domingo, 1 de enero de 2012

Una joya del arte virreinal en Lambayeque


Cristo Pobre

La ciudad de Lambayeque es poseedora de un valioso Patrimonio Cultural mueble, cuyos ejemplares más representativos se encuentran al interior de su Iglesia Matriz de San Pedro. Una clara muestra de ello lo constituyen sus magníficos retablos dieciochescos de madera tallada, policromada y dorada en pan de oro, y los significativos testimonios de su imaginería virreinal.

Tanto los retablos, como las esculturas que exornan esta Iglesia, fueron costeados con dinero obtenido por los propios cofrades, con el peculio de algún acaudalado mayordomo o sufragados con dinero de los indios principales del pueblo de Lambayeque. Tal es el caso de la imagen de Cristo Pobre, que se venera en esta Iglesia.

Lamentablemente, como sucede con la totalidad de esculturas antiguas en esta Iglesia, no nos es posible dar con el nombre del artífice de esta impresionante talla. Esto obedece, más que todo, a la escasez de conciertos de obra, o papelería afín, en los archivos públicos y eclesiásticos de nuestra región. Por el momento sólo podemos deducir, dadas sus características, que esta lograda joya de las artes plásticas virreinal fue realizada en los afamados talleres artísticos de Quito, Ecuador.

Los inéditos datos que sobre esta obra de excelente calidad artística daremos a conocer a continuación, los hemos rescatado de un viejo protocolo que se conserva en el Archivo Regional de Trujillo. Veamos.

El 24 de mayo de 1784, don Manuel Albujar y don Antonio Farro, indios originarios del pueblo de San Pedro de Lambayeque, y por el apelativo de “don” principales en éste, pedían licencia al Obispo de Trujillo don Baltazar Jaime Martínez de Compañón, para poder colocar en la Iglesia Matriz de Lambayeque una efigie del Señor Cristo Pobre, que decían estaban: “a sus expensas costeando”.

De paso solicitaban al Obispo, les permitiese pedir limosna, para cubrir los gastos que demandarían: “…el mejor culto y veneración de dicha soberana efigie”, y poder, con el tiempo, formar también una cofradía. Todo esto, argumentaban, mientras se concluía la “…obra del Colegio”, lugar donde Albujar y Farro habían determinado colocar la “sagrada efigie”.

A los pocos días recibieron la contestación, felizmente afirmativa de Martínez de Compañón, tanto para la colocación de la efigie en la Iglesia, como para la “colectación” de limosnas, pero con la salvedad, dictaminaba el citado Obispo, que estas, “…sólo se pidiesen dentro de la Iglesia. De ninguna manera fuera de ésta, y solamente de los fieles que a ella concurriesen, “…sin interrumpirlos en sus oraciones y sacrificios”. De velar por el fiel cumplimiento de este superior mandato, se hacía responsable, manifestaba el Obispo, al Vicario de la doctrina o ramada de San Roque de Lambayeque, licenciado don Matías de Soto y Soraluce.

En vista del anterior Decreto, Albujar pidió, el 12 de febrero de 1785, facultad para colocar la imagen de Cristo Pobre en la Iglesia Matriz. Insistiendo nuevamente, en su calidad de mayordomo de la “soberana imagen”, el pedir limosna libremente, tanto dentro de la Iglesia “…como en las calles de este pueblo”. Manifestaba, de paso, era su deseo el fundarle una cofradía.

Tres días después, el Vicario de Soto y Soraluce le hacía recordar que el Decreto concedido por el Obispo, sólo le otorgaba la facultad de "...exgir limosna dentro de la Iglesia y de ninguna manera fuera de ella", adviertiéndole además que estaba prevenido que estaba prevenido "...por la leyes veinte y cinco, título cuarto y segundo, título veinte y uno libro primero de las Municipalidades", que no se funden cofradías sin expresa licencia del Rey y autoridad del Prelado Eclesiástico, "...ni se pidan limosna en los pueblos de indios sin las de estos y las de las respectivas Audiencias". El Vicario le manifestaba también al inquieto mayordomo Albújar, que todavía no tenía permiso para fundar una cofradía, y que por el momento sólo colocase la imagen en la Iglesia.


Detalle del rostro de Cristo Pobre

Por todo lo mencionado se desprende que esta lograda talla barroca de madera policromada, encarnada, ojos de cristal, sudario de tela encolada, de autor anónimo y de aproximadamente 117 centímetros de altura, fue trasladada a la Iglesia San Pedro de Lambayeque en febrero de 1785, o sea hace 136 años atrás. Sabemos también ahora que costearon su realización los señores Manuel Albújar y Antonio Farro, indios originarios del pueblo de Lambayeque, quienes a su vez fueron sus primeros mayordomos.

La imagen se encuentra actualmente en la hornacina de la calle lateral izquierda del retablo barroco de San Antonio ubicado en la nave de la Epístola. Es la representación de Jesús en uno de los momentos más dramáticos de su Pasíon. Se le muestra de contextura delgada y semidesnudo. Su semblante ofrece una expresión de angustia y abandono, con la mirada hacia abajo y los parpados sombreados, la nariz recta, los pómulos acusados, la boca entreabierta mostrando claramente los dientes superiores tallados y parte de la lengua. La barba ligeramente bífida.

Se encuentra sentado sobre una silla de madera de moderna factura y dorada con purpurina, asiento de pana color rojo. Se encuentra con las piernas cruzadas, el pie izquierdo descansa sobre un cojín forrado en tela de pana color rojo. La cabeza y el tórax ligeramente hacia delante y ladeados  hacia el lado derecho del cuerpo. La cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha descansa sobre la mano del brazo derecho, cuyo codo se asienta en la pierna del mismo lado. El brazo izquierdo cruzado descansa sobre la pierna derecha. Es fin se trata de un Varón de carnaciones  mate, con visibles heridas en ambas rodillas, hombros y espalda, producto del Vía Crucis y la flagelación.          

Su estado de conservación es bueno, aunque presenta pequeños craquelados en algunas partes de su cuerpo y la cola o pegamento de la burda tela del sudario ha perdido adhesividad por el paso de los años. También ha perdido buena parte del encarnado de los dedos de ambos pies, sobre todo del derecho, por el continuo rozamiento  a que estan sometidos por los feligreses.

La imagen de Cristo Pobre se ha convertido, desde hace más de un siglo, en uno de los principales pasos de la tradicional procesión de viernes Santo en la ciudad de Lambayeque. Para esta solemne ocación no aparece desnudo, sino vestido con rico manto de color carmesí, cabellera postiza y tres potencias de plata sobre su cabeza, como símbolo quizás de su triunfo ante el dolor y la muerte.


                                        
                                                       Cristo Pobre. (Viernes Santo. 2,011)  

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