sábado, 16 de abril de 2022

La Virgen de dolores o la Madre Dolorosa de la Iglesia San Pedro de Lambayeque. Sus joyas de incalculable valor


La Virgen de Dolores o La Madre Dolorosa. Iglesia San Pedro de Lambayeque (Memo Luna, 2020)

Sábado de Gloria, aunque su denominación y, por ende, su uso, es incorrecto, errado, muchos lugares, sobre todo de Latinoamérica, sigue llamándole de esta manera.

“En el Sábado de Gloria se suele recordar el dolor, la valentía y la esperanza de la Virgen María, quien consuela a los apóstoles de Jesús para quienes todo ha acabado, aunque María les recuerda lo que dijo su amado hijo: “Al tercer día resucitaré”. En este día también se conmemora a Jesús de Nazaret en el sepulcro y su descenso a lo ignoto, a la oscuridad eterna.

Hasta hace dos centurias atrás, en el, entonces, pueblo de San Pedro de Lambayeque, se velaba una efigie (con los miembros superiores articulados) de Jesús, desclavado de la Cruz. El sacro acto se realizaba al interior de la antigua ramada de San Pedro, hoy Capilla "San Francisco de Asís". Los miembros de la desaparecida “Cofradía del Santo Sepulcro” de Lambayeque, eran los encargados de realizar tal función.

En cuanto a la Virgen María, o Virgen de los Dolores para esta ocasión, se convierte en la figura indispensable e indisoluble de la Semana Santa. Su nombre responde a esa tradición medieval que representa a la Madre angustiada por el inmenso dolor producido por la Pasión y Muerte de su Hijo.

En España esta devoción floreció junto a la práctica del Vía Crucis por el impulso de franciscanos y servitas. El modelo iconográfico que la distingue llego a desarrollarse completamente en Sevilla a finales del siglo XVI, subsistiendo desde el barroco hasta la actualidad. Desde entonces se denomina genéricamente Dolorosa a cualquier imagen mariana de vestir que es llevada en procesión bajo palio y posee uno o siete puñales penetrando su corazón. Es también a finales del siglo XVI, cuando a esta advocación se le viste enlutada (de túnica blanca y manto negro) a la manera de las viudas españolas del periodo del Rey Felipe II.

En la iglesia San Pedro, de la generosa y benemérita ciudad de San Pedro de Lambayeque, existe una antigua efigie de la Madre Dolorosa, tal y como se la denomina en esta devota ciudad. Es una imagen que desfila bajo palio en la tradicional procesión de Viernes Santo, en esta devota ciudad.

Se trata de una escultura “de vestir” o “de candelero”, solamente la cabeza, el busto y las manos (articuladas) están realizados en madera policromada, posee ojos de cristal. Data de mediados del siglo XVIII, y su autor es desconocido. 

Entendemos por candelero, al maniquí formado por un armazón de madera compuesto por dos secciones troncocónicas unidas entre sí para darle una forma corporal, en cuya parte superior se coloca el busto tallado y los brazos articulados. Para darle una mayor consistencia, este armazón de listones esta recubierto con tela.

"La efigie muestra un rostro formado por un óvalo de perfectas proporciones con un leve giro a la izquierda; las cejas finas y rectas, la frente despejada; sus ojos oscuros, serenos y de mirada introspectiva. Se le representa como una doncella en plena juventud a pesar de que esto sea un anacronismo en comparación con la realidad bíblica, esto como símbolo de su Virginidad. La pequeña boca, de finos labios, cerrada; la nariz recta y pequeña. La encarnadura muestra una exquisita palidez que adquiere tonos rosados en parpados, mejillas y el mentón pronunciado.

Detalle del rostro de La Virgen de Dolores o La Madre Dolorosa (Memo Luna, 1995) 

Se la engalanada con preciado tocado, vestido blanco adornado con motivos florales elaborados en finos hilos dorados y un largo manto negro, que manifiesta su soledad y luto, decorado con hermosos bordados dorados. Porta sobre su cabeza una diadema con ráfagas por tratarse de la Reina de los Cielos. Sus manos, entreabiertas al más puro estilo sevillano, portan el pañuelo para enjugar sus lágrimas.

Sobre su pecho el corazón llameante traspasado por siete puñales como símbolo del amor atravesado por los siete dolores que debía padecer según las Escrituras. Estos son: Profecía de Simeón el día de la Presentación en el Templo, Huida a Egipto, Pérdida de Jesús en el Templo y su encuentro entre los doctores, el Encuentro de Jesús con su Madre camino del Calvario, la Crucifixión, la Entrega de Cristo muerto en su regazo y, por último, la Sepultura de su Hijo" (Izquierdo Castañeda, 2012: 21 - 22).

Hasta hace algunos años atrás, el arreglo de este último paso procesional de Viernes Santo en Lambayeque estuvo a cargo de la matrona lambayecana Sra. Águeda Colmenares de Inope y la familia Mesta. Sin embargo, la hoy nonagenaria “doña aguedita”, como cariñosamente se le conoce en Lambayeque, no deja de asistir a los preparativos del paso de la Madre Dolorosa, al interior de la iglesia lambayecana. No cabe duda, toda una leyenda viviente.


Las invalorables joyas de la Madre Dolorosa lambayecana


La Virgen de Dolores o La Madre Dolorosa en la hornacina principal del retablo barroco con el nombre de la misma advocación mariana. Nave de la Epístola. Iglesia San Pedro de Lambayeque.

Entre las donaciones que acaudalados feligreses hacían al templo San Pedro del pueblo de Lambayeque, se encontraban las imágenes. Y entre éstas: las que habían recibido culto en sus adoratorios caseros, en las capillas de sus haciendas o en las pequeñas capillas de sus tinas de elaborar jabón y curtir pieles.

Una muestra de esto, lo constituye la imagen de la Virgen de Dolores o la Dolorosa, cedida a la iglesia, en forma voluntaria, por el señor don José Silva Ruiz, hijo de don José León de Silva (natural de España) y de doña Jacoba Ruíz de Silva. José Silva Ruiz era propietario de las tinas de San Judas Tadeo y San Francisco de Asís, ubicadas al norte de la ciudad en los terrenos donde actualmente se levanta la Institución Educativa Sara Antonieta Bullón Lamadrid, en Lambayeque 

La imagen, nos dice el fraile dominico Ángel Menéndez Rúa en su libro Boceto histórico de la Iglesia de Lambayeque, fue traída desde la ciudad de Quito, lugar donde indudablemente fue realizada. Todo esto, por expreso encargo de don José Silva Ruíz, con el fin de rendirle culto en su tina. Con el mismo objetivo se adquirió, de paso, una imagen de Santo Cristo, también de factura quiteña. Las torrenciales lluvias y fatal inundación que azolara la ciudad de Lambayeque, el fatídico verano de 1871, arruinaron ambas tinas. (Ob. Cit. 1935:210).

Ante tal situación, Silva Ruíz optó por trasladar a la efigie de la Dolorosa al templo lambayecano. Debemos agregar que este personaje fue, en su tiempo, un conspicuo benefactor del templo lambayecano, ya que por el año de 1874 “…ofreció y cumplió poner de ladrillo todo el piso de la Iglesia…murió en ese intervalo y cumplió el ofrecimiento de su padre Dn. Gregorio Silva Lora”. (Ibid.).

Como es de suponer don José Silva Ruiz fue, diríamos, el primer mayordomo de La Dolorosa lambayecana, ya que gozaba de su “propiedad simbólica”. Esto ocurría también con todos los que habían hecho donaciones similares, y a los que, en la mayoría de casos, les sucedían sus familias. Estas se encargaban de su cuidado y se gastaban muchos dineros en competencia con otras familias, en joyas e indumentos. 

La Madre Dolorosa lambayecana, poseía algunas joyas, entre las que nítidamente destacaban, por su incalculable valor, una diadema con ráfagas de oro y adornada con perlas naturales, un corazón llameante con brillantes, traspasado por siete puñales de oro y un rosario de oro con una cruz de sándalo con incrustaciones de nácar.

A la muerte de don José Silva Ruíz, las joyas pasaron a poder, en calidad de guardador, de su hijo don Gregorio Silva Ruíz, consorte de doña Francisca Paredes. A la muerte de don Gregorio, asumieron tal función (por espacio de 60 años), don Francisco Mesta Velarde y doña Gregoria Mesta. Sus descendientes don Juan Antonio Mesta Huidobro y doña María Eugenia Mesta de Feijó, que vivían en una precaria casita situada en la avenida “Federico Villarreal” de esta ciudad, se encargaron de su custodia.

Narra don Nicanor A. de la Fuente (NIXA), que cada año, en Semana Santa, doña María Eugenia, “…sacaba del rincón de un misterioso baúl, cuya llave anduvo con ella prendida al cuerpo, y del que ni siquiera el hijo más consentido supo nada” las magníficas joyas de la Madre Dolorosa para la imponente procesión de Viernes Santo. (NIXA, 1981: 3).

 

A la derecha María Eugenia Mesta de Feijó y su hermano Juan Antonio Mesta Huidobro. Los últimos custodios de las valiosísimas joyas de la Virgen de Dolores o La Madre Dolorosa.

Por espacio de 18 años, hasta principios de la década de los 80s del siglo XX, don Juan Antonio y doña María Eugenia, vivieron “…con el temor de que los amigos de lo ajeno incursionaran por su casa levantaran con ellas” (Ibid.), por lo que un buen día decidieron, por mutuo acuerdo, entregarlas a la iglesia, demostrando con esto su gran fe religiosa y su acrisolada honradez.

Actualmente las preciadas joyas, de incalculable valor, se guardan en la caja fuerte del Museo Arqueológico Nacional Brüning, de esta generosa y benemérita ciudad.



La Madre Dolorosa lambayecana, exhibida en la Plaza de Armas de Lambayeque (Carlos Roncal Pretel, abril 2022)


Bibliografía

 

DE LA FUENTE, Nicanor A. (NIXA).

1981 - Las joyas de la Dolorosa Lambayecana. Suplemento Dominical del Diario “La Industria” de Chiclayo. 31 de mayo. 

IZQUIERDO CASTAÑEDA, Jorge R.

2012 - Semana Santa en Lambayeque. Municipalidad Provincial de Lambayeque. Gerencia de Desarrollo Económico – Área de Turismo.

MENÉNDEZ RÚA, Ángel.

1935 - Boceto Histórico de la Iglesia de Lambayeque. Imprenta La Gaceta. Lambayeque.


Fotografía 

Guillermo Luna Lorenzo. Memo Luna. 

Carlos Roncal Pretel. 

Diario “La Industria” de Chiclayo.

 

 


 

 

 




  



1 comentario:

  1. Que Interesante saber la historia de la Madre Dolorosa y corroborar la custodia de las joyas que muchas veces me contó mi tio Oswaldo Huidobro, quien tuvo el privilegio de presenciar los preparativos de la virgen.



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