martes, 26 de abril de 2022

En torno a la desaparecida casa “Leguía – Cúneo” en la ciudad de Lambayeque

Desaparecida casa "Leguía - Cúneo" en Lambayeque. Mansión virreinal donde viviera don Mariano Quesada y Valiente, prócer de la independencia de Lambayeque (Brüning 1911).

Resulta a menudo trillado el volver a manifestar, una y otra vez, que muchas de las antiguas casonas solariegas del denominado “Centro Histórico”, de la generosa y benemérita ciudad de San Pedro de Lambayeque, se encuentran en franca y notoria decadencia. 

Unamos, a todo esto, las actuales flamantes edificaciones que sin respetar ninguna norma constructiva o burlándose de ellas, se elevan a los cielos, distorsionando, con su intrusa y huachafa presencia, el antiguo paisaje arquitectónico de esta ciudad prócer.  

En este lento, agónico e irreversible proceso, no sólo han intervenido factores determinantes como el paso inexorable de los siglos y sus inevitables huellas, o los cíclicos fenómenos naturales que asolaron a través del tiempo la ciudad, sino también la fatal indiferencia, producto, tal vez, de una ignorancia supina. Agreguémosle, de paso, el grotesco afán de modernidad, el tratar de imitar o pretender ser lo que realmente no somos; la injustificable ansia de lucro y, sobre todo, la notable falta de una coherente política cultural al respecto.

Hace 38 años, en un artículo publicado en el Suplemento Dominical de un prestigioso diario de la región, mi recordado y desparecido padre, el Mayor EP Jorge Elías Izquierdo Llanos, manifestaba lo siguiente: 

    "En Lambayeque van quedando pocas casonas coloniales con patio y traspatio, balcones y miradores para atisbar el discurrir diario de sus semejantes, construidas por familias lambayecanas y otras avecindadas de Zaña, después de su destrucción por las aguas de su río...en Lambayeque hubo indolencia, falta de voluntad; "Indolencia por incrementar su acervo cultural...por no conservar esos tesoros invalorables (sus casonas) que con cariño y amor levantaron sus mayores...Afán de rapiña y lucro al desmantelar y vender puertas de fino cedro, rejas primorosas, balcones y techos enchapados". (Izquierdo Llanos, 1984: 2). 

Cierto, se abrió paso al desarrollo del tiempo convirtiendo la esplendorosa faz de la antigua ciudad en "Colmenas cuadradas de cemento". No cabe duda, una verdadera lástima.

Una evidente muestra del desdén con que se ha tratado, a través de los años, el patrimonio monumental inmueble de esta ciudad prócer, lo constituyó el colapso de la portada principal de la mansión solariega conocida como casa “Leguía – Cúneo”, ubicada en la antigua calle “Real de Mercaderes” después “Del Comercio”, “Independencia”, hoy “8 de Octubre”. Incidente que dio pie para que poco después los “especialistas” o” profesionales” contratados, por sus nuevos propietarios, para proceder a su inmediata “restauración”, alegaran, muy sueltos de huesos, que era imposible realizar una exitosa intervención.

Al final, los “especialistas” decidieron “desmontarla” en su totalidad, argumento mediocre y falto de todo profesionalismo que muchas veces esgrimen los que se “encargan” de acometer dichos “proyectos” en nuestra región; perdiéndose así uno de los monumentos más significativos de esta ciudad. No se trató, bajo ningún punto de vista, de restaurar y poner en valor el magnifico edificio. Lo que no sabemos, hasta el momento, es que organismo "competente" autorizó su demolición. 

No olvidemos que la casa “Leguía – Cúneo”, había sido declarada Patrimonio Cultural de la Nación, según Resolución Jefatural N.º 009, emitida el 12 de enero de 1989, por el Instituto Nacional de Cultura (INC), hoy Ministerio de Cultura.

Pero aquí no trataremos de culpar a nadie, en particular, de lo que, lamentablemente, sucedió con esta histórica y hermosa mansión virreinal lambayecana, de ninguna manera. Porque si de eso se tratara, al final estaríamos comprometidos, de una u otra forma, todos los que bajo el límpido cielo de esta generosa y benemérita ciudad nos cobijamos. Unos por adoptar esa mezquina actitud criolla de soslayarse en los momentos críticos y otros por hacer gala de una terca y necia miopía cultural.

Vanos resultaron nuestros esfuerzos por tratar de salvar, de alguna manera, esta magnífica mansión, de primera intención, su bella portada y después el inmueble en su totalidad. 

En nuestra memoria se encontraba grabado, aún, aquel sugestivo párrafo que el psicólogo, periodista y escritor peruano Manuel Solari Swayne le dedicara, precisamente, a esta significativa mansión virreinal lambayecana, en su libro Lanza en Ristre, y cito:

    “En la calle 8 de octubre, hay, en Lambayeque una casa con una rica portada y dos altas ventanas con rejas, todo ello vetusto y quizás a punto de caer, realmente hermosísima. Y estos balconcillos de hierro, y esos patios, y aquellas rejas todo pobre y limpio, sencillo y poético, hacen de Lambayeque una de las ciudades más encantadoras del país” (Ob. cit. 1982: 128,130).

Recuerdo que tres años antes de su lamentable desaparición, en el 2011, escribimos un artículo en el Suplemento Dominical del Diario “La Industria” de Chiclayo (31/8/2008), con la finalidad de tratar de concientizar a los organismos competentes, a fin de que, sin egoísmos y mezquindades de ninguna índole, se procediera de inmediato a reparar y consolidar sus partes más afectadas. Y, de paso, se mandará elaborar, sin pérdida de tiempo, el respectivo expediente técnico para su pronta y profesional intervención. Repetimos: todo el esfuerzo resultó en vano. La casa, al final, fue completamente demolida sin piedad alguna.

Ahora bien, esta modesta entrega trata, específicamente, de una muy breve y trunca investigación histórica, realizada, precisamente, en los momentos más críticos por los que atravesaba la casa “Leguía - Cúneo”. Todo esto, con el único propósito de tratar de sensibilizar a la población y a los organismos encargados de cautelar y proteger los bienes patrimoniales de la Nación, en el sentido de no permitir, bajo ningún punto de vista o pretexto, que esta valiosa e histórica muestra de nuestro lustroso pasado se perdiera irremisiblemente. Veamos:


JOSÉ MARIANO DÍAZ DE QUESADA VALIENTE 

Prócer de la Independencia de Lambayeque

No cabe duda que entre los más connotados y eficaces colaboradores de la independencia de Lambayeque, jurada exitosamente en esta ciudad la memorable noche del 27 de diciembre de 1820, destaca, con brillo propio, el Dr. don José Mariano Díaz de Quesada Valiente, conocido simplemente como Mariano Quesada y Valiente,

Pues bien, Mariano Quesada y Valiente nació en Lambayeque (1791), fue hijo legítimo de don Baltazar Díaz de Quesada, oriundo de Lambayeque y de familia avecindada en este pueblo desde el siglo XVII; y de doña María Andrea Valiente de la Barra, hija natural de don Gregorio Josef Valiente de la Barra y de doña Valentina Alvarado (Archivo Regional de Lambayeque, en lo sucesivo ARL. Dapelo 1809. Legajo N° 9).

Don Baltazar Díaz de Quesada, fue hijo natural de don Manuel Díaz Gonzales de Quesada y de doña Aniceta Quijano, según consta en una de las cláusulas de su testamento otorgado ante el escribano de cabildo y público don Josef Vázquez Meléndez el 30 de junio de 1783. Año, este, en que don Baltazar dejó de existir a la edad de 54 años, dejando como sus albaceas testamentarios al Dr. Gregorio Josef Valiente de la Barra y a doña María Andrea Valiente de la Barra, su mujer. (ARL. Vázquez Meléndez 1783. Protocolo I. Legajo 07).

Del matrimonio de don Baltazar y doña María Andrea, vinieron al mundo seis vástagos, nombrados: doña Manuela y don Domingo, que fallecieron en la menor edad; don José Mariano, don José Fernando, don José Jacinto y doña Margarita Díaz de Quesada Valiente. (ARL. Dapelo 1809. Legajo N.º 9).

Don Baltazar Díaz de Quesada, fue uno de los miembros del comercio lambayecano que firmaron el poder otorgado a don Benito Caldas, con el objeto de que < represente en el Superior Gobierno de estos Reynos y en qualesquiera otros tribunales que con derecho pueda, y deva, los perjuicios que se infieren al Comercio con el establecimiento de la Real Aduana, y modo de proceder en la cobranza de los derechos y otras pensiones e incomodidades a que se les obliga siempre > (sic) (ARL. Vázquez Meléndez 1775 – 1777. Legajo N.º 05, folio 48).

Además de don Baltazar, rubricaron el mencionado poder: don Domingo Figuerola, don Marcos Sierra del Risco, don Francisco Sousa, don Francisco Bullón, don Feliz Durán, don José Antonio de Oteysa, don Felipe Rivas y Matheus, don Rodrigo Salgado, don Joseph Bernuy y don Joseph Luzquiños (sic) (ibid..). Manifestando, todos ellos, los “agravios que padece – el comercio – con el establecimiento de Aduanas” (Ibid.). El subrayado es nuestro.

Todo esto a causa del manifiesto reformismo que asumiera el Estado peninsular desde mediados del siglo XVIII, especialmente en lo que respecta a reformas fiscales. “La alcabala (un impuesto a la compra venta) subió del dos al seis por ciento del valor de las mercaderías, se gravo el aguardiente con un fuerte recargo del 12,5%; el comercio del tabaco, que comenzaba a despuntar promisoriamente, fue convertido en un “estanco”, es decir, un monopolio del Estado, y el tributo indígena fue elevado en muchos casos. La población indígena reaccionó, desarrollándose importantes rebeliones como la de José Gabriel Condorcanqui (1780- 1781), quien llegó a adoptar el nombre de Túpac Amaru II”. (Contreras – Cueto 2015: 35). 

Don Mariano Quesada Valiente, fue: “Doctor en Leyes, Regidor Perpetuo y Alguacil Mayor de la Provincia de Lambayeque. Alcalde Ordinario de 2° Voto 1803, 1819, y Defensor de Menores este año; Protector de Naturales 1811 – 18; Gobernador Político interino de la Provincia en 1822, Diputado al primer Congreso del Perú el año 1823: Fiscal y Vocal de la Corte Superior de Justicia de Trujillo en 1845”. (Zevallos Quiñones. Tomo II, 1947: 95).

Casó, en primeras nupcias y al promediar los 32 años de edad (1803), con doña Jacoba Bernuy Tejada, hija legitima de don Juan José Bernuy Eslava y Vargas, natural de Lima, y de la acaudalada dama lambayecana doña María Gertrudis de Tejada y Núñez – Ternero. Durante su matrimonio procrearon a don Vicente, don Valentín Rafael, don Rudecindo, don José Segundo, doña Manuela Antonia y doña Mariana Quesada Bernuy. Estando en la ciudad de Trujillo, Mariano Quesada Valiente, contrajo segundas nupcias con doña Rosa Lacomba, con quien tuvo un solo hijo: don Crisólogo Quesada Lacomba. (Ibid.).


LA DESAPARECIDA CASA “LEGUÍA CÚNEO”

Todo parece indicar que la casa en que moraba el Dr. Mariano Quesada y Valiente, fue propiedad de su suegro, el limeño don Juan José Bernuy Eslava y Vargas. Por nuestra parte creemos que así lo fue. 

Juan José Bernuy Eslava y Vargas fue hijo legítimo de don Toribio Bernuy Eslava y de doña Josefa de Vargas San Miguel. Al enviudar, don Juan José Bernuy Eslava y Vargas, “se hizo sacerdote presbítero, con lo cual fue Cura de Ferreñafe hacia 1795. Fundo una importante capellanía eclesiástica y vino a morir en 1816, a los 80 años de edad”. (Zevallos Quiñones. Tomo I, 1946: 119).

 Casa "Leguía Cúneo" (Memo Luna, 2009)

Esta fuera de dudas, que por las características arquitectónicas que poseía, está casona lambayecana, databa de la segunda mitad del siglo XVIII. Época de gran apogeo económico en esta ciudad. La magnífica mansión fue conocida, hasta mediados del siglo XIX, como “Casa de los Quezada”. Y perteneció, desde principios del siglo XX a la señora Águeda Leguía de Cúneo, De ahí que popularmente la denominaran como “Casa Leguía-Cúneo”. 

En esta misma mansión virreinal, que, repetimos, actualmente ya no existe, vivió el escritor, historiador, poeta, abogado, pedagogo, diplomático, magistrado y político Dr. don Germán Leguía y Martínez, hijo del abogado lambayecano don José Ramón Germán Leguía y Haro y de doña María Matilde Martínez Bullón. 


 Dr. Germán Leguía y Martínez

 En comunicación personal el docente universitario e investigador trujillano, aunque chiclayano de corazón, Freddy Ronald Centurión González, nos manifestó: “muerta prematuramente doña María Matilde, don José Ramón Germán contrajo segundas nupcias con doña Ignacia Vargas Machuca. De esta unión nació doña Águeda Leguía Vargas Machuca, que casó con Agustín Cúneo Guía”. 

Por el año de 1928, año en que falleció el Dr. Germán Leguía y Martínez, la casa pertenecía a doña Águeda Leguía de Cúneo, hermana de padre, se entiende, de éste ilustre lambayecano. 

La antigua y desaparecida mansión se orientaba en el eje Este-Oeste de la ciudad y con vista a la calle “8 de octubre”, estaba enteramente edificada de gruesos muros de adobe, de aproximadamente un metro de espesor, asentados con mortero de barro que descansaban sobre cimientos de ladrillos asentados con cal y canto.    

Su fachada mantenía su tipología original, conservando los cuatro vanos laterales correspondientes a puertas de ingreso a igual número de tiendas accesorias, muy común en este tipo de edificios dieciochescos, más aún cuando en ellos moraban acaudalados terratenientes, dueños de haciendas, tinas y trapiches, venidos a Lambayeque a raíz de la total destrucción de la Villa de Santiago de Miraflores de Saña, en 1720. En estos ambientes con puerta a la calle se comerciaba el remanente de sus productos. De ahí también se desprende el antiguo nombre de la calle donde se ubicaba, denominada “Real de Mercaderes”, después del “Comercio”.  

Por la composición de sus elementos, ostentaba la portada ornamentada más significativa y destacada de la región y la costa norte del Perú, construida de ladrillo asentado con cal y revestida de yeso. Por su diseño es del tipo conocido como portada retablo. Sus cuatro columnas pareadas, dos a cada lado de su recio portón principal de dos hojas y postigo, remataban en figuras en bulto que semejan torrecillas tipo iglesia; sobre el dintel una cornisa partida que se enrosca hacia adentro para dar paso a una venera o valva convexa, que pareciera emerger de ondulantes olas. Remataba el conjunto una secesión de ocho semi-pilastras de fuste de superficie lisa que terminaban en capiteles dóricos. Como hemos dicho, amparándonos en lo manifestado por connotados especialistas en el tema, esta casona virreinal, netamente lambayecana, era la única que presentaba este tipo de decoración en su frontispicio en la costa norte del Perú.

Maltratada portada principal de la desaparecida casa "Leguía - Cúneo" (Memo Luna, 2009)

 

Detalle de la “portada retablo” de la casa “Leguía – Cuneo” (Memo Luna, 2009)

En lo que respecta a su balcón - de cajón abierto con barandal de hierro forjado - éste relativamente desapareció mucho antes, en la década de los 40s del pasado siglo, y solo se conservaban los canes dobles superpuestos que lo sostenían, con su cubierta de entablado, torta de barro y piso de ladrillos muy maltratados. Desaparecieron el barandal de hierro forjado, las delgadas columnillas de madera y gran parte del techo o cornisa del balcón que estas apoyaban. Felizmente, aún se conservan vistas fotográficas de su estructura original. En el segundo nivel se ubicaban dos ventanas artísticas de hierro forjado.         

Al ingresar por el zaguán cubierto de nobles troncos de algarrobo, espacio que servía de entrada a la casa y estaba inmediato a la puerta de calle, y después de traspasar el arco de medio punto, se observaba el patio principal, alguna vez empedrado, con su galería sobreelevada de delgadas columnas circulares de madera, que pese a su visible deterioro conservaban aún las armoniosas proporciones que lo convertían también, según los entendidos, en un magnífico ejemplo del patio colonial en la costa norte del Perú.

 

El patio principal de la desaparecida mansión. Década de los 60.s del pasado siglo

A la derecha del patio principal, unos recintos ruinosos donde todavía se podían apreciar parte de los techos artesonados, con sus vigas cuadradas trabajadas en fina madera de cedro de Nicaragua y sus ménsulas talladas, aunque lamentablemente muy deteriorados. 

En deplorable condicione se encontraba también la escalera que llevaba a la segunda planta con pasos protegidos por cantoneras de madera de algarrobo y baranda de balaustres torneados. En uno de los extremos del primer patio estaba la galería techada sostenida por estilizadas columnas torneadas de madera. Protegía la entrada a los ambientes de este sector. El resto de recamaras y habitaciones de la casa exhibía sus muros agrietados, fracturados y desplomados. Estos recintos se habían convertido en corrales para aves.


LAS ARTÍSTICAS VENTANAS      

Pero no solo es por su portada y patio principal que esta casona se distinguía, sino también por las hermosas ventanas, estilo renacimiento italiano, que adornaban la fachada del segundo piso, existentes solo en su parte frontal. Su diseño era vertical, con elementos en forma de hojas. Era relativamente un trabajo de filigrana, el hierro había sido prácticamente tejido para lograr los efectos que se exhibían en la fachada, creadas por manos de artistas del siglo XVIII.

Y las primorosas ventanas de varillas de hierro forjado, ubicadas en los muros exteriores de su sala que miraban al patio principal, piezas de extraordinario diseño artístico diferentes a los de la fachada, pero que no dejaban de ser otras joyas de arte colonial lambayecano. Elaboradas también a manera de filigrana, de forma rectangular planas niveladas con el muro, con un león rampante dentro de un círculo en la parte central de cada una de ellas y rematadas con un elemento simétrico con volutas.  elaboradas a manera de filigrana, con diseños bañados en pan de oro en su parte central, de leones rampantes sosteniendo entre sus garras una serpiente; convirtiéndose en los elementos plásticos más singulares y característicos de está casona lambayecana. 

Otras dos ventanas más, de iguales características, se encontraban en el mismo ambiente, colocadas en el muro opuesto a la fachada de este salón, mirando al segundo patio. Obras de arte en hierro forjado que ostentaba esta antigua y desaparecida casa solariega lambayecana.

Piezas funcionales de protección convertidas en un elegante encaje de metal. Artísticas ventanas de exclusivo trazo, enmohecidas por el tiempo y que abogaban en silencio, porque se les asegure su herrumbrosa ancianidad.

En uno de los extremos, del patio principal, el chiflón o pasadizo que comunicaba con el segundo patio y servía también para el ingreso de las carretas, acémilas y caballería.

Una de las hermosas ventanas, estilo renacimiento italiano, que adornaban la fachada del segundo piso

Otra ventana, al interior del desaparecido inmueble. Una joya del arte virreinal en Lambayeque


UNA MANSIÓN HISTÓRICA      

Germán Leguía y Martínez, nos dice: que la casa donde el “pueblo bajo y medio” de Lambayeque declarara su independencia del poder español, la madrugada del 31 de diciembre de 1820, era precisamente esta desaparecida casona virreinal. En ella moraba, por el año de 1923, su hermana doña Águeda Leguía Martínez de Cuneo. (Historia de la Emancipación del Perú: El Protectorado (Tomo III)”.   

Este histórico acto, tuvo como escenario o marco solemne el otrora atractivo patio principal de esta casona, cuyo portón principal de acceso fue relativamente echado abajo por la enardecida muchedumbre que por espontánea voluntad había decidido romper con las cadenas a que, por espacio de casi tres siglos, la ataban al anacrónico poder español.   

Como hemos visto, por aquella época vivía en ella el síndico procurador del cabildo lambayecano don Mariano Quesada y Valiente, prócer de la Independencia de esta ciudad. Ilustre personaje lambayecano que blandiendo entre sus manos un estandarte bicolor que habían elaborado su esposa doña Jacoba Bernuy de Quesada y su hermana doña Manuela Antonia Quesada, tomó el juramento de rigor al populacho congregado, en el citado patio, del modo siguiente: “Hijos, aquí tenéis la insignia de vuestra independencia: ¿Qué queréis? – Contestaron, a una voz: ¡Jurarla, jurarla ¡ - Continuó el Síndico: ¿Qué causa os mueve a esta determinación? – contestaron: Nuestra espontánea voluntad y el bien de nuestra patria.- Repuso el Síndico: Pues haced la señal de la cruz: y ante el eterno y este estandarte, os requiero así: ¿Juráis ante Dios, juráis seguir la sagrada religión católica, que profesamos; juráis vuestra libertad e independencia, y vuestra sumisión y obediencia a las leyes y mandatos que se dicten y puedan dictarse por supremo gobierno, cuando se forma, y, en el entretanto, por las autoridades respectivas? - Contestaron todos, a una voz: Si juramos. - Pues si así lo hiciereis - dijo el Síndico, Dios os Ayude; y, si no os lo demande”.    

Luego el estandarte fue paseado: “por calles y plazas…acompañado de un sinnúmero de pueblo, y recibiendo salvas a su tránsito por los cuarteles”, horas después: “se recogió a la misma casa”, colocándosele en lo que es hoy su desvencijado balcón, lugar donde: “quedo expuesto al públicoTal y como reza en la histórica acta que para el efecto se suscribió. (Izquierdo Castañeda, 2008: 9).


Conclusiones

Bajo este subtitulo (Conclusiones), dábamos por terminado el articulo publicado en el Suplemento Dominical del Diario “La Industria” de Chiclayo, el 31 de agosto de 2008. Recalcando, de paso, que en el balcón de esta esplendida morada virreinal lambayecana flameó por primera vez, en el norte del Perú, el primitivo estandarte bicolor ideado por el Libertador general don José de San Martin y Matorras.

En ese año, 2008, se estaba apunto de perder la magnifica portada retablo por efecto de las sales y las filtraciones de sus desagües, al igual que buena parte de sus recintos interiores a raíz de las copiosas lluvias que trajo consigo la nefasta y recurrente presencia del fenómeno “El Niño” del bienio 1997- 1998.

“Con esta irreversible pérdida - decíamos en el artículo de marras – se estaría contribuyendo a quebrar el vinculo de esta ciudad con su pasado y por ende con su historia. No permitamos que esto ocurra, tratemos por todos los medios de asumir con responsabilidad la tarea de recuperar este patrimonio histórico lambayecano. Vestigio tangible del proceso vital de la ciudad de Lambayeque, de su desarrollo urbano – hispano, y clara huella del proceso revolucionario independentista en esta ciudad”.

Y concluíamos diciendo: “No debemos caer en el inexcusable error de los que, tal vez, por desconocimiento, permitieron, en su oportunidad, se echara por los suelos en 1962, la histórica mansión donde el cabildo lambayecano jurara la independencia la memorable noche del 27 de diciembre de 1820”. Convirtiéndonos, de este modo, en el Crisol de la Libertad en el Norte del Perú.

En los terrenos de esta histórica mansión, también desaparecida por la “piqueta del progreso” - antaño conocida como la “Casa Salcedo” - se levantan, hoy, las modernas viviendas de los oficiales superiores de la VII División de Brigada de Infantería, cantonada en esta ciudad.

“A la postre, el escalpelo del rigor histórico nos hará rendir cuentas de nuestros actos a los que nos sucedan. Nosotros, por nuestra parte, hemos cumplido con advertirlo” (Izquierdo Castañeda, 2008: 9).

 

Bibliografía

CONTRERAS, Carlos. CUETO, Marco. Historia del Perú Contemporáneo. Instituto de Estudios Peruanos. Cuarta Edición 2015.

IZQUIERDO CASTAÑEDA, Jorge R.  Histórica Casa Cúneo en Lambayeque. Suplemento Dominical del Diario "La Industria" de Chiclayo. 31 de agosto 2008.

IZQUIERDO LLANOS, Jorge Elías. Ventanas, balcones y balconcitos de mi ciudad. Suplemento Dominical del Diario "La Industria" de Chiclayo. 1984, 

SOLARI SWAYNI, Manuel. Lanza en Ristre. Editorial: Fondo del Libro. Banco Industrial del Perú Lima. 1982.

LEGUÍA Y MARTÍNEZ, Germán. Historia de la Emancipación del Perú: El Protectorado. Tomo III. Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú. 1972. 

ZEVALLOS QUIÑONES, Jorge.  Lambayeque en el siglo XVIII. Revista del Instituto Peruano de Investigaciones Genealógicas. Tomo I, 1946

ZEBALLOS QUIÑONES, Jorge. Lambayeque en el siglo XVIII. Revista del Instituto Peruano de Investigaciones Genealógicas. Tomo II, 1947.

Documentos

Archivo Regional de Lambayeque (ARL).

Protocolos Notariales. Escribano de Su Majestad, Público, de Registros y Real Hacienda de Lambayeque: Bartolomé Dapelo. 1809. 

Protocolos Notariales. Escribano: Manuel Vázquez Meléndez 1775 – 1777.

Fotografía 

Hans Heinrich Brüning. 

Guillermo Luna Lorenzo (Memo Luna).

Jorge R. Izquierdo Castañeda.

 

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