sábado, 23 de diciembre de 2017

LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE LA LIMPIA CONCEPCIÓN EN LAMBAYEQUE

Imagen de Nuestra Señora de la Purisíma Concepción. Altar Mayor de la Capilla San Francisco de Asís


Antaño, en el pueblo de San Pedro de Lambayeque, constituía un ambiente festivo de esplendor y religiosidad popular la solemne procesión de la Limpia y Pura Concepción de Nuestra Señora (Patrona y Reyna de la Orden Franciscana).

Sabemos que para finales del siglo XVIII, el acto religioso recorría las principales calles del pueblo entre cánticos y rezos, redobles de campana y fuegos pirotécnicos. Jubilosa manifestación de devoción popular hoy desarraigada en ésta – hogaño - generosa y benemérita ciudad.

La festividad consistía en vísperas, liturgia con cantos, música, procesión y octava (ocho días después). En Lambayeque ésta solemne fiesta debe haber desaparecido hace ya mucho tiempo atrás. Decimos esto porque para finales del siglo XIX, solamente se mencionan como principales festividades religiosas en esta ciudad: a la tradicional procesión de Semana Santa, clásica por su popularidad y gentío; el Corpus Christi, por su recogimiento y por su unción; y la del Corazón de Jesús, que hacía época por ser fiesta de la aristocracia y de la elegancia. Ésta última conmoración desapareció del calendario festivo religioso de ésta ciudad el 6 de junio de 1893 (León Barandiarán – Paredes, 1935, p. 389).

Procesión de Viernes Santo en Lambayeque (Memo Luna, 1995)
Corpus Christi, Lambayeque (Brüning, 1906)
Guión Estandarte de la cofradía del Sagrado Corazón de Jesús (Brúning, 1917)

Pero sabemos también que la devoción a la Limpia y Pura Concepción de Nuestra Señora, tenía antigua data en esta ciudad. Los viejos infolios nos dan cuenta de ella desde finales del siglo XVI.  

En su obra: Los Cacicazgos de Lambayeque (1989) el historiador Dr. Jorge Zevallos Quiñones manifiesta que en 1591, fue elegido prioste o mayordomo de la cofradía de la Limpia Concepción en Lambayeque el cacique gobernador de dicho pueblo don Gonzalo Quisquis Farrochumbi:
     
    […] y por tal desempeño el 15 de marzo de 1594, estando de paso por el pueblo el Arzobispo de Lima le concedió una licencia para consolidar la limosna de 12 pesos anuales destinados a misas de sufragios por las almas de los cofrades difuntos, y lo restante de las limosnas quedarían retenidas en dicha hermandad” (Ob. Cit. 1989, p. 69).

Que el cacique principal de Lambayeque sea el encargado de llevar las riendas de la mencionada cofradía, nos revela la temprana y notable importancia que ésta tuvo entre la población aborigen de Lambayeque en el siglo XVI.

Lamentablemente no tenemos noticias de esta festividad religiosa en el siglo XVII, por la escasez de fuentes documentales - del aludido siglo - en los archivos públicos y eclesiásticos de nuestra región.  

En el siguiente siglo, en 1743, era mayordomo de la cofradía de la Purísima Concepción de Nuestra Señora el sargento mayor don Diego de la Puente y Torre. Éste personaje también fue mayordomo de la cofradía de Nuestra Señora del Rosario en 1761 (por aquellos años ésta cofradía se encontraba unida a la cofradía de Nuestra Señora de la Purísima Concepción). A De la Puente y Torre sustituyó en el cargo el presbítero Licenciado don Justo Modesto Rubiños y Andrade, cura de Mórrope y Pacora, después cura propio de la doctrina o ramada de San Pedro en Lambayeque, una de las cuatro con que conto el pueblo de Lambayeque. Le sigue el presbítero don José Antonio Carazo, cura propio de la doctrina o ramada de San Pedro (1778 – 1790), posteriormente don Antonio Atocha hasta 1804, año en que la mayordomía recae en el cura interino de la ramada de San Pedro (1800) presbítero don Justo Pastor Siancas, después cura propio de la ramada de Santa Lucía.

Siancas, se mantuvo como mayordomo hasta 1813, año en que lo reemplaza don Atanasio Montenegro, que estuvo a cargo de la mayordomía hasta 1836. En éste mismo año encontramos como mayordomo interino de la cofradía a don Manuel Montenegro, que es reemplazado por don José María Muga y doña Manuela Costa, también en el mencionado año (1836).   

Habremos observado que cuando la mayordomía de la mencionada cofradía recaía en un cura doctrinero de Lambayeque, ésta siempre se le otorgada al cura de turno - tanto propio, como interino - de alguna de las cuatro antiguas parroquias o ramadas de Lambayeque (ramada de Santa Catalina, San Roque, San Pedro y Santa Lucía). Todo esto debido, en algunos casos, al deficiente desempeño en sus funciones de que hacían gala los mayordomos laicos, o, en su defecto, al mal e indebido uso de los bienes de la cofradía; ya que los mayordomos no sólo eran responsables de velar por la vida religiosa de los cofrades, sino también de los bienes que servían para mantener el culto. 

El Libro de Cargo de las partidas de entrada a favor de la Cofradía de la Pura y Limpia Concepción de la Virgen Santísima María Nuestra Señora (1784 – 1836) que se conserva en el Archivo Parroquial de Lambayeque (APL), nos ha servido de fuente de primera mano para el desarrollo de ésta entrega, y, con ello, al consecuente rescate de ésta festividad religiosa hoy desaparecida, a tal punto de no encontrarse ni una sola huella, de ella, en el imaginario colectivo de la ciudad de Lambayeque.  

La paciente transcripción y el consecuente analices de los datos recogidos nos ha permitido tener una idea de los pormenores de ésta inédita festividad en Lambayeque. Por ellos sabemos también que la mencionada cofradía tenía a su cargo la celebración del día del Nacimiento de la Virgen o Natividad de María, el 8 de septiembre de cada año. En esa ocasión se efectuaba una misa concelebrada y salía en procesión la efigie de la Virgen.  Las celebraciones de ésta festividad fueron decayendo a partir de 1807.

Es más, el 22 de noviembre, de cada año, se oficiaba también una misa concelebrada por los hermanos difuntos de dicha cofradía. La caja de la cofradía pagaba a los señores curas por esta función 22 pesos y al organista 4 reales.

Repetimos, después del exhaustivo analices del antiguo Libro de Cargo de ésta cofradía, nos atrevemos a imaginarnos la escena procesional más o menos así. Veamos.


Procesión de la Limpia y Pura Concepción de Nuestra Señora
Pueblo de San Pedro de Lambayeque (1784 – 1807)

En horas de la tarde del 8 de diciembre, día central de la festividad de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, en un ambiente de atmósfera densa, rancia – con fuerte y penetrante olor a incienso – tenue - iluminada solamente por las velas y los cirios - se concelebraba, en la iglesia San Pedro de Lambayeque, una solemne misa, con asistencia de los cuatro curas de doctrina y dos diáconos que los asistían.

Antes se había descubierto el Sagrario en el que se encontraba el Ostensorio o Custodia - donde se coloca la hostia, después de consagrada, para adoración de los fieles –  ubicado en sitio preferente en el retablo mayor (cabe recordar que estamos hablando de celebraciones efectuadas a finales del siglo XVIII y los primeros años de la  década del siguiente siglo).

La magnífica Custodia, de plata sobredorada, pertenecía a la cofradía del Santísimo Sacramento, y para descubrirla y volverla a cubrir se pagaba a ésta cofradía 2 pesos y un peso al caporal encargado de realizar tal operación. El pago de los curas que oficiaban la misa, que ascendió a 24 pesos; el de los diáconos, 2 pesos; el pago a la cofradía del Santísimo Sacramento, al cohetero don Luciano Luna, por los fuegos que se quemaron; al maestro de capilla don Custodio Nuquez, a los músicos, chirisulleros (denominados así porque tocaban un instrumento viento - madera de origen andino, Inca), cajero, y, entre otros, la compra de la arroba de cera de Castilla, al cerero que labro unos cirios, eran costeados con ingresos de la cofradía de la Inmaculada Concepción de María.

Chirisulla y tambor o caja. (Eten. Brüning)

Sus rentas provenían de algunos censos, del arriendo de casas, tiendas y los denominados “montes de la Virgen”, que le pertenecían; de las limosnas recaudadas tanto al interior de la iglesia como por las calles de la ciudad. Además, como la cofradía estaba fundada en los cuatro comunes de indios de las cuatro ramadas, estos aportaban cuatro reales cada uno, al año. Es más, el devoto principal de la fiesta abonaba 50 pesos de limosna, por ello tenía derecho a que se le entregara un peso de plata y a beberse seis frascos de aguardiente en el año. Esto último, en la siguiente forma: un frasco el día que lo elegían; otro el día de la escritura; otro el día de Pascua; otro el día del Santo de su nombre; otro el día del Santo de su mujer; y otro el día central de la fiesta.

Y ya que de bebidas espirituosas se trata, veamos lo que los muñidores tomaban con el cuento de la fiesta. Se les llamaba así a los que en las cofradías se encargan de avisar a los cofrades para que asistan a los diversos actos y ceremonias religiosas, además de poner y quitar la cera y de que se adorne el altar lo mejor posible). Estos señores, que no recibían salario, se bebían media botija de chicha el día que cuelgan la iglesia, o sea el día en que la aseaban y adornaban con papeles de colores, amén de una botella de aguardiente, y el siguiente día otra media botija de chicha. El día que descuelgan la Iglesia, o sea después de la fiesta, se bebían dos frascos de aguardiente…y media botija de chicha.    

Prosigamos.

Después del acto litúrgico salía en concurrida y solemne procesión, precedida de repiques de campana y quema de fuegos pirotécnicos, la imagen de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, en Lambayeque.

Delante del paso, abriendo la marcha, iba el hermano mayordomo elegantemente vestido y portando en su diestra un bastón de plata en cuyo remate se encontraba una imagen de Nuestra Señora de la Concepción, éste constituía el símbolo de su autoridad. Junto a él, dos hermanos mayores llevan el guion estandarte de la cofradía, confeccionado en brocato blanco guarnecido con una punta de tisú de plata.  

El anda - de madera dorada con ocho niños de guarnición matizados de oro y colores muy bien tratados y renovados - portada en hombros de los cofrades y acompañantes, desfilaba a paso lento y entre canticos y alabanzas, por las antiguas, polvorientas y, en algunos respetables tramos, enpedradas arterias principales del pueblo. Cuatro candelejas de hoja de lata con sus respectivos cirios encendidos de cera blanca iluminaban tenuemente el paso.

En lo alto, y sobre una peana de madera forrada en plata con una media luna apocalíptica - con las puntas hacia arriba - también de plata maciza, se levantaba - ante la mirada absorta de los feligreses presentes - la efigie de la Virgen.

La imagen, de candelero para vestir, llevaba puesta sobre su testa una corona de plata sobredorada. Un rico manto la cubría desde la cabeza – ataviada con toca de velo de seda - a los pies. El manto estaba confeccionado de brocato de seda azul, tejida con hilo de plata y adornado con punta de oro ancha y fina. Debajo del manto se dejaba ver una túnica larga de lama a flores guarnecida con un galoncito de oro fino blanco, ceñida a la cintura por un cíngulo de franja de oro brillante con su botonadura de hilado de oro fino. Sobre su cabeza llevaba como alhajas - amén de la corona de plata - siete tembleques pequeños de oro con treinta y cinco perlas finas y menudas. Además una gargantilla con noventa y nueve perlas finas. Unas manillas (pulseras) de oro, un par de zarcillos (pendiente o arete) de oro con veinte y dos esmeraldas cada uno, et, etc.

En horas de la noche, terminado el desfile, hacía su apurado ingreso a la iglesia parroquial el anda con la efigie de la Virgen. La fiesta había concluido.



                   La imagen de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción
Capilla San Francisco de Asís
 
Capilla San Francisco de Asís (J. Izquierdo 201

Cosas del destino, en la hornacina principal del recuperado y sugestivo altar mayor de la recientemente restaurada capilla San Francisco de Asís - antigua ramada de San Pedro - se yergue – ahora - una hermosa imagen de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción.

Se trata de una talla de vestir, de pie y de frente. Solamente la cabeza y las manos se encuentran realizadas en fina madera policromada y encarnada, el busto y los brazos (articulados) también realizados en madera, pero sin ningún tratamiento. El resto del cuerpo ésta elaborado en textil encolado de color blanco. Los pies descalzos, la apocalíptica media luna y la serpiente con cabeza de dragón - con sus fauces abiertas y lengua extendida -elaborados en yeso policromado, por lo que su factura parece ser posterior. Posee ojos de vidrio, y posiblemente data de finales del siglo XVIII o principios del XIX, su autor es anónimo.

Se le representa con el cabello corto y recogido de color castaño oscuro cubierto por una cabellera postiza del mismo tono. El rostro ovalado; su semblante modesto y dulce; su frente espaciosa; sus cejas algo arqueadas, de color castaño claro; su mirada baja y un tanto hacia la izquierda; la nariz aguileña; su boca cerrada pequeña y recogida, sus labios iguales y encarnados; las mejillas sonrosadas.

Imagen de Nuestra Señora de la Purisíma Concepción (J. Izquierdo, 2017)


Viste una larga túnica blanca y, sobre ésta, una fina blusa de mangas largas de puños apretados y delantal del mismo color ceñido al vientre por delgado cinturón de tela dorada con dos puntas sueltas al frente, signo de maternidad. Sobre su pecho un corazón fulgurante, atravesado por una espada y corona de rosas amarillas. La cubre un manto largo y abierto de color celeste oscuro con ribetes de hilos dorados. Sus vestiduras sobrepuestas hacen que, de Ella, se vean solamente las manos, el cuello y su rostro. La imagen descansa sobre una peana circular de madera de color blanco.

La lograda efigie, cuyo rostro se encontraba repintado, fue intervenida por el artista plástico lambayecano Francisco de Asís Chevez Chira, con recursos proporcionados por la Parroquia de Lambayeque, siendo Administrador Eclesiástico de ésta el P. Edwin Fredy Beltrán García.

Ahora bien, no sabemos si esta efigie se logró adquirir con el aporte de cada una de las hermanas de la Tercera Orden Franciscana – fundada en la iglesia parroquial en 1885, gracias a la gestión de la matrona lambayecana doña María del Carmen Salcedo Taforó, madre del presidente don Augusto Bernardino Leguía Salcedo -  o, en su defecto, fue obsequiada por algún devoto lambayecano. Lo cierto es que a partir de 1892, la capilla ya contaba con la citada imagen.

Un año antes, en junio de 1891, un voraz incendio reducía a escombros el retablo mayor de la iglesia San Pedro de ésta ciudad devota.  Sabemos que en la parte superior del siniestrado retablo se encontraba una efigie - de candelero o de vestir - de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, que lamentablemente también fue presa de las llamas. No cabe duda que se trataría de la misma imagen que con motivo de su fiesta principal, el 8 de diciembre de cada año, desfilaba - en el siglo XVIII y las primeras décadas del siguiente siglo - por las principales arterias de esta ciudad.

Altar Mayor de la Capilla San Francisco de Asís (J. Izquierdo, 2017)

Nota. El dogma de la Inmaculada Concepción de María fue proclamado por Pío IX en 1854. Pero la historia de la devoción a María Inmaculada precede en siglos a la proclamación del dogma, que no introdujo una novedad sino que simplemente coronó una larguísima tradición.

Costumbre que en el caso específico del pueblo de San Pedro de Lambayeque se mantuvo desde fines del siglo XVI, los siglos XVII, XVIII, hasta que fue decayendo, tal vez, en las dos primeras décadas del siglo XIX.


Bibliografía

León Barandearán, Augusto - Paredes, Romulo. A Golpe de Arpa Folklore Lambayecano de Humorismo y Costumbres. Lima, 1935

Zevallos Quiñones, Jorge. Los Cacicazgos de Lambayeque. Trujillo, 1989. 


Documentos

Archivo Parroquial. Iglesia San Pedro de Lambayeque (APL)

- Libro de Cargo de las partidas de entrada a favor de la Cofradía de la Pura y Limpia Concepción de la Virgen Santísima María Nuestra Señora (1784 – 1836) 


Fotografía

Enrique Brüning
Guillermo Luna Lorenzo (Memo Luna)
Jorge R. Izquierdo Castañeda







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