jueves, 22 de diciembre de 2011

La Urna de Cristo Yacente. Una notable obra de arte en Lambayeque.

Urna de Cristo Yacente

La Generosa y Benemérita ciudad de San Pedro de Lambayeque, le debe al ex-Presidente don Augusto Bernardino Leguía Salcedo, plecaro hijo de esta provincia, algunos magníficos regalos, entre los que destacan: la hermosa estatua de bronce, de escultural figura femenina y de indiscutible valor artístico, que representa la Libertad, ubicada sobre un pedestal en el centro del octógono de la pileta de su plaza principal, obra del reputado escultor chalaco David Lozano Lobatón (1865-1936),  conjuntamente con los obeliscos, de fino mármol de Carrara, que engalanan los vértices de los cuatro ángulos de esta plaza, fabricados en la ciudad de Lima, en el taller de José María León e Hijos. Obsequios del gobierno de Leguía a Lambayeque, con motivo de celebrar esta ciudad el centenario de la declaración de su independencia política del poder español, realizada la memorable noche del 27 de diciembre de 1820.

Así también el logrado bronce del Prócer lambayecano don Juan Pascual Saco Oliveros, que se levanta sobre un pedestal, sencillo y elegante, en el centro de la Plaza Independencia de esta misma ciudad, y los cuatro bustos, elaborados también en bronce, de los próceres lambayecanos, Juan Manuel Iturregui Aguilarte; José Leguía y Meléndez, José Ignacio Iturregui Aguilarte y el general Juan Manuel Rivadeneyra y Tejada, que mirando al centro adornan sus cuatro esquinas, estas esculturas fueron donadas por Leguía  a esta ciudad con motivo de las celebraciones del Centenario de la Independencia Nacional (1821-1921), y fueron ejecutadas también por el escultor David Lozano Lobatón. Debemos agregar que ambas plazas fueron inauguradas el 28 de julio de 1821.

Augusto Bernardino Leguía Salcedo

Pero para el pueblo devoto y festivo de Lambayeque la dádiva más significativa hecha por Leguía, a la ciudad que lo vio crecer, lo constituye, no cabe duda, la artística Urna de elaborada talla de madera y pan de oro que encierra, tras finos cristales, la imagen de Cristo Yacente, realizado también en fina madera de cedro policromado. Adquirida por el mismo Leguía para donarla a la Iglesia San Pedro de esta ciudad, en el año de 1927.

Esta notable obra de arte fue ejecutada por el artista peruano Sr. C. Alberto Nalli, tal y como reza en la pequeña placa de metal dorado adosada a uno de los lados de la misma.

Nada se sabía en Lambayeque acerca de la vida y obra de este artífice y muy poco se conocía del devenir histórico de la dorada Urna de madera, habiéndose llegado incluso a decir, en algunos casos, que había sido realizada en Italia. En vista de esto iniciamos en 1997, una paciente búsqueda en los archivos públicos y privados de Lambayeque, Chiclayo y la Biblioteca Nacional, en  Lima. Esto último porque despechábamos que adquisición tan significativa, no podía pasar desapercibida por la prensa en aquellos años, así que aprovechando de una corta estadía en la ciudad capital, iniciamos nuestras pesquisas en la hemeroteca del Diario "El Comercio".

Estas no fueron del todo fructíferas así que decidimos reanudar nuestra búsqueda de información, esta vez, en la Biblioteca Nacional. Sabíamos que el semanario "Mundial", revista limeña que circulara por los años veinte, era adicta a Leguía, y si el tiempo o la suerte nos acompañaban, algún dato podríamos obtener en los ejemplares que conserva esta Biblioteca.

El tiempo y los escasos recursos conque contábamos se agotaron, y tuvimos que retornar a Lambayeque, abrigando siempre la esperanza de retomar nuestro empeño en mejor oportunidad. Cosas del destino, aquí en esta misma ciudad, la fortuna coronó nuestro esfuerzo. Sus pormenores tienen sabor a anécdota.

Una noche de ese mismo año de 1997, cuyo día y mes ahora no recuerdo, se apersonó a mi domicilio el Sr. Tomás Díos Retto, por ese entonces septuagenario lambayecano, había estado - me dijo - tratando de localizarme durante todo el día. Portaba entre sus manos un arrugado folder manila del cual cuidadosamente extrajo lo que a primera vista parecía ser un viejo y amarillento periódico, - soy devoto de Cristo Yacente - fueron sus primeras palabras, - y espero que estos papeles que celosamente conservo le siva a Ud. de algo -, tímidamente expresó. En realidad no se trataba de un viejo y descolorido Diario, como de primera intención supuse, sino de un vetusto ejemplar del semanario "Mundial" de Lima, su fecha 28 de enero de 1927.

Es de imaginar nuestra sorpresa, cuando al hojear lentamente sus añosas paginas nos dimos con una nota de prensa que rotulaba: "Una Obra de Escultura Notable". Dos fotografías la ilustraban, en una, de regulares dimensiones, la Urna de Cristo Yacente, y en la otra, más pequeña, el retrato de su artífice el Sr. C. Alberto Nalli. Habíamos encontrado al fin, y de una manera tan singular, el escurridizo dato. Una amplia sonrisa se dibujó en el moreno rostro de don Tomás, al percatarse de nuestra inesperada sorpresa - ya me lo suponía que de algo le serviría - ingenuamente y a su modo me dijo al cabo.

Teniendo como fuente de primera mano el aludido semanario, amén de los no menos valiosos datos proporcionados por viejos lambayecanos, hemos elaborado nuestro modesto trabajo, que a continuación damos a conocer.

Sabemos ahora que en el lujoso establecimiento de la desaparecida Sociedad VULCANO, cuyo local se encontraba ubicado en el perímetro de la antigua plazoleta de la Merced, frente a la Iglesia del mismo nombre, en el Jirón de la Unión del remozado Centro Histórico de la ciudad de Lima, se inauguró en el verano de 1927, la exposición o exhibición de “una hermosísima obra de arte”, según anota el semanario, y de la que era autor el artista plástico peruano Sr. C. Alberto Nalli. “Se trata, de una escultura en madera de un Cristo Yacente que va encerrado dentro de una Urna también de madera y a la que sirven de apropiada decoración cuatro ángeles en actitud orante”, dice la nota, y más adelante agrega: “La calidad de la obra, la exquisitez con que ha sido ejecutada, su amplio mérito artístico, su majestad, su tamaño, todos sus grandiosos detalles alcanzan para darle a su autor envidiable reputación y consagración en el arte que con tanto mérito cultiva”.

El Sr. Nalli, tuvo una brillante carrera profesional. Inició sus estudios de dibujo y pintura en la, por aquel entonces, prestigiosa “Academia Concha” de la ciudad de Lima, bajo el severo control de los reputados maestros Góngora, San Cristóbal y Luís Astete y Concha. Es en esta Academia donde se ponen de manifiesto las altas cualidades artísticas de las que hizo gala en el futuro.

Nalli orientó desde temprano su innato talento hacía la escultura, especializándose particularmente en el tallado sobre madera, cuya técnica, se sabe, llegó a dominar con perfección. Sus trabajos recibieron los elogios más significativos y figuró su firma junto a la de sus distinguidos maestros en distintas exposiciones realizadas en el extranjero.

Medallas de oro y menciones especiales fueron el premio a su esfuerzo. Fue galardonado con preseas de oro en la exposición de Roma y Turín en 1911, y en la de La Paz (Bolivia), en 1925. La Municipalidad de Lima lo premió también hasta en tres oportunidades.

Por el año de 1926, realizó una larga y tediosa travesía, su destino Nueva York, su propósito, que al fin logró conseguir, exponer en esta ciudad sus artísticos muebles de estilo incaico tallados en madera. Pues precisa saber que Nalli, había logrado asimilar todos los secretos del arte decorativo de esta cultura.

Desde el año de 1917, y por espacio de más de una década fue profesor de la Escuela de Arte y “Oficial” de la ciudad de Lima, cooperando estrechamente en la conservación de distintas obras de arte, bajo la dirección del ingeniero Francisco Alaysa y Paz Soldán.

Una vez adquirida la hermosa Urna por el Presidente Leguía, fue trasladad al Puerto del Callao y de allí se la embarco con destino al Terminal Marítimo de Puerto Eten. Una comisión de vecinos notables de la ciudad de Lambayeque, presididos por su alcalde el Sr. Bernardino Salcedo Ruíz, asistieron a su recepción.


Los cajones en que venían embaladas las partes de que se compone la Urna y la efigie, realizada en una sola pieza de madera de fino cedro, de Cristo Yacente, llegaron a la estación del ferrocarril de Lambayeque en el tren de mediodía; siendo conducidos inmediatamente en una carreta a la Iglesia San Pedro de esta ciudad. El maestro albañil Víctor Gallo, que de paso también le daba a la madera, y sus oficiales los señores Baltazar Durán Uriarte, Julio Mesta, José María Oyola Chuzón y Antonio Rubiños Rioja, procedieron la ensamblado de sus partes, tarea que se prolongó por espacio de seis horas.

Concluido el trabajo y depositada la magnifica Urna en una de las naves laterales del Templo, se dio inicio a la solemne bendición en las primeras horas del día 15 de abril de 1927, acto que verificara el fraile dominico J. Miguel Villavicencio. Fue designado padrino para dicho acto, por el propio Presidente Augusto B. Leguía, el Prefecto del Departamento Sr. Vicente Russo Fry, y madrina, en representación de la Srta. María Teresa Leguía, la Sra. Águeda Leguía de Cúneo.

Se trata de una talla completa de tamaño natural, realizada en fina madera de cedro policromada de claro estilo barroco. Se muestra en posición decúbito supino, bien depositada en el interior de una urna de madera, adornada en sus cuatro esquinas por Ángeles alados, de rodillas y en actitud orante, a modo de sepulcro, toda cubierta en finas hojas de pan de oro. La escultura se encuentra bien colocada sobre un lecho de color lila, también de madera. Tiene la cabeza ligeramente inclinada hacia delante por encontrase apoyada sobre un cojín o almohada y la cabellera desplegada en varias madejas de cabello a ambos lados de esta. De rostro sereno, con los brazos extendidos a lo largo de su cuerpo y las manos ligeramente cerradas, las piernas y los pies juntos. No se trata de un Cristo sangriento y destrozado, magullado por los azotes y el castigo. Al contrario, demuestra ternura y cuidados. Cubre sus partes más intimas un paño de pureza.

Los primeros custodios de la Urna de Cristo Yacente, desde el mismo año de 1927, fueron los señores Francisco La Fora de la Torre y Antonio León García. Fallecido el primero de los nombrados, en febrero de 1953, quedó Antonio León a cargo de la custodia y conservación de la Urna, acompañado de Alberto Riojas Polo. Este por espacio de seis años, ya que dejo de existir el 29 de septiembre de 1959. Antonio León continúo sólo con la tarea hasta el 29 de julio de 1961, año en que entrego su alma al Señor. Su sobrina la Sra. Olga León de Bracamonte le sucedió conjuntamente con el Sr. Leónidas Aniano Riojas Callacná.  Acompañan ahora a doña Olga, en la custodia y mantenimiento de la Urna de Cristo Yacente, las señoras Elsa Peralta de Cortés, María de los Santos Písfil de Chavesta, Petronila Pérez de los Santos y los señores Juan Bustamante Requejo, Nicolás Chavesta Millán y Jesús Leónidas Riojas Ortiz.  Otro de los acompañantes el Sr. Ceferino Chumacera Orcila, falleció en el 2008. 

La pesada Urna de Cristo Yacente, se guarda actualmente en la capilla del Baptisterio, ubicada en la nave de la Epístola de la Iglesia, y constituye el principal paso de la tradicional  procesión de viernes Santo en la ciudad de Lambayeque.

Para terminar debemos agregar que el anda en que posesiona esta notable obra de arte, se encuentra, por el paso de los años, en muy mal estado de  conservación, por lo que urge su inmediata  restauración.

Detalle del rostro de Cristo Yacente

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