La Estatua de la Libertad en Lambayeque |
Tanto por ser la primera, en
el Norte del Perú, en proclamar exitosamente su independencia del poder español
la memorable noche del 27 de diciembre de 1820 - evento de mayor trascendencia en
el calendario cívico patriótico de ésta ciudad - como por su indiscutible y
sostenida contribución a la revolucionaria empresa.
Todo esto, tres día antes que
la ciudad de Trujillo, capital de la intendencia del mismo nombre, jurisdicción
a la que pertenecía Lambayeque, proclamara su independencia el 29 de diciembre
de 1820, y siete meses antes del día en que el ilustre argentino capitán general
José de San Martín y Matorras, pronunciara en la plaza mayor de Lima, e hiciera pregonar a
tambor batiente por calles y plazas de la capital, su célebre proclama: “El
Perú es desde este momento, libre e independiente por la voluntad general de
los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”, la mañana del 28
de julio de 1821.
No cabe duda que en esta significativa fiesta patriótica, que hemos conmemorado hace dos días, nos han venido a la memoria los nombres de los ya conocidos próceres de la independencia de Lambayeque: Juan Manuel Aniceto Iturregui Aguilarte, Juan Pascual Saco Oliveros, José Rivadeneira y Tejada, José, Romualdo y Santiago Leguía y Menéndez, etc.
Sumemos también a ellos,
los nombres de los firmantes del acta del 27 de diciembre de 1820, del 31 de
diciembre de 1820 y del 14 de enero de 1821, declarados próceres de la
Independencia Nacional en octubre de 1965: Pedro Antonio López y Vidaurre,
Melchor Sevilla, Juan del Carmen Casós Barrionuevo, José Manuel Poemape,
Crisanto Yerren, Pedro Yuyas, Valentín Mondragón, Mariano Quesada y Valiente,
Hilario Gil, José Díaz de Arellano y José Manuel Otiniano.
A ellos agreguémosle,
de paso también, los nombres de los que
blandieron el sable, la lanza o el fusil, en las victoriosas jornadas de
Pichincha, Junín y Ayacucho: Manuel Salcedo, Gómez de la Torre, Domingo Pozo,
Sebastián Fernández Zamudio, Manuel Vidaurre, Cipriano Sabaleta, Manuel
Aguilar, Mateo Blanco, Manuel Iturregui, José Albujar, Juan Ruiz, Vicente
Castañeda, José Joaquín de Lecuona y Lecuona, Francisco Rivas Casós, Gertrudis
Poémape, José María Lastres y Martínez de Tejada, José Francisco Deza, Luciano
Mejía, José de la Cruz Pantojas (naturales de Lambayeque).
Sebastián Romero y José Leonardo Ortiz, naturales de Chiclayo. Del pueblo de
Motupe: José Orozco, Juan José del Castillo, Nicanor Falla, Andrés Obando,
Manuel Jiménez, Juan M. Luna, José M. Saavedra y José Santos Zapata.
A todos estos personajes los
hemos recordado, en algún momento, en libros, revistas, folletos alusivos,
audiciones radiales, discursos conmemorativos, artículos periodísticos, charlas
de café, etc. Pero de lo que nos hemos
olvidado es del papel que le cupo a la mujer lambayecana en este importante
episodio de nuestra historia. En esta oportunidad nos toca hablar, muy
brevemente y principalmente, de dos ellas.
La
Damas patricias de Lambayeque
No solo las damas de Lima y algunas provincias
se unieron a la noble causa de la libertad, también en el pueblo de
Lambayeque se trabajó activamente. Las damas reunían dinero vendiendo
sus
alhajas y vajilla de plata, confeccionaban uniformes, recolectaban
víveres para la soldadesca, o acompañaban a éstos en sus accidentadas y
penosas marchas. En ésta noble empresa todas colaboraron, desde, negras,
mulatas, zambas, mestizas, indias, que vivían en una posición
subordinada, y criollas de las élites sociales. Todas ellas colaboraron
eficientemente y en la medida de sus posibilidades en el proceso
histórico que les tocó vivir.
Sabemos que ninguna participó
en el campo de batalla, pero, ya no cabe duda, actuaron también como informantes y
espías patriotas desde mucho antes de la llegada del general San Martín y la
Expedición Libertadora a nuestras costas.
De
ahí que el general San Martín contara, desde el primer momento de su arribo al
Perú, con la valiosa colaboración de mujeres, sobre todo, como hemos dicho, en
su trama de espionaje.
Después de haberse creado la Orden del Sol, por Decreto fechado el 8 de octubre de 1821, el 11 de enero del mismo año, San Martín expidió otro decreto por el cual se premiaba a aquellas damas que habían servido a la causa de la independencia.
El
Decreto fue publicado al día siguiente de su promulgación, el 12 de
enero de 1822, en la página 3 de la Gaceta del Gobierno de Lima
Independiente. Instrumento que literalmente reza así:
El
sexo mas sencible naturalmente debe ser el mas patriota: el carácter
tierno de sus relaciones en la sociedad, ligandolo mas al pais en que
nace, predispone doblemente en su favor todas sus inclinaciones. Las que
tienen los nombres expresivos de madre, esposa, ó hija no pueden menos
de interesarse con ardor en la suerte de los que son su objeto...El
bello sexo del Perú, cuyos delicados sentimientos relevan sus
atractivos, no podían dejar de distinguirse por su decidido
patriotismo...El Gobierno que desea distinguir el mérito de toda persona
cuyo corazón ha suspirado sinceramente por la Patria acaba de expedir
el decreto que sigue:
EL PROTECTOR
DE LA
LIBERTAD DEL PERÚ
Art. 1. Las
patriotas que mas se hayan distinguido por su adhesión á la causa de la
independencia del Perú usaran el distintivo de una banda de seda
bicolor, blanca y encarnada que baje del hombro izquierdo al costado
derecho donde se enlazará con una pequeña borla de oro, llevando hacia
la mitad de la misma banda una medalla de oro con las armas del estado
en el anverso, y esta inscripción en el reverso; "Al patriotismo de las mas sencibles".
Atc. 2. La
Alta camara, cuyo eminente atribución es hacer justicia, pasará al
Ministerio de Estado una razón de las patriotas que por el voto de la
opinión pública, se han distinguido mas, para que el Gobierno las
declare comprendidas en el artículo anterior.
Atc. 3. Los
parientes inmediatos de las patriotas que obtengan este distintivo
serán preferidas en igualdad de circunstancias para los empleos que
pretenden. El Ministro de Estado queda encargado de la ejecución de este
decreto: imprimace en la Gaceta oficial.
Dado en el palacio protectoral de Lima, á 11 de enero de 1822, 3°
Por orden de S: E. B. Monteagudo. (sic)
A
juicio de la opinión pública y las autoridades representativas de
Lambayeque, las patriotas que más se distinguieron por su adhesión a la
causa de la independencia del Perú, en esta ciudad, fueron: doña
Catalina Agüero López Vidaurre y doña Micaela García Durán.
Ellas
figuran en la relación de las 193 damas patricias que en el Perú se
hicieron acreedoras a tan significativa distinción; y que sin duda
lucieron orgullosas. Desgraciadamente, y aunque parezca mentira, en la
ciudad de San Pedro de Lambayeque sus nombres son desconocidos, y
permanecen en el panteón del olvido.
A
continuación, y como lo hemos manifestado al principio, trataremos de
dar una muy breve semblanza biográfica de estas notables y distinguidas
patriotas lambayecanas, que no sin riesgo se atrevieron a enfrentarse a un poder secular y glorioso para que fueramos no solo libres si no también grandes. Esperemos que, con el tiempo, también se les amerite con justicia.
Catalina Fernández de Agüero López
Vidaurre
Doña Catalina, fue hija
de don Higinio Fernández de Agüero y de doña Juana López
Vidaurre. Contrajo nupcias en la iglesia parroquial de Lambayeque, el 13
de diciembre de 1803, con don Pedro Joseph de las Muñecas y
Carassa. Durante su matrimonio no procrearon ningún hijo. Don Pedro
Joseph de las
Muñecas, fue dueño de la hacienda Chongoyape y Tumán, capitán y ayudante
mayor de milicias disciplinadas de caballería de Pacasmayo, regidor
perpetuo del cabildo de Lambayeque, entre los años de 1805, 1819, y
1820.
Desde
junio de 1822, la pareja arrendaba parte de la primera planta de la
casa conocida como Casa de la Logía o Casa Montjoy, en Lambayeque. Don
Pedro, dejo de existir el 19 de marzo de 1838, doña Catalina continuó en
la casa hasta el año de 1842.
A don Pedro Joseph de las Muñecas, se le recuerda por haber sido el emisario que condujo la copia del acta de la segunda proclamación de la independencia de Lambayeque, acaecida el 31 de diciembre de 1820, al cabildo de Chiclayo, cuyo alcalde de primera nominación era el don Santiago de Burga. Reunido el cabildo chiclayano, en horas de la mañana de ese mismo día, proclamó su independencia del poder español.
El
25 de agosto de 1823, en la batalla de Zepita, los lambayecanos
integraron el Tercer Escuadrón, conducido por el esforzado comandante
Eufemio Aramburú. Este oficial patriota había formado, entre abril y
junio de 1822, dos escuadrones de lanceros de 150 plazas cada uno. Doña
Catalina de Agüero López Vidaurre, costeó el estandarte de uno de los escuadrones de "húsares de la guardia". Tal y como consta en la Gaceta del Gobierno del 14 de mayo de 1823, página 4.
El
distrito de Chongoyape, perteneciente a la provincia de Chiclayo,
departamento del mismo nombre, fue fundado el 17 de junio de 1825, en "la suerte de tierras", ubicadas a las faldas del cerro "Racarrumi", donadas,
para tal fin, por don Pedro Joseph de las Muñecas. Al flamante pueblo
se le denominó Santa Catalina de Chongoyape, en honor a la ilustre
consorte de don Pedro. Todo esto, con la obligación de pagar la limosna
de dos misas mensuales que manden celebrar por su intensión y la de su
esposa doña Catalina Agüero en la iglesia que debían construir en el nuevo pueblo., según consta en el acta respectiva.
No contamos con mayores datos sobre ésta ilustre dama lambayecana, sabemos que fue heredera de todos los bienes de su esposo. Por esto tuvo que soportar una serie de peripecias y afrentas, al extremo que, en 1844, el juzgado de instrucción de Lambayeque,
dizque, en actitud de rebeldía de la referida dama, le arrebató la
hacienda Luya (de la que también fue propietario don Pedro de las Muñecas),
la cual fue vendida a don José Ignacio Iturregui, éste a su vez la
arrendó a don José María Izaga. Cosas de nuestros patricios.
Micaela García Rodríguez Durán
Micaela
García Rodríguez Duran, hija legitima de don Miguel García, natural de San Lucas
Barramea, Sevilla (España) y de doña
María Teresa Calixta Rodríguez-Duran y Zeña, natural de Lambayeque. Doña
Micaela, contrajo nupcias con el marino Juan José Fanning, natural de
Filadelfia en los Estados Unidos de Norteamérica.
Durante
su matrimonio procrearon 14 hijos de los cuales sobrevivieron: doña María del
Carmen Dominga, doña María Encarnación, don José María Eugenio, doña María
Teresa de Jesús, don Juan Manuel, don Roberto, doña María Micaela Emilia y doña
María del Carmen Fanning García.
La familia vivió en Lambayeque en una casa ubicada en la calle de las Tres Cruces, hoy calle Junín, que heredara de sus padres doña Micaela.
La familia vivió en Lambayeque en una casa ubicada en la calle de las Tres Cruces, hoy calle Junín, que heredara de sus padres doña Micaela.
Poseía
también un lote de tierras, en la playa del antiguo puerto de San José (hoy
distrito del mismo nombre), en parte del
terreno se encontraba construida una bodega, con sus habitaciones
adyacentes, que fuera fabricada, por el marino Fanning, con el peculio de doña
Micaela, además de […] Una casa en la misma playa, haciendo esquina a dichas
piezas de la bodega, y una tienda enseguida, construida de cercha”. Archivo
Regional de Lambayeque (ARL). Protocolo Notarial. Pedro Pablo de Anteparas, 1839).
Parece
que las cosas no le fueron del todo bien a la familia Fanning – García, y esto
debido, tal vez, a lo numeroso de su prole y a las continuas enfermedades del
marino. Esto lo deja entrever Fanning, en tres de las cláusulas de su
testamento otorgado en el puerto de San José, el 18 de diciembre de 1834. Ahí
declara que los cuatrocientos pesos, las joyas, vajilla de plata y las tres
esclavas de color que aportó, como dote, doña Micaela al matrimonio, aparte de
los tres mil pesos en mercaderías aportados por él, fueron paulatinamente
vendidos y consumidos en […] sostener las cargas de nuestro matrimonio tanto
más que con mis habituales enfermedades nunca he podido adelantar nuestra
subsistencia, y cada día ha sido atrasarse más, lo que declaro para que
conste” (ARL. PN. Pedro Pablo de Anteparas, 1834)
En
otra cláusula del instrumento
declara deber a don Manuel Herrera vecino de España […] tres mil pesos mancomunados con D. Francisco
Argote, y D. Rafael Garfias, y a otros individuos que no tengo presente; pero
debe constar por sus documentos que aparezcan a los que suplico, ruego, y
encargo me perdonen cada uno por su parte; pero si sobrevivo y adquiriese
fortuna serán satisfechos lo declaro para que conste” (Ídem) .
Lamentablemente Fannig
dejó de existir poco tiempo después de haber redactado su testamento y, como es
de suponer, con ésta deuda cargo doña Micaela García.
El marino Fanning, pedía
también que una vez muerto su cuerpo sea amortajado […] con el hábito y
cuerda de nuestro padre San Francisco de Asís, sea sepultado en el Panteón de
la ciudad, y de entierro menor como que soy pobre, y no tengo para disponer de
pompa” (Ídem) El otra parte del instrumento, Fanning, había declarado ser “pobre
de solemnidad”.
Por su parte la patricia
lambayecana, doña Micaela García Rodríguez Durán, después de haber encomendado
su alma a Dios Padre, pidió, en una de las cláusulas de su última voluntad,
redactado el 11 de junio de 1839, que su cuerpo sea amortajado con el hábito de nuestra Señora
del Carmen, de la que era muy devota, y sepultado en el Panteón de la ciudad,
[...] de entierro mayor ó menor como mi albacea disponga a cuya elección lo
dejo, lo declaro para que conste" (ARL. PN. Pedro Pablo de Anteparas,
1839).
Para terminar, no
olvidemos que uno de los hijos de la pareja Fanníng – García, el capitán Juan
Manuel Fannig García, fue héroe de la Guerra del Pacífico. Al mando del
aguerrido batallón “Guarnición de Marina”, se destacó en la defensa de Lima,
luchando en la batalla de Miraflores, el 15 de enero de 1881, donde fue
gravemente herido. A causa de las heridas dejó de existir en la madrugada del
día siguiente.
Aumentale el tamaño a la letra, no se lee bien.
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