jueves, 2 de abril de 2015

La desaparecida imagen del Señor de la Caña de la
Iglesia San Pedro de Lambayeque

Todo parece indicar que es desde principios del siglo XX, en que comienzan a desfilar por las principales arterias de la devota ciudad de Lambayeque los pasos que componen su tradicional procesión de Viernes Santo. Como sabemos antaño las procesiones en esta ciudad se sucedían a lo largo de toda la semana, exceptuando el Sábado de Gloria.

Hasta el 2000, la imponente procesión se componía de 12 pasos, lamentablemente un voraz incendio acaecido en ese mismo año destruyó la efigie dieciochesca del Señor de la Caña, que constituía uno de sus pasos. La imagen, de claro estilo barroco, realizada en fina madera policromada, ojos de cristal y de aproximadamente 125 cm. de altura, se encontraba colocada en la hornacina del lado izquierdo del primer cuerpo del retablo rococó de la Virgen del Perpetuo Socorro, ubicado en el lado del Evangelio.

En ese trágico suceso gran parte del retablo, compuesto de dos cuerpos horizontales, tres calles verticales y enteramente forrado en finas hojas de pan de oro, fue consumido por  las llamas. A raíz de este siniestro se perdieron también la imagen de San Roque y el hermoso grupo escultórico compuesto por San Joaquín, Santa Ana y la Virgen Niña, todas ellas tallas barrocas del siglo XVIII, realizadas en madera policromada y ojos de cristal.

Vista del retablo de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro antes del siniestro (Foto. Memo Luna)

Ante la escasa información conque contábamos referente al proceso vital de muchos de los pasos que componen la tradicional procesión de Vienes Santo en esta ciudad, es que decidimos publicar en abril de 1999, una revista o boletín conmemorativo que reuniera los trabajos de investigación que hasta ese momento habíamos podido realizar con respecto al origen de algunos de estos pasos. La revista, que editáramos conjuntamente con Carlos Roncal Pretell, llevaba por nombre ÑAMPAGIC, y por titulo Semana Santa en Lambayeque.

En esta ocasión, creemos oportuno reseñar uno de los artículos publicados en la mencionada revista, aquel que trata precisamente sobre El Señor de la Caña, tanto por su significativo valor histórico como porque encerraba en sí buena parte del proceso vital de la irremediablemente desaparecida imagen. Veamos:

Don Casimiro Serquén (tal y como figura en el instrumento), testó en el pueblo de Lambayeque el 22 de marzo de 1785, ante el escribano de cabildo de los naturales don Cipriano Cornelio Huamán, actuando como testigos Eduardo Uchufan y Mathías Gutiérrez. Dijo ser indio principal, de ahí el apelativo de don, y estar casado con doña María de la Concepción Rondón. Durante su matrimonio procrearon solamente una hija nombrada Tiburcio Serquén. Don Casimiro era, al momento de redactar su testamento, depositario, por espacio de tres años, de las salinas de Corñan, nombre éste de una arcaica parcialidad o comunidad nativa tradicional lambayecana de la que eran pachacas principales la poderosa familia Infuc Corñan, perteneciente a la élite nativa local.

Estos yacimientos de sal se encontraban por aquellos años “arruinados por las continuas inundaciones”, causadas, no cabe duda, por la recurrente presencia del fenómeno de El Niño en nuestro litoral a lo largo del siglo XVIII.

Serquén manifestaba, en una de las cláusulas de su última voluntad, su deseo de ser sepultado “en la Iglesia Mayor”  del pueblo de Lambayeque, amén de que lo enterrara el cura del cual era feligrés “con capa de coro, Cruz alta, Vigilia y misa de cuerpo presente”.

Al momento de transcribir el viejo instrumento, que se encuentra en el Archivo Regional de Lambayeque, me llamó poderosamente la atención el párrafo de una de sus cláusulas. En sus líneas Serquén mencionaba poseer en la calle Chancay, hoy Francisco Bolognesi, una casa y junto a ésta una capilla “para las andas del Cristo de la Caña”. El nombre de la calle es el mismo que poseía una antigua parcialidad lambayecana conocida, alternativamente, como Chan o Chancay. En viejos manuscritos del siglo XVIII, se le conoce como camino a los arenales de Chancay o camino al valle de Chancay.

Como es de suponer el dato sobre la capilla concitó nuestro interés, así que decidimos continuar pacientemente con la lectura de la disposición testamentaria. Grande fue nuestra sorpresa al toparnos seguidamente con una cláusula en la que Serquén manifestaba haber adquirido con su peculio “un Señor con el nombre de la Caña”. Habíamos encontrado, y de manera casual, unos inéditos e interesantes datos sobre la hoy desaparecida efigie del Señor de la Caña.

A continuación, y para conocimiento del caro lector, creemos oportuno transcribir literal e íntegramente la referida cláusula.

Item: Declaro que he adquirido con mi sudor y trabajo un Señor con el nombre de La Caña, de cuerpo entero de hombre formal sentado con su sudario de Volillo de hilo  de encagito de oro al canto, su cíngulo de cinta de tela de plata y oro, y su azuceno al fin de d(ic)ho cíngulo, que lo compone integro su caña de madera dorada, su soga con sus flores de verano y perlas falsas, adornada sus tres potencias de plata  con más de un marco, corona de espinas verde, con su banda de género de seda rosado de flores y su peana, dos cabelleras con unas andas de d(ic)ho Señor, quatro  indios y un estandarte de  persiana de la china de flores y diversos colores y su cinta morada con vorlas concerniente al d(ic)ho estandarte; mando que todo lo expresado quede queda a la d(ic)ha Iglesia Matriz de este d(ic)ho Pueblo, para que se le de culto y veneración necesaria que así es mi voluntad. Más corresponden a d(ic)ho Señor de la Caña un cojincito que se pone a los pies de Mantilla con su  franja fina de oro, asi lo declaro para que conste y es mi voluntad (cic).

En esa oportunidad nos pareció innecesario hacer cualquier comentario sobre el origen de la imagen ya que la cláusula arriba citada hablaba por si sola. Añadimos solamente que algunos elementos del vestuario habían sufrido con el tiempo ciertas modificaciones u omisiones, agregamos también que la original peana, base o pie, en que descansaba la antigua imagen se había sustituido por una silla de madera dorada en pan de oro, que también desapareció con el siniestro.  


 Vistas del Señor de la Caña en la hornacina lateral derecha del retablo de nuestra Señora del Perpetuo Socorro (Foto. Memo Luna, 1996)
  
  

La desaparecida imagen del Señor de la Caña, cuando desfilaba por las principales arterias de la ciudad en la procesión de Viernes Santo (Foto. Memo Luna, 1995).

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