Así lo consigna, dos años después, en un extenso artículo publicado el 28 de julio de 1920, en el mismo diario “El Tiempo”, con motivo de conmemorarse el Centenario de la Independencia del Perú. Conservamos, felizmente, la amarillenta página de este viejo y desaparecido periódico chiclayano, obsequio de mi padre, un lambayecano de corazón. 

Maximiliano Oyola, fue un empecinado y vehemente defensor de la primacía de Lambayeque en el contexto de las declaraciones de la independencia del Perú. 

Para Oyola, Lambayeque hacía sido la primera comarca en declarar la independencia en el Perú.

Sin embargo, como bien sabemos ahora, concienzudos estudios e investigaciones posteriores nos han dado esta ventaja solamente en el Norte de nuestro País.

Dr. Maximiliano Oyola Cortez (Gentil cortesía del Sr. Vicente Sierra León)

En un número extraordinario del desaparecido Diario “El País” de Chiclayo, publicado el 27 de diciembre de 1920, precisamente con ocasión de celebrarse el Centenario de la Independencia de Lambayeque, aparecen literalmente escritas las tres actas de la independencia de Lambayeque.

Para nuestro dilecto amigo, el abogado e historiador Freddy Centurión González, natural de la ciudad de Trujillo, dichas actas se basaron en la trascripción hecha, en 1869, por el secretario de la Municipalidad de Lambayeque Sr. Manuel León, a pedido del entonces síndico procurador de dicho ayuntamiento Sr. Antonio Lamonja, interesado en la preservación de los hechos de diciembre de 1820, y que incluso pidió el testimonio de los últimos sobrevivientes de aquel momento de honra para nuestra generosa y benemérita ciudad.

Estas históricas actas fueron luego publicadas ese mismo año (1869), por el abogado, magistrado, político, escritor, diplomático, periodista e ideólogo liberal peruano y prócer de la independencia del Perú, don Francisco Javier Mariátegui y Tellería, en sus “Anotaciones a la Historia del Perú Independiente” del historiador arequipeño don Mariano Felipe Paz Soldán, criticando la omisión que Paz Soldán había hecho de los gritos patriotas en el norte del Perú, centrando preferentemente su atención en la figura del ilustre argentino general don José de San Martín y Matorras.

Esta recopilación sería transcrita también en 1873, por el coronel de caballería, erudito, bibliotecario y activo colaborador de la independencia del Perú, don Manuel de Odriozola Herrera, en el cuarto tomo de sus Documentos Históricos del Perú.

48 años después, en 1921, el geógrafo limeño Carlos Bachmann en su Monografía del Departamento de Lambayeque, y en 1927, el periodista lambayecano Ricardo Miranda Romero Gonzales, en su Monografía general del Departamento de Lambayeque, también transcriben las actas de la independencia de Lambayeque.


                           Francisco Javier Mariátegui y Tellería                              Manuel de Odriozola Herrera

Ricardo Miranda Romero Gonzales

En estas dos monografías, aparece también el informe elevado el 4 de noviembre de 1822, por el prócer de la independencia de Lambayeque general Juan del Carmen Casós Barrionuevo al general José de San Martín, poniendo de su conocimiento “…que la proclamación de la independencia de Lambayeque fue una proclamación antelada a todo otro punto del departamento” o sea Trujillo, hoy La Libertad (Miranda Romero, 1927: 39, 40).

Figura también el informe del prócer Juan Manuel Iturregui Aguilarte, de fecha 5 de mayo de 1851, en el cual da a conocer con lujo de detalles los pormenores del pronunciamiento de Lambayeque la memorable noche del 27 de diciembre de 1820; además del informe que a pedido de la Municipalidad de Lambayeque, emitieran, el 6 de agosto de 1869, los próceres lambayecanos José Ignacio Iturregui Aguilarte y José Leguía y Meléndez, respecto a los sucesos acaecido en diciembre de 1820. Donde ambos afirman que Lambayeque “proclamó su independencia el día 27 de diciembre de 1820” 

                                   Juan Manuel Iturregui Aguilarte                                 José Leguía y Meléndez       

    “El tema resulta, a veces, hasta monótono, un disco rayado, que se repite todos los años en igual fecha en desmedro histórico de Lambayeque” diría el recordado profesor y conferencista lambayecano Miguel Oneto García, en un extenso artículo aparecido en el Suplemento Dominical del Diario “La Industria” de Chiclayo, el 19 de enero de 1975.

Todo esto, a raíz de la férrea defensa que, sobre la primacía del pueblo de Lambayeque, apareciera en un editorial del Diario “La Industria” de Chiclayo, el 30 de diciembre del mencionado año, como consecuencia de los artículos aparecidos en diarios de Trujillo y Lima, que colocaban, líricamente, a la ciudad de Trujillo como primera en declarar la independencia en el norte del Perú, el 29 de diciembre de 1820, su autor el periodista Miguel Benigno Febres Fernandini, director del Diario chiclayano. 

En el aludido editorial, texto tradicional en los periódicos, Febres Fernandini había salido en defensa de la verdad histórica con su artículo titulado: “Fue en Lambayeque y el 27 de diciembre de 1820 donde se dio el primer Grito de Libertad”. 

Miguel Oneto García, remarcaría:          

    ¿Cabe acaso alguna duda calendaría, horaria o cronológica? ¿No es el 27, numérica, aritméticamente antes que 29 y, cronológicamente - en tiempo y espacio - tres días, 72 horas antes que el 29 de diciembre de 1820? (La “Industria” de Chiclayo de 19 de enero de 1975).

A la izquierda, Miguel Benigno Febres Fernandini (colección: Miguel Ángel Diaz Torres). A la derecha, Miguel Oneto García (archivo: Carlos Roncal Pretell).

En uno de los discursos pronunciados en el salón de actos de la Municipalidad Provincial de Lambayeque, un 27 de diciembre de 1993, hace exactamente 30 años atrás, el recordado profesor universitario, e incansable investigador lambayecano, Pedo Delgado Rosado, expone:

    “Está probado hasta saciedad y la documentación histórica es vasta y fecunda, de que Lambayeque al proclamar y jurar exitosamente su independencia el 27 de diciembre de 1820, se convirtió en la primera ciudad que en la región norte del Perú da el ejemplo”. 

Y seguidamente, en forma retórica, irónica, amparándose en lo expresado por Oneto García 18 años atrás, en 1975, expresa: 

    “La matemática que es la ciencia más exacta nos demuestra que el 27 de diciembre de 1820 es antes que el 29 de diciembre de 1820”. (Dos Discursos Históricos. Folleto editado, en 1993, por la Inspección de Cultura y Biblioteca de la Municipalidad de Lambayeque, a cargo, por aquel entonces, de la profesora Soledad Ramos Oyola). 

Y es que esta fehacientemente comprobado y, por ende, demostrado, que el pueblo de San Pedro de Lambayeque, antiguo partido de la intendencia de Trujillo, se convirtió en la flamante antorcha, en la tea que encendida alumbra el camino a la ansiada libertad en el Norte del Perú. 

A continuación, veamos, muy brevemente, lo que connotados historiadores nacionales manifiestan al respecto. 

El sacerdote jesuita e historiador peruano Rubén Vargas Ugarte, en su obra “Historia General del Perú”, editada en 1971, escribe: 

    “Después del pronunciamiento de Ica y Tarma, cábele a Lambayeque la gloria de haber jurado la independencia con prioridad a otras ciudades del Perú…Trujillo le seguía dos días más tarde” (Ob., cit. Tomo VII: 122, 125). 

El intelectual, escritor, economista, contador y doctor en ciencias económicas peruano Víctor Roel Pineda, en su libro “Los libertadores, proceso social, económico, político y militar de la Independencia”, aparecido en 1971 y premiado por el Centro de Estudios Histórico Militares, anota: 

     […] el cabildo de Lambayeque jura la independencia el 27 de diciembre de 1820. A poco habría de seguirle el de Trujillo, sede de la intendencia” (Ob., cit., 1971: 108).


                                      Rubén Vargas Ugarte                                                     Víctor Roel Pineda    

En la “Cronología del Proceso de la Emancipación Peruana”, redactada en 1972 por el abogado e historiador Peruano Luís Durand Flores, en lo concerniente a los acontecimientos acaecidos en diciembre de 1820, recalca que Lambayeque juró su independencia dos días antes que la proclamación de Trujillo por el Marqués de Torre Tagle. 

Y como no recordar también, en esta histórica fecha, al escritor, historiador, poeta, abogado, pedagogo, diplomático, magistrado y político lambayecano Germán Leguía y Martínez, tal vez el más vehemente defensor en torno a la primacía de Lambayeque en el grito libertario en el norte del Perú. 

Para demostrarlo ahí están sus documentadas páginas reproducidas en su monumental obra “Historia de la emancipación del Perú, el protectorado”, publicada póstumamente en siete volúmenes por la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia en 1971. 

Después de enmendarle la plana al magistrado, profesor, historiador y periodista, Nicolás Rebaza Cueto, por ciertas notas (a todas luces falsas), aparecidas en su libro Anales del departamento de la Libertad en la guerra de la independencia, publicado en 1898, Leguía y Martínez, escribe:

    “Ya que se nos presenta la ocasión de dilucidar, de una vez por todas esta debatida y ya vieja contienda histórica, séanos permitido alegar, dos argumentos poderosísimos, que, en nuestro concepto, la dejarán definida para siempre, imprimiendo final silencio en los labios de los trujillanistas (sic); y dejando en pie, irrebatibles, inexpugnables, la verdad y la justicia, que favorecen la causa de Lambayeque. Y en efecto, preguntamos a los defensores de la primacía trujillana: ¿los diputados por Trujillo, Sres. Marqués de Bellavista; Dr. D. Toribio Rodríguez de Mendoza; D. Antonio, hermano de este último; Don Martín Ostolaza; Dr. D. Faustino Sánchez Carrión; Dr. D. Tomás Diéguez; Dr. D. Juan Antonio Andueza; D. Pedro José Soto; D. José Correa Alcántara; Don Alejandro Crespo y Casaux (o Casós), D. Manuel Amunategui; Don Gaspar Nieto Polo; y el marqués de Salinas, D, Francisco J. de Fernández y Paredes, (de propósito omitimos a Mariano Quesada Valiente y al eminente hombre público, Dr. D. Justo Figuerola por ser los dos lambayecanos); ¿estuvieron, o no presentes en la sesión de 19 de diciembre de 1822, en que se ratificó a Lambayeque el título de ciudad y el renombre de generosa y benemérita, fundando la ratificación en el hecho de haber dado esa población dado el ejemplo en la proclamación de la patria independiente con antelación a los demás pueblos del departamento? Sí estuvieren presentes, todos o la mayor parte de ellos: y ninguno, absolutamente ninguno, se opuso a la inserción, en la ley, de frase tan elocuente y terminante, que, de haber sido opuesta a la verdad, habrían todos ellos combatido como contradictoria de los hechos y eminentemente dañosa para los derechos de Trujillo.

    Y no solo esto, sino que la ley fue firmada por el presidente del Congreso Sr. Dr. Juan Antonio Andueza, diputado por Trujillo y rector del colegio Seminario de esa ciudad; personaje, al estampar su firma, en la ley citada de 18 de diciembre de 1822, imprimió en ella el brillo de su nombre, colocóla (sic) bajo el escudo de su alta reputación y autoridad, y la hizo resplandecer eternamente con el fulgor de la justicia más pura y de toda la verdad más firme, segura y sincera.

    Y, aun suponiendo ausentes – lo que no es cierto – a todos, todos los diputados trujillanos, y la ley favorable a Lambayeque, aprobada por un descuido condenable de éstos ¿por qué no hicieron en seguida ratificar a su vez el decreto de Torre Tagle de 31 de enero de 1822, que dio a Trujillo los renombres de benemérita y fidelísima a la Patria; y ratificar , en la ley respectiva , lo dicho a favor de los lambayecanos en ley anterior, reivindicando para su capital  el mérito usurpado por una de sus dependencias?.

    No lo hicieron, ni podían hacerlo, porque la verdad y la justicia se imponen a las almas grandes y nobles, como aquéllas que entonces desempeñaban la representación del departamento de La Libertad. Son los descendientes de esas nobles y grandes almas – y no éstas – los que pretenden arrebatar a la desgraciada Lambayeque, a esa pobre población cuatro veces arruinada por su río (en 1791, 1828, 1871, 1878) el insignificante honor que supo conquistarse, no como Huancavelica, Ayacucho, Cerro de Pasco. Huancayo, Jauja y Tarma, bajo la protección de las armas patriotas de la división Álvarez de Arenales sino privada y alejada de toda protección, aunque rodeada de peligros antes de la proclamación y después de ella…” (Ob., cit., 1972: 410, 411).

Germán Leguía y Martínez (Archivo: Freddy R. Centurión González)

En 2021, la historiadora peruana Natalia Sobrevilla Perea, profesora de la Universidad de Kent (Inglaterra), en su obra Independencia. A 200 años de lucha por la Libertad”, nos dice que la independencia de Trujillo, dentro de la cual se incluía, como sabemos, el partido de Lambayeque, juró su libertad en diciembre de 1820, y páginas más adelante, en la cronología que ofrece como apéndice, indica la fecha del 27 de diciembre de 1820 como de la proclamación de Lambayeque y el 20 como la de la proclamación de Trujillo.


 Natalia Sobrevilla Perea

Como hemos podido observar en esta sucinta relación, en este apretado listado de hechos y herramientas esenciales (documentos), Lambayeque tiene los dones, ya que cuenta hasta el momento con los instrumentos probatorios para no dejar por ningún motivo, causa o circunstancia, se altere o modifique la verdad, aquella que dicta la rigurosa historia. 

Pedro Delgado Rosado, recordaba las palabras del historiador Augusto Castillo Muro Sime, cuando refiriéndose a la eterna polémica en que nos tienen enfrascados, de cuando en cuando, los estudiosos trujillanos, en torno a la prioridad del primer grito libertario dado en el norte del Perú, Castillo Muro Sime, decía: “Lambayeque no polemiza, prueba”, y Delgado Rosado agregaba: “Prueba con documentos, con documentos de ayer, con documentos de hoy y con estudios del mañana”.

Pedro Delgado Rosado

Para terminar, que no nos quepa la menor duda en el sentido de que deben haber sido momentos de intensa emoción patriótica los vividos en aquellos inigualables y álgidos días en la antigua comarca lambayecana que fundara el mítico Naylamp. 

Ahora nosotros también los recordamos con cierta melancolía. Porque como bien anotara el ilustre poeta peruano José Gálvez Barrenechea:

    “…tal vez no se han cumplido del todo los votos y los deseos de nuestros progenitores ilustres que se atrevieron a enfrentarse a un poder secular y glorioso para que fuéramos no solo libres sino también grandes”. 

Ha transcurrido tanto tiempo y tal vez, volvemos a sustraerle la docta pluma a don José Gálvez, cuando dice:

    “…si se realizara el milagro de que volviera a congregarse el polvo y fueran otra vez con nosotros los que duermen el glorioso sueño de la inmortalidad, tal vez nos preguntarían con patriótica congoja ¿Qué hemos hecho para ser dignos de su memoria y de su obra?

Por todo ello, en una conmemoración profundamente cívico patriótica, como la que hoy celebra alborozada la gallarda ciudad de Lambayeque, que no conoció ni el deshonor ni el miedo y que al final se convirtió en “El azote de tiranos y honra de la Nación”, es necesario evocar con profundo sentimiento patriótico a nuestros próceres y, sobre todo, a aquellos anónimos combatientes, criollos, indios, mestizos, zambos, pardos, mulatos, esclavos de color, etc., que regaron con su sangre los campos de batalla en las gloriosas jornadas de Pichincha, Zepita, Junín y Ayacucho. Juntos, codo a codo, lucharon denodadamente bajo el sublime juramento de alcanzar la ansiada libertad, porque era una causa justa e ineludible ley natural. 

Apenas consumada la jura de su independencia, Lambayeque envió inmediatamente cuantiosa contribución logística y pecuniaria a la revolucionaria empresa independentista. Valiosísimo aporte a la campaña lo constituyeron también los jóvenes voluntarios lambayecanos que desde un primer momento fueron a engrosar las filas del emergente ejército patriota, acantonado en Huaura.  Muchos de ellos formaron la selecta escolta del general don José de San Martín. 

El libertador al encontrarse frente al disciplinado contingente lambayecano, comandado por el prócer de la independencia de Lambayeque, a la sazón, capitán de milicias disciplinadas de infantería de Lambayeque don Pascual Saco Oliveros, exclamó lleno de emoción: 

    “Con estos hombres y estos auxilios se hará la independencia del Perú”.    

 

Coronel Pascual Saco Oliveros

Hijos de Lambayeque unidos a los de Piura y Trujillo, integraron la legión de bravos soldados que contribuyeron en forma decisiva a la victoria de Pichincha el 24 de mayo de 1822, que dio libertad e independencia a la hermana república del Ecuador. 

Poco después, el 25 de agosto de 1823, combatieron en la batalla de Zepita cargando exitosamente a caballo contra la sorprendida caballería realista.

Por los caros servicios prestados a la campaña final de la independencia del Perú, el pueblo de Lambayeque fue elevado a la categoría de “Ciudad”, el 22 de junio de 1822, otorgándosele también el honroso título de “Generosa y Benemérita”. Decreto ratificado, por el Primer Congreso Constituyente del Perú, el 18 de diciembre de ese mismo año. Reconociendo, este cuerpo legislativo, que “Lambayeque había dado el ejemplo a los demás pueblos del departamento de Trujillo, en la proclamación de la patria independiente”, tal y como consta en el citado instrumento.    

Fueron también hijos de esta “santa tierra”, unidos a sus congéneres de Chiclayo y Ferreñafe, los que regaron con su sangre los campos de Zepita, el 25 de agosto de 1823, Junín, el 6 de agosto de 1824, y Ayacucho, el 9 de diciembre de ese mismo año.


Batalla de Pichincha (24 de mayo de 1822)

Batalla de Junín (6 de agosto de 1824)

El 23 de abril de 1824, meses antes de la memorable jornada de Junín, donde está por demás decirlo quedó demostrado que nada era superior al valor de estos “huerequeques” a caballo, el libertador Simón Bolívar había manifestado:

    “El pueblo de Lambayeque es muy benemérito y yo lo amo naturalmente mucho; dígaselo Ud. a su Intendente para que todos lo sepan" (Carta al coronel Heres, Huamachuco 23 abr. 1824, C.L., p. 133). 

Que mejor homenaje, en esta histórica fecha, que recordar la arenga del abogado, político y fiel bolivariano José Domingo Choquehuanca (natural de Azángaro) pronunciada ante el mismo Bolívar, el 2 de agosto de 1825, en Pucará, en la provincia de Lampa ((Juliaca, Puno).              

   “Quiso Dios de salvajes formar un gran imperio y creó a Manco Cápac; pecó su raza, y mandó a Pizarra. Después de tres siglos de expiación ha tenido piedad de la América, y os ha enviado a vos. Sois, pues, hombre de un designado p1ovidencial. Nada de lo hecho antes de vos se parece a lo que habéis hecho; y para que alguno pueda imitaros, será preciso que haya un mundo por libertar. Habéis fundado cinco Repúblicas, que en el inmenso desarrollo a que están llamadas, elevarán vuestra grandeza a donde ninguna ha llegado. Vuestra fama crecerá, así como aumenta el tiempo con el transcurso de los siglos, y así como crece la sombra cuando el sol declina”.


Libertador Simón Bolívar (Dibujo a la tinta: Mayor EP. Jorge Izquierdo Llanos)



Acta de proclamación de la independencia de Lambayeque

27 de diciembre de 1820

“En el pueblo de Lambayeque, a las diez de la noche del día de hoy, veintisiete de diciembre de mil ochocientos vente, y primero de la independencia de este pueblo, los señores doctor don Pedro Antonio López y Vidaurre, alcalde de primera nominación y abogado de la audiencia nacional del distrito; don Melchor Sevilla, alcalde de segunda nominación y teniente del escuadrón (de milicias) de Pacasmayo; los regidores, Dr. D. José maría Muga, alguacil mayor y subteniente del regimiento de infantería de milicias de este pueblo; don José Manuel Poemape, depositario de la caja de propios; don Eugenio Crisanto Yerren; don Valentín Mondragón, subteniente de milicias de infantería de este partido y alcalde provincial, don Pedro Yuyas; los síndicos procuradores Mariano Quesada y don Hilario Gil – que componen el primer ayuntamiento de esta población – se han reunido los señores susodichos en hora imtempestiva (sic) y en la casa del señor alcalde de segunda nominación don Melchor Sevilla, por varias graves razones, siendo entre ellas, la que más ha obligado a esta Junta, extraordinaria en tiempo y lugar, eludir el continuo espionaje y las trabas que, por ser español europeo el subdelegado presidente (Manuel Jacinto Romero) podría oponer a las miras beneficiosas de esta corporación, si se reuniese en la casa consistorial; resolvieron cautelarlo todo del modo expresado y, en su consecuencia, después de haber hecho presentes las diversas cartas del Excmo. Sr. D. José de San Martín, general del Ejército Libertador del Perú, escritas a varios individuos de este cuerpo, y conferenciado muy detenidamente sobre el espíritu de todos sus capítulos; e igualmente después de haber balanceado la justicia de la causa que defiende, por cortejo de sus papeles públicos, superiores en todo a los buenos conceptos de los papeles de lima; convencidos, en mérito de todo, de la buena causa que defienden las armas patrióticas, de cada uno anticipadamente estaba persuadido; y tratando de dar ejemplo a los demás cabildos de esta provincia, adicto al sano sistema de la libertad e independencia de la América del gobierno español, a que desgraciadamente ha estado sujeta hasta el día, por el duro sistema colonial, deseando romper las cadenas opresoras de tan ignominiosa esclavitud – por un rasgo generosos y unido de la libre y espontánea voluntad de este ilustre cuerpo – ha resuelto jurar, como de facto jura, la independencia absoluta del gobierno español, por sí y a nombre de toda esta población a quien representa, satisfecho, hasta la evidencia, de ser este voto común, subordinándose totalmente al sistema de constitución y leyes que el gobierno supremo de la Patria estableciere para el arreglo, buen orden y felicidad de todos sus hijos nacidos en esta América, protestando ante Dios, y la faz de todo el universo, sostener y defender, con sus vidas y haciendas, la santa religión que profesa, los códigos y las leyes que en lo presente y futuro dictare la Patria para el mejor orden y régimen de sus pueblos, previniendo que, si este juramento no lo hace con todas las demostraciones y solemnidad que desea este cuerpo, y el modo público que correspondería, no es por otra causa que la de evitar el escándalo de las opiniones de los jefes militares de esta población, que juzgan poder contrariar sus votos y juramentos, en mérito del total recato y falta de noticia de este ayuntamiento, conque ha procedido hasta el día el señor comandante militar, acerca de cuanto se le ha comunicado de oficio sobre el estado de los negocios públicos; para cuya constancia así lo dijeron y firmaron, previniendo que, sacándose copia certificada de esta acta, se remita, en tiempo oportuno, al Excmo. Sr. Capitán general y en jefe del Ejército Libertador, para su superior satisfacción, siendo del resorte de esta corporación el manifestar – variadas las circunstancias – de un modo solemne y público, sus sentimientos patrióticos, en celebridad del día feliz en que ha recuperado el Perú la antigua libertad en que fué creado por el Eterno, de que certificamos.- Firmados: - Dr. Pedro Antonio López y Vidaurre.- Melchor Sevilla. – José María Muga.- Eugenio Crisanto Yerrén.- José Manuel Puémape.- Pedro Yuyas.- Valentín Mondragón.- Dr. Mariano Quesada.- Hilario Gil.- Ante mí; José Manuel Otiniano, secretario patriótico”. (sic) (Miranda Romero, 1927: 36, 37, 38).


La desaparecida casa “Salcedo” en Lambayeque (Brüning, 1911)

La casa “Salcedo” se encontraba ubicada en una de las esquinas de la Plaza de Armas “27 de Diciembre” de la generosa y benemérita ciudad de Lambayeque, justo a espaldas de su monumental iglesia San Pedro. En 1962, se derribaron los viejos y resistentes muros de la “Casa Grande”, como se le denominaba en pasadas épocas al solar patricio de la familia Salcedo. En ese año, y sin ninguna compasión, se desmontó la hermosa escalera de fina madera de cedro de Panamá que conducía a su segunda planta. Se “rifaron”, o remataron al mejor postor, las hermosas ventanas de balaustres de madera y fierro forjado de sus principales habitaciones interiores. Se desarmaron las piezas de fino cedro de Nicaragua de sus bellos techos artesonados. En fin, se taló desde sus raíces el viejo y hermoso árbol de tamarindo, de tupido follaje, ubicado en el lado derecho de su amplio patio principal, para convertirlo luego en combustible para la elaboración de la espumante chicha de “dos cocidas”. Ese fue el tiste final de aquella antigua casa donde la memorable noche del 27 de diciembre de 1820, el cabildo patriótico de esta ciudad firmara el acta de declaración de su independencia del poder español. Es más, en esta desaparecida mansión lambayecana pasó sus primeros siete años de vida el presidente Augusto Bernardino Leguía Salcedo (Izquierdo Castañeda, Blog: Lambayeque Camino al Bicentenario. 2 de junio 2017).



Bibliografía 

BACHMANN, Carlos J. Departamento de Lambayeque Monografía Histórico Geográfica. Imprenta Torres Aguirre, 1921.

Diario “La Crónica” de Lima, junio de 1920.

Diario “La Industria” de Chiclayo. Suplemento Dominical, Carta abierta al Director de “La Industria”. El primer Grito de la Libertad del Norte fue en Lambayeque (Diciembre 27 – 1820) no en Trujillo (Diciembre 29 de 1820), 19 de enero de 1975.

Diario “El Tiempo” de Chiclayo, 28 de julio de 1920.

ELOGIO. Del Excelentísimo Señor Don José de San Martín y Matorras, Protector del Perú, Generalísimo de las Fuerzas de Mar y Tierra. Lima 1822. Imprenta de Don Manuel del Rio. 

Gaceta del Gobierno de Lima Independiente Tomos I a III julio, 1821 - diciembre 1822. Ministerio de Educación Universidad Nacional de la Plata (Argentina). Año del Libertador General San Martín, 1950.

Gaceta del Gobierno de Lima Independiente. Sábado 8 de septiembre de 1821. 

Gaceta del Gobierno de Lima Independiente. Sábado 29 de diciembre de 1821. 

Gaceta del Gobierno de Lima Independiente. Sábado 26 de enero de 1822. 

Gaceta del Gobierno de Lima Independiente. Sábado 2 de febrero de 1822. 

Gaceta del Gobierno de Lima Independiente. Sábado 9 de marzo de 1822. 

IZQUIERDO CASTAÑEDA, Jorge. En torno al Patrimonio Cultural de la ciudad de Lambayeque. Lambayequealbicentenario.blogspot.com/., 2 de junio 2017. 

LEGUÍA Y MARTÍNEZ. Germán. Historia de la emancipación del Perú. El Protectorado, Volumen III. Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, 1972

MIRANDA ROMERO, Ricardo. Monografía Histórica del Departamento de Lambayeque. El Tiempo. 1927.

PAZ-SOLDÁN, Juan Pedro. Cartas Históricas del Perú. Primera Serie. Correspondencia de los generales San Martín, Bolívar, Sucre, La Mar, Torre Tagle, Guido, Heres, Necochea, Martínez, Guise, La Fuente, Berindoaga, etc. Recopilación. Librería e Imprenta Gil - Lima Banco del Herrador, 1920.

SOBREVILLA PEREA, Natalia. Independencia. A 200 años de lucha por la Libertad, Editorial Ediciones B., 2021.

VARGAS VALDIVIESO, Manuel Nemecio. Historia del Perú Independiente, Tomo I, 1911.  

VARGAS UGARTE, Rubén. Historia General del Perú: Emancipación, 12 tomos, 1971 – 1984.