miércoles, 5 de agosto de 2020

196 ANIVERSARIO DE LA GLORIOSA BATALLA DE JUNÍN. ANTESALA DE LA LIBERTAD


Batalla de Junín. La carga victoriosa

Los dos Escuadrones de Caballería de la “Legión Peruana de la Guardia” creada por Decreto Protectoral del general argentino José de San Martín y Matorras, el 18 de agosto de 1821, bajo el comando del mariscal de campo José Bernardo Tagle, Marqués de Torre Tagle, fueron el origen del actual Regimiento de Caballería «Glorioso Húsares de Junín» N° 1 - Libertador del Perú.

Debemos recordar que “La Legión Peruana de la Guardia” estaba compuesta por un batallón de infantería, de seis compañías (una de granaderos, una de cazadores y cuatro de fusileros), dos escuadrones de caballería ligera y una compañía de artillería volante,

Estos dos escuadrones de caballería, que en un principio estuvieron bajo las órdenes del mayor argentino Eugenio Mariano Necochea Saraza, fueron fundados sobre la base del “Escuadrón de Húsares de la Escolta” - antes llamado Escuadrón del Regimiento “Cazadores a Caballo de los Andes”, compuesto por soldados argentinos - creado en enero de 1821, bajo las órdenes del capitán, de nacionalidad francesa, Pedro Benigno Raulet.

Eugenio Mariano Necochea Saraza

En octubre de 1822, se modifico la organización interna de la Legión: “el batallón de Infantería sirvió de base a un Regimiento de dos batallones, llamado “Legión Peruana”; y los dos escuadrones de caballería se convirtieron en un regimiento de esa arma con cuatro escuadrones; el cuarto de estos escuadrones sirvió de base para formar el Regimiento de “Coraceros”, el mismo que adoptó el nombre de “Húsares del Perú”, a inicios de 1824”.

El historiador y periodista peruano Juan José Vega Bello, decía que este regimiento, que en sus inicios estuvo conformado por jinetes peruanos y argentinos, se llamaba “Coraceros”, pero una vez que fuera incrementado con los escuadrones organizados en Lambayeque  (Chiclayo, Ferreñafe y San Pedro), La Libertad y Piura devino en llamarse “Coraceros de Lambayeque”, desde ese momento su personal sería exclusivamente peruano, y básicamente de tez morena. El “Cuarto Escuadrón de Húsares de la Legión Peruana de la Guardia” estuvo bajo el mando del general tarapaqueño Antonio Gutiérrez de la Fuente y del entonces mayor Ramón Castilla y Marquesado, también oriundo de San Lorenzo de Tarapacá.

General Antonio Gutierrez de la Fuente

El “Cuarto Escudrón de Húsares de la Legión Peruana de la Guardia” se creó en Lambayeque.      

A escasos días de haberse producido la histórica batalla de Pichincha, el 24 de mayo de 1822, para ser más exactos: el 2 de junio de 1822, el sargento mayor de caballería del Ejército Libertador don Eufemio Aramburú, de nacionalidad argentina, fue comisionado para formar en Lambayeque: el “Cuarto Escuadrón de Húsares de la Legión Peruana de la Guardia”. El citado Escuadrón se compondría, a su vez, de dos compañías de lanceros de 150 plazas cada uno.

Para cumplir con esta misión, Aramburú, había arribado a Lambayeque, vía el puerto de Pacasmayo, acompañado de un Cuadro de oficiales y su “correspondiente base de veteranos” de esa arma. El Cuadro, en su momento, se encontraba conformado, incluyendo a Aramburú, de los siguientes efectivos: un Alférez, un Húsar, un Cabo y veinticuatro Húsares veteranos. En total 28 personas.

Uniforme de un Húsar de la Guardía

En un oficio enviado el 22 de junio de 1822, por el coronel uruguayo Enrique Santiago del Carmen Martínez Dizido, presidente y comandante general del Departamento de Trujillo, al coronel argentino Nicasio Ramallo - a la sazón, gobernador político y militar de Lambayeque - le manifestaba tomara muy en cuenta: “que era importantísimo el que en el menor tiempo posible se ponga este cuerpo en estado de expedicionar" (sic) (Archivo Regional de Lambayeque (ARL). Comandancia Militar (CM) 1821 - 1822). Para esto, el presidente del departamento, le pedía se adoptasen: “cuantas medidas sean conducentes a fin de remover todo impedimento que sirva de demora a este fin” (Ibíd.).


Enrique Santiago del Carmen Martínez Dizido

Así mismo, Ramallo, quedaba plenamente autorizado: “para establecer empréstitos con la garantía de los fondos del Estado, admitir donativos y promover los arbitrios equitativos que proporcionen los útiles necesarios, y principalmente caballos".  (ARL. CM. 1822). Ramallo, podía dar cuenta de todo lo librado - en cuanto a los gastos indispensables del Cuadro de oficiales y veteranos - tanto en la receptoría de Lambayeque, a cargo de don Andrés de Irazábal, como en la Aduana de Pacasmayo, a cargo de don Pedro José Bracho: “en cuyos establecimientos hará se tome razón de esta orden” (Ibíd.).

En su oficio, el coronel Martínez Dizido concluía instando al gobernador con estas sugerentes palabras:

    “Proclame a ese benemérito vecindario y excite su patriotismo, para que con su opinión e influjo a este importante fin (sic) que tiene por objeto la seguridad pública”. (Ibíd.).

Días antes, el 18 de junio de ese año, el coronel Ramallo había oficiado al gobernador de Chiclayo, don Antonio Solís, para que inmediatamente consiguiera 70 mulas a efecto de destinarlas al Escuadrón de Húsares que se estaba formando en Lambayeque.

En su respuesta, Solís, le hace saber, al gobernador político y militar del partido, que solamente había podido colectar 50 mulas de los arrieros “existentes” en el pueblo de Chiclayo, por estar los demás “ausentes” y otros, como en el caso de Juan Manuel Soto, por haber presentado su “papel” de excepción otorgado por ese gobierno.

Las mulas estarían en Lambayeque “sin falta” el día 20 del corriente. Esta pequeña demora se debió a que Solís se había dirigido, el día anterior, “â los montes à traerles el Pasto” (sic) (ARL. CM. 1822 – 1823). Solís, finalizaba su nota, expresando que para dar fiel y total cumplimiento a lo solicitado “debera Ocurrirse al Pueblo de Eten” (sic) (Ibíd.).

En esa oportunidad, en un gesto patriótico que lo enaltece, el coronel de caballería de milicias disciplinadas de Ferreñafe don Baltazar Muro de Rojas, ofreció, de su peculio, un peso de gratificación a cada voluntario que se alistase en el “Cuarto Escuadrón de Usares de la Guardia” (sic), que se estaba formando en Lambayeque, bajo las órdenes del comandante Eufemio Aramburú.

Baltasar Muro de Rojas, fue hijo primogénito de don Juan Joaquín Muro de Rojas, natural de Villoslada, Castilla la Vieja (España), y de doña María Isabel de Rojas Caso. "Fue: Ayudante Mayor de Caballería. Defensor de Menores y del Juzgado de Bienes de Difuntos en 1792-94. Alcalde ordinario de Lambayeque, 1801. Coronel de Caballería. Administrador de correos en Lambayeque. Ministro Principal de las Cajas reales de Cuenca, en 1818. Gobernador político y militar de la provincia en 1823. Contrajo matrimonio hasta en tres oportunidades: en primeras nupcias, con doña Josefa Guzmán Cossío, sin sucesión; después, con su sobrina doña Juana Miera Polo, sin sucesión; y por último, con doña Mariana O’ Kelly, con sucesión”. (Zevallos Quiñones: 1946, T II: 74, 75). “Baltazar Muro de Rojas, inició sus acciones patrióticas a tempranas horas del 27 de diciembre del año 1820, presentándose en Lambayeque como Comandante de las Milicias de Caballería de Ferreñafe, teniendo a su cargo 491 hombres de la Tierra de la Doble Fe”. (Jorge Manuel Idrogo Muro). La memorable noche de ese día, el partido de Lambayeque proclamo, exitosamente, su independencia del opresor régimen español.

Por constituir un documento histórico, bien vale la pena trascribir, literalmente, la carta enviada por el coronel Baltazar Muro de Rojas al coronel Nicasio Ramallo, veamos:

       Lambayeque junio 30 de 1822.

       Siento el mayor placer al resolverme á cercenar desde hoy la ración de pan á mis siete menores hijos por concurrir al auxilio de la expedición que ba á construir la Libertad de mi Patria, bajo la conducta del hijo predilecto de la victoria que nos ha enviado el cielo, canzado ya de sufrir á los monstruos de la tiranía, y despotismo, que la han oprimido tres siglos.

       La adjunta libranza es inferior á mis deseos, pero no me permite por aora otra cosa mi fortuna. Estoy contribuyendo un peso de gratificación á cada voluntario que se presenta al servicio del Escuadron de Usares, que se esta levantando para la defensa del Estado, y no excusaré contribuir á ella h[as]ta el sacrificio de mi persona e hijos, con los cortos haberes de que subsisten si para salbarlo fuere necesario, porque para todo estoy decidido, sin exigir recompensa, ni reintrego de ninguna especie.

      Dignese VS. Aceptar mi pequeña ofrenda, y las consideraciones de su mas atento y seguro servidor. (sic).

                                                                                   Baltazar Muro. (Ibíd.)

Aparte de estos nobles y significativos aportes voluntarios, los cupos, la requisa de la plata labrada de las iglesias y la colectación de empréstitos forzosos se venían ejecutando con cierta regularidad en todo el partido. Una muestra de ello lo constituye la entrega, en calidad de empréstito forzoso de 134 pesos y 6 reales, a los que se sumarían los 4 pesos de don Pedro Arriola “de los dos semestres que no había enterado, y D. José María Arriola su hijo entrego igualmente doce reales de su pertenencia” (sic), total: más 5 pesos 4 reales. Según la nota enviada por el teniente gobernador de Pacora, don José María Rivadeneira, al coronel Ramallo (ARL. CM. 1822 – 1823).

Sin embargo, las bajas por deserción del "Escuadrón Húsares de la Guardia" se habían tornado inquietantes. Un claro ejemplo lo constituye la nota, fechada el 19 de septiembre de 1822, enviada por el citado comandante, al coronel Nicasio Ramallo, gobernador político y militar de Lambayeque, donde le informa de la deserción de 18 individuos de aquel Escuadrón “desde el veinte y cuatro de Agosto hasta esta fecha” (Ibíd.).

Esto nos da una idea en cuanto a que el reclutamiento de personal, para el servicio de las armas, no siempre estuvo a la altura de las circunstancias. La leva “forzosa” o la conscripción obligatoria de todos los hombres de 17 a 50 años de edad, sobre todo solteros, no siempre dieron los resultados deseados.

La leva “forzosa” que consistía en enviar al servicio de las armas a hombres marginales o “sin importancia”, que carecían de oficio conocido o “mal entretenidos”, mendigos, revoltosos, presos, desertores etc. dieron lugar, en muchos casos, a sendos abusos, donde se reclutaban hombres a la fuerza bajo el pretexto de faltas o delitos inexistentes, a veces aprovechando las horas nocturnas, ya sea en campos, suburbios, pulperías, haciendas, etc.

Esto se dio a todo lo largo de la campaña final de nuestra independencia del opresor régimen español. Pero esto también dio pie a que ciertas autoridades se hicieran de la vista gorda con el fin de proteger a individuos que reunían algunas de las “cualidades”, no tan santas, antes mencionadas.

Un claro ejemplo de esto lo constituye la queja que una autoridad de San Pedro de Lloc, don Marcos Ortega, le hace llegar, mediante una nota fechada el 28 de octubre de 1822, al coronel Ramallo, gobernador político y militar del partido de Lambayeque. En ella, Ortega, le manifiesta que el teniente gobernador de ese pueblo: “…disimula los mejores hombres para el servicio, por consideraciones de ser ellos de la misma población, y vecinos de los riquitos de la población, y solo pone la atención en aquellos casi inutiles para el sevicio y pobres huerfanos labradores habiendo en dha. poblacion y circuitos de ella tantos hombres bagos lleno de todos los bisios” (sic). (ARL. CM. 1822).

Eusebio Ortega, se quejaba de no haber cumplido con reclutar a esos hombres porque su accionar era limitado y no contaba con ningún auxilio. Esa era también una de las causas por la que se burlaban de él; como lo había hecho el alcalde de naturales de dicho pueblo don Eusebio Ulfe, que aparte de negarle los auxilios necesarios que, Ortega, le había solicitado con anticipación, había echado a la calle, “por autoridad propia”, a los mejores reclutas que se encontraban retenidos en la cárcel. Además el alcalde de naturales le había “rebatido” en público: que si no largaba a los que el mismo señalaba “los botaria á todos” (sic). Ortega, se lamentaba: “si verdaderamente lo egecuta se quedara echo por no tener yó como contenerlo” (sic) (Ibíd.).

De todo esto no se libraba ni el mismo alcalde de San Pedro de Lloc, don José Cayetano Vertiz, “ni todos los demás jueces” (Ibíd.). El citado alcalde, relata Ortega, franqueo “pasaporte á un recluta que lo tenia en deposito quitándolo a uno de los rregidores con el mayor escandalo en la Calle publica, asiendo poco caso de mi comicion sin atender a mis rrasones prudentes, injuriándome con palabras denigratorias” (sic) (Ibíd.). A raíz de todos estos vejámenes, Ortega, le solicitaba al gobernador político y militar del partido de Lambayeque, le enviara “caso de considerarlo justo” de cuatro a seis hombres “para de esta manera juntarme con siquiera treinta reclutas de los muchos bagos que estan metidos en las mismas casas de esta población, facultandome para todo bajo rresponsabilidad" (sic) (Ibíd.).       

El 22 de enero de 1823, se publicó un bando o aviso que se fijó en carteles públicos en toda la jurisdicción del partido de Lambayeque, amén de haberse pregonado, a viva voz, por las principales calles. El citado instrumento, emitido por el presidente de la intendencia de Trujillo el 16 de enero de ese mismo año, daba cuenta del "indulto" que se había practicado a los desertores del Ejército Libertador, con el fin de que retornaran a sus respectivos cuerpos.

A fines de febrero de 1823, el presidente de la intendencia de Trujillo hizo público otro bando, en el cual se prevenía que de los cuerpos cívicos o milicias disciplinadas de la ciudad de Lambayeque y su partido, se “organise uno” (sic) para que pase a Trujillo “al mando del oficial encargado”. Esto, con la finalidad de engrosar los cuerpos que en esa ciudad se encontraban.

En una nota enviada el 7 de abril de 1823, por el gobernador de Chiclayo, don José Antonio Solís, al gobernador político y militar del partido de Lambayeque, coronel Baltazar Muro de Rojas, le manifestaba que el problema para dar fiel cumplimiento con dicha orden: era el que los desertores del "exercito y escuadrón de la recluta de Usares” (sic) no se habían presentado a pesar del “indulto” que se les había concedido el 16 de enero de 1823. Para ese momento habían trascurrido dos meses de la publicación del bando, con lo cual ya había caducado o vencido la gracia, el perdón o la amnistía.

A raíz de esto, el presidente de la intendencia de Trujillo prorrogó dicho término por 15 días más. La orden se publicó por bando el 5 de abril de 1823 en Chiclayo, y fue dirigida, manifiesta Solís en su nota al coronel Baltazar Muro, “sin perdida de tiempo” (sic) al teniente gobernador de Monsefú para que “alli practicara la misma diligencia de publicación, hasiendo siguiera su destino a los demás Pueblos hasta el de San Pedro” (sic) (ARL. CM. 1823). Tanto Chiclayo como San Pedro de Lloc pertenecían, por aquel tiempo, al partido (provincia) de Lambayeque.

En la Gaceta de Gobierno del 12 de abril de 1823, consta que el coronel de caballería de Ferreñafe don Baltasar Muro de Rojas y el teniente coronel don Manuel Ojeda, proporcionaron, cada uno, cien pesos “para los que voluntariamente se alistasen en dicho cuerpo”, y que la dama lambayecana doña Catalina de Agüero López Vidaurre, costeó el estandarte de uno de estos escuadrones. Lo que no se precisa es si dicho estandarte era para el "Escuadron de Húsares de la Guardia", en plena formación, o para el Cuerpo que debía crearse, también en esta ciudad, con el fin de marchar a Trujillo. 

El 9 de agosto de 1823, el coronel Pedro Manrique daba cuenta de la “Razón de las Reclutas” que habían entregado los pueblos de Chiclayo, Monsefú, Olmos, Ferreñafe, etc., del partido de Lambayeque, y que habían caminado con destino a la ciudad de Trujillo, a engrosar las filas del Ejército Libertador. Son parte de los cientos de soldados lambayecanos que asistieron o regaron con su sangre los campos de batalla de Junín y Ayacucho. Son parte de aquellos miles de desconocidos compatriotas - campesinos, comuneros, indios, negros, mulatos, zambos, pardos, mestizos y criollos - que la historia oficial denomina “Héroes Anónimos”.


Bibliografía

Documentos

Archivo Regional de Lambayeque (ARL)

Comandancia Militar. 1821 - 1822

Comandancia Militar. 1822

Comandancia Militar. 1822 - 1823