miércoles, 28 de noviembre de 2012

La Ramada de Santa Catalina en Lambayeque


Ramada de Santa Catalina (Foto, J. V. Castilla Izquierdo. 2010)

La Ramada de Santa Catalina

En su libro "Boceto Histórico de la Iglesia de Lambayeque", el fraile dominico Ángel Menéndez Rúa, sostiene que la ramada de Santa Catalina posiblemente se comenzó a construir entre los primeros años del siglo XVII, poco antes de 1606. A continuación agrega: “Su construcción es mucho más sólida que las otras, pues fue toda ella de bóveda y su fachada decía muy bien con el progreso que el pueblo iba teniendo en todo orden de cosas, pues, ya reinaba la tranquilidad y calma necesarias para construcciones de este género” (Menéndez. 1935).
                                                                                                                          
Nosotros por nuestra parte debemos agregar: que el culto a la Virgen y Mártir Santa Catalina tenía, en el pueblo indígena de San Pedro de Lambayeque, antigua data. Una prueba documentaria de lo antes mencionado lo constituye la masiva procesión que llevando en andas la efigie de la venerada santa, recorriera las primitivas calles, trazadas a cordel y regla, del pueblo de Lambayeque, en abril de 1578. (Huertas. 1987).

El motivo de esta muestra de religiosidad popular, no fue otro que el de tratar que con su sola presencia, amén de las rogativas y oraciones de los indios, se aplacarán las devastadoras plagas de grillos, gusanos (de las más diversas especies y colores), y ratones, que asolaban las, hasta hace poco, fértiles tierras de esta laboriosa comarca, como clara consecuencia de las apocalípticas lluvias y fatal inundación que trajera consigo la cíclica presencia de un fenómeno de “El Niño” en el verano de ese año. Fenómeno catalogado por los especialistas como del tipo “muy fuerte”. Catástrofe que ha sido considerada como una de las más nefastas que registra nuestra historiografía regional (Izquierdo. 2007).

Así lo manifiesta el clérigo Francisco Sánchez, uno de los curas doctrineros del pueblo de Lambayeque y testigo presencial de los acontecimientos, en una de sus respuestas a las interrogantes que se le hicieran con motivo de las “Probanzas”  ejecutadas en 1580, o sea dos años después del desastre y ruina, por el cobro indebido del tributo a los indios de parte de los encomenderos de la región. Veamos lo que sobre este hecho sobrenatural relata Sánchez:

    “…y en este pueblo hicieron precesión y eligieron un santo por abogado y por suerte le cupo a señora Santa Catalina y fue Dios servido que de alli adelante lo que sembraron prevalecido y lo cogieron y cesa los grillos y ratones y paxaros  que no ubo mas tormenta dellos” (sic) (Huertas. 1987).

No sería, tal vez, que como natural consecuencia y partiendo de este “magnifico” milagro que no registra la tradición católica lambayecana, el común de indios del pueblo se animara, pese a las penurias económicas por las que atravesaba, ha construir, bajo la advocación de esta santa “milagrosa”, la ramada que lleva su nombre. Todo esto, claro esta, como una hipótesis de trabajo, porque no aspira a más (Izquierdo. 2007).

Perfil Arquitectónico

Dejemos que sean especialistas en el tema los que nos ilustren en torno a las características arquitectónicas de esta bella fachada, que es lo que a duras penas se conserva de la antigua ramada de Santa Catalina, declarada Patrimonio Cultural de la Nación por Resolución Ministerial Nº 329 – 86 – ED de 30 de junio de 1986. En este particular caso a los reconocidos arquitectos Haydee Chirinos Cuadros y Eduardo Zárate Aguinaga, veamos:

“La fachada presenta dos cuerpos y tres calles. El primer cuerpo tiene al centro el vano de ingreso en forma de arco, con archivolta almohadillada y enmarcado por dos pilastras que soportan un entablamento que remata todo el primer cuerpo. Las calles laterales presentan, en los extremos, pilastras  almohadilladas que suben hasta el segundo cuerpo. Sobre el entablamento se ubica un frontón partido intersecado por una pilastra que a la vez sirve de base para una hornacina de sección semicircular con remate en forma de venera.

Sobre los lados inclinados del frontón, se apoyan cuatro pilastras, dos a cada lado, que mantienen la continuidad con el primer cuerpo. Las calles laterales del segundo cuerpo son paños almohadillados, que a los extremos presentan las pilastras que vienen desde el primer cuerpo. Sobre todo el segundo cuerpo, corre una cornisa con ondas. La calle central presenta como remate, dos pináculos sobre las pilastras de los extremos, y al centro, dos grandes volutas que enmarcan un bajorrelieve con pintura mural.

Finalmente, sobre este último tramo de la calle central, pasa una delgada cornisa. El remate final es un frontón triangular, con lados curvos.

Cada pilastra de los extremos de la fachada, presenta como remate una torre pequeña con aberturas lobuladas y pilastras, cubierta por una cúpula con altorrelieves y coronada por un pináculo”. (Chirinos –Zárate. 2011).

Debemos hacer incapie, que el actual estado de conservación de esta magnifica fachada es malo por lo tanto necesita de una pronta intervención.




La ramada necesita una pronta restauración (Foto, G. Luna. 2012)

La Escuela de la Patria

Germán Leguía y Martínez, escritor e historiador lambayecano, argumenta que la escuela de primeras letras de Lambayeque, denominada “Escuela de la Patria”, funcionó primero en el local de la “Aduana”, actualmente sede de la Institución Educativa de Varones “27 de Diciembre” de esta localidad. Seguidamente anota: “…suprimida más tarde la parroquia de Santa Catalina, pasó a funcionar a la Iglesia de este nombre, modificada ad hoc; local claro, céntrico y espacioso” (Leguía. 1972).

Aunque Leguía y Martínez, no consigna la fecha en que iniciara sus labores dicho centro de enseñanza, sus apreciaciones hacen suponer que estas se verificaran en 1822, en el local de la Aduana.

Sabido es que con fecha 15 de junio del mencionado año, el Supremo Delegado José Bernardo de Tagle Portocarrero, marqués de Torre Tagle, a través del secretario de Gobierno Bernardo Monteagudo, expidió un decreto, mediante el cual se concedía al pueblo de Lambayeque, partido del mismo nombre, el titulo provisional de Ciudad y el renombre de Generosa y Benemérita. Dicho instrumento ordenaba también, en su segundo considerando, se estableciera, en ésta, una “Escuela de primeras letras con la dotación de trescientos pesos de los fondos de aquella Municipalidad”. (Leguía. 1972).

La escuela debía estar sujeta “…a las variaciones que exigía el plan general de instrucción pública” (Leguía. 1972). Y tenía que instalarse tan luego las circunstancias, sobre todo económicas, lo permitieran.

El citado decreto fue ratificado, seis mese después, por el Primer Congreso Constituyente de la República, el 18 de diciembre de 1822.

De acuerdo a nuestras investigaciones, dicha escuela no se instaló, mucho menos abrió sus puertas en aquel año de 1822. Lo acredita el decreto emitido en 1823, firmado por José Faustino Sánchez Carrión por orden expresa del Libertador Bolívar. Aquí, el ilustre caraqueño, preocupado porque iniciara sus labores este centro de instrucción, conminaba, a los miembros del cabildo de Lambayeque, pusieran todo su  empeño en aras de lograr su pronta e inmediata apertura.

El considerando 6º, del aludido decreto, a la letra reza: “Que la escuela mandada establecer por decreto del 15 de junio de 822 se abra sin excusa ni pretexto alguno a los quince días después de recibida esta orden con la asignación de trescientos pesos de la fondos de la Municipalidad al Preceptor que se encargase de dicha Escuela que lo será con preferencia a cualquier otro un eclesiástico de virtud, patriotismo y de las luces necesarias y en caso de no haber eclesiástico, podrá ser nombrado cualquier otro, dándose e cuenta a este Supremo Gobierno de haberse realizado dicho establecimiento”. (Denegrí Luna. 1972).

Las exiguas rentas municipales, sumadas a la afiebrada recluta de jóvenes, especialmente de las clases más bajas, para enrolarlos al Ejército Patriota; los cupos voluntarios y forzados a que fue sujeta esta ciudad en aquellos álgidos años; la nefasta y recurrente presencia de un fenómeno de “El Niño”, del tipo “muy fuerte”, en el verano de 1828; el fuerte sismo de marzo de ese mismo año, que arruinaran parcialmente la ciudad; el alejamiento del Libertador y por último la guerra con la Gran Colombia (1828 – 1829), suponemos, harían inútiles los esfuerzos por dotar a Lambayeque, en esa oportunidad, de su primera escuela republicana de primeras letras.

Todo parece indicar que esta escuela, que contaba con una sola aula, inició sus labores a partir de 1830 o 1832, en la capilla doctrinal o ramada de Santa Catalina. Para este último año la escuela ya se encontraba en funciones.

El Libro de Actas de la Ilustre Municipalidad de Lambayeque 1832 - 1838, que se custodia y conserva en los anaqueles del Archivo Regional de Lambayeque (ARL), contiene interesantes e ilustrativos datos referentes a este tema. Así tenemos que el día 18 de junio de 1832, se práctico un examen público de “gramática y latinidad  en la “Ramada de Santa Catalina”. Participaron cinco alumnos bajo la conducción de su preceptor el Sr. Domingo Gordón. El preceptor tenía que dar cuenta de todo esto a la Municipalidad, que era la que le pagaba el magro salario, se encargaba del mantenimiento del local, y, de paso, premiaba a los alumnos más distinguidos. (Cabildo de Lambayeque. 1832 - 1838).

Su funcionamiento no tuvo un carácter permanente en cuanto al dictado de clases, por las continuas licencias que solicitaba el preceptor Gordón, más aún cuando la persona designada para sustituirlo interinamente, no reunía las condiciones para desempeñar el cargo. Agreguémosle a todo esto el mal estado en que se encontraban las estructuras de esta ramada, seriamente afectada por los copiosos aguaceros del verano de 1828.

En agosto de 1833, el municipio optó, dadas las circunstancias, por  suspender, temporalmente, las labores en el aula de la escuela, dando cuenta de este hecho a la Junta Departamental, “…para que se sirva nombrar una persona hábil que desempeñe este cargo, a mérito de que en esta ciudad no hay peruano en quien confiar  (Cabildo de Lambayeque. 1832 - 1838). Al regidor Juan José Nuques se le encargo “…haga el recojo de todos los enseres bajo inventario, hasta nueva resolución(Cabildo de Lambayeque. 1832 - 1838).

En el mismo año de 1833, el diputado por Lambayeque a la Convención Nacional, Dr. Marcial Pastor y Martínez de Tejada,  ponía en conocimiento del Gobierno central que en la ciudad de Lambayeque existían dos locales abandonados y sin uso, que habían servido, anteriormente, de parroquias a los curas de San Roque y Santa Lucía, y que convenientemente refaccionados se podrían establecer en ellos el aula de latinidad y escuela primaria respectivamente. Los gastos correrían por cuenta de la Municipalidad, que para el efecto pagaba el arrendamiento de dos casas particulares. El general Pedro Bermúdez, a la sazón Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, resolvió en noviembre de ese mismo año, a favor del diputado lambayecano, ordenando: “…el reparo y preparación de las aulas y empedrado de la Calle Santa Catalina para que las aulas queden en lugar cómodo y aseado; encargándose esta obra a don Juan Nepomuceno Delgado asociado de un Municipal”. Esta gestión no se llevo a cabo en aquel año. Así consta en el Libro de Registros 1848 - 1849, del escribano Pedro Pablo de Anteparas (ARL).

En 1836, figura como director del aula “de primeras letras de enseñanza Mutua (?)” de esta ciudad, el preceptor José María Alvarado, natural de Cuenca (Ecuador), de intachable conducta, constante desempeño y esmerada ilustración en el sistema “Lancasteriano” que enseñaba. Las asignaturas elementales que se dictaban en el aula eran las siguientes: Religión, Ortología, Caligrafía, Aritmética, Gramática Castellana y algunas preliminares de Geografía Universal” (Cabildo de Lambayeque. 1832 – 1838).

Los alumnos más destacados del aula se encargaban de despachar los papeles que circulaban en la provincia, “…tanto los comunicados por la Subprefectura, cuanto por la Vicaría y Juzgado de Primera Instancia”. Todo debidamente refrendado por las autoridades respectivas (Cabildo de Lambayeque. 1832 - 1838).

Venta de la Sacristía de la ramada de Santa Catalina

Cosa curiosa, el 4 de diciembre de 1838, don José Núñez Gago, cura propio de las doctrinas unidas de San Roque y Santa Catalina, vendía, previó permiso otorgado piel Gobernador Eclesiástico del Obispado, al mismo parlamentario Pastor y Martínez de Tejada, por la suma de 80 pesos, la sacristía de la ramada de Santa Catalina por hallarse decía, “…muy maltratada e innecesaria”, y porque en la Iglesia Matriz de San Pedro, “…se hacían todos los oficios divinos(Anteparas. 1838).

La mencionada sacristía medía: “…seis varas de largo, y cinco y tercia de ancho(Anteparas. 1838). Sus linderos eran los siguientes: “…por el oriente con la Parroquia de Santa Catalina, por el sur y poniente con casa del comprador, y por el norte con la calle nombrada de Santa Catalina(Anteparas. 1838). La antigua calle de “Santa Catalina”, es la que hoy se conoce con el nombre de “San Martín”, en esta ciudad.

Remate de la ramada de Santa Lucía

Recién en 1848, quince años después que el diputado Pastor y Martínez de Tejada efectuara el pedido, es retomada esta acción.  En efecto, el prefecto de la Libertad, jurisdicción a que la políticamente pertenecía Lambayeque, ordenaba al subprefecto de esta Provincia se procediera únicamente al remate de la ramada de Santa Lucía y “sus cuatro tiendas accesorias”, pese a la férrea oposición del vicario de la Provincia  que manifestaba, entre otras cosas, que las tiendas no beberían ser materia de remate por pertenecer a la iglesia. Las tiendas, argumentaba el vicario, habían sido construidas en 1726, por el cura don José de Torres y Toledo, para con el pago de sus arrendamientos refaccionar los daños ocasionados a la Iglesia Matriz, a raíz de los copiosos aguaceros y fatal inundación de marzo de 1720 (Anteparas. 1848 – 1849).

Conformada la Junta de Almoneda, compuesta por los señores: “...don Francisco Carrasco, Capitán de Fragata de la Armada nacional y Subprefecto de la Provincia; Dr. Don Bernardo Barbarán, Abogado de los Superiores Tribunales de Justicia e individuo del Ilustre Colegio, y Juez de Primera Instancia del Distrito Judicial de las Provincias de Lambayeque, Chiclayo y Jaén; y don Mateo Izaga, Sindico Procurador de la Municipalidad de Lambayeque (Anteparas. 1848 – 1849), ordenaron al escribano don Pedro Pablo Anteparas, llevase a cabo la subasta de la ramada de Santa Lucía y sus cuatro tiendas accesorias.

El 22 de abril de 1848, se realizó el remate por voz del pregonero Manuel Ferrer, en estos términos: “…quien quiera hacer postura a la Ramada de Santa Lucía y las tiendas contiguas, avaluadas en la cantidad de mil ochocientos setenta pesos, mil quinientos cuarenta pesos por el área, y trescientos treinta por la fabrica de las cuatro tiendas indicadas, comparezcan y hágalas que se les admitirá(Anteparas. 1848 – 1849). Como hemos visto, el área que ocupaba la ramada de Santa Lucía se avaluó en 1,500 pesos y en 330 pesos la “fábrica” de las tiendas (ubicadas al lado Este de esta ramada y con sus puertas hacia la antigua calle “Real de Mercaderes” hoy “8 de octubre), haciendo un total de 1, 870 pesos.

Solamente dos personas hicieron conocer sus propuestas, los señores Vicente Delgado, con 1,246 pesos 4 reales, y Gregorio del Castillo, que había asistido en representación de Manuel Gregorio Muga Ariza y su esposa Jacinta Romero Miranda, con la suma de 1,250 pesos, más 25 pesos “…por las pocas maderas que hay en la ramada indicada, como son orcones y varitas que han quedado de resago(sic) (Anteparas. 1848 – 1849).  

La propuesta fue pregonada en varias ocasiones hasta que, “…habiendo ya dado las doce del día y no resultando otro postor que la mejorase”, el escribano otorgó, por voz del pregonero, la buena pro a don Gregorio del Castillo de la siguiente manera: “Eá señores, pues no hay quien puge, ni quien mas diga que los expresados mil doscientos setenta y sinco pesos apercibo de remate, a la una, a las dos, a la tercera que es buena y baledera, que buena, que buena, que buena pró le haga á don Gregorio del Castillo que la tiene puesta” (sic). (Anteparas. 1848 – 1849).

Obtenida la buena pro por del Castillo, este la aceptó, sin que por ello haya adquirido cualquier derecho, a favor de doña Jacinta Romero de Muga. En carta dirigida a los miembros de la Junta de Almoneda, la agraciada, pidió se mandara expedir la escritura correspondiente a nombre de sus legítimos menores hijos.

Refacción de la ramada de Santa Catalina. 1848

Por disposición emanada de la Prefectura, se le entregaron 330 pesos al vicario de la iglesia de Lambayeque don José María León, esto solamente incluía el valor de la “fábrica” de las cuatro tiendas, más no del terreno en que fueron construidas, “…para que se imponga en otra parte ó invierta como el Ilustrísimo Señor Obispo de la Diócesis estime conveniente, en cuyo conocimiento se pondrá esta resolución(Anteparas. 1848 – 1849).

Con los 945 pesos restantes, se iniciaron, en el mismo año de1848, las labores de refacción de la maltratada ramada de Santa Catalina y la construcción, en su interior, de las aulas de la denominada “Escuela de la Patria”. Todo por cuenta de la Municipalidad de Lambayeque, acreedora de los fondos de la subasta. A partir de esta fecha la escuela comenzó a funcionar permanentemente en este local, hasta los primeros años del siglo XX. La puerta de acceso a la escuela daba a la antigua calle de “Santa Catalina”, después “Mariano Pastor Sevilla”, “La Merced”, hoy calle “San Martín”.

Se dice que uno de los más distinguidos alumnos de esta escuela lo fue el ex presidente de la República don Augusto Bernardino Leguía Salcedo, natural del, otrora, puerto mayor de San José, hoy distrito de la provincia de Lambayeque.

El final

Los fenómenos del “Niño”, catalogados del tipo “muy fuerte”, de los veranos de 1871 y 1878, en el siglo XIX, y del verano de 1925, en el siglo XX, afectaron nuevamente, cada uno en su oportunidad, las viejas estructuras de la ramada de Santa Catalina. De los daños ocasionados por esta última catástrofe ya no se recuperaría más.

Tres años después, en marzo de 1928, la Municipalidad Provincial de Lambayeque, representada por los señores síndicos Felipe Barandiaran y Barandiaran y Carlos Rivadeneira Madueño, cede, en uso temporal y gratuito y por espacio de dos años prorrogables, al Supremo Gobierno, representado por la Comisión de Irrigación del Departamento, cuyo jefe era el ingeniero norteamericano Sr. Carlos W. Sutton, un local ruinoso conocido con el nombre de “Escuela de la Patria(Rivadeneira - 1928.).

El local sería destinado para una “instalación de fuerza motriz”, para el alumbrado eléctrico de la población. Estipulándose previamente que cualquier mejora que se hiciera en él, quedaría a beneficio de éste, sin pago de ninguna clase por parte del municipio lambayecano

El Libro de Registro de 1928, a cargo del escribano Juan Manuel Rivadeneira, que se conserva en el Archivo Regional de Lambayeque (ARL), es la fuente que nos ha servido para exhumar los datos que hasta el momento venimos reseñando en este pequeño capitulo. De él también hemos tomado, considerando su importancia, la real ubicación del local, sus linderos y la extensión de la denominada “Escuela de la Patria”.

Lo que desconocemos hasta el momento, es si en el transcurso del tiempo que media entre los años de 1848, fecha de su refacción, y 1928, fecha en que se encontraba “ruinoso”, o sea en el espacio de 80 años trascurridos entre uno y otro acontecimiento, el local haya sufrido alguna modificación en su área, o, en su defecto, una ligera reubicación. Lo cierto es que para el año de 1928, el local abarcaba buena parte de la parte posterior de las arruinadas ramadas de Santa Catalina y San Roque.

Ilustrémonos al respecto: “El local denominado “Escuela de la Patria”, esta situado en la calle “San Martín”, cuadra “Santa Catalina” de esta ciudad, tiene por linderos: á la derecha entrando ó sea al Poniente, casa de don José del Carmen Aguilar: á la izquierda ó sea al Oriente, finca urbana del mismo local y la “Capilla de San Francisco”; al Sur, ó sea al respaldo el atrio de la Iglesia; y al frontis ó sea al Norte, casas de la familia Montjoy y de las hermanas Vilches B. calle dicha por medio; siendo su extensión la de doce metros, cuarenta centímetros de ancho, por treinta y cuatro metros, veinte centímetros de largo ó sean cuatrocientos veinticuatro metros cuadrados, ocho decímetros cuadrados” (Rivadeneira - 1928).

Para constatar la extensión de lo que fuera el frontis de esta escuela, hemos realizado una verificación, in situ, partiendo de las visibles huellas que todavía se pueden detectar. Y el resultado es que las medidas y los linderos coinciden perfectamente. En conclusión el local que ocupaba la “Escuela de la Patria” estuvo emplazado, como lo hemos dicho anteriormente, en un área que comprendía ambas ramadas, tanto la de San Roque como la de Santa Catalina.

En ese año de 1928, el local fue reparado “con techumbre de madera” por la Comisión de Irrigación del Departamento. En 1935, el local de la vieja escuela se hallaba “sin techo a la claridad del día” (Menéndez Rúa. 1935).  

La Casa “Muga – Romero”

En el área de terreno que ocuparan la ramada de Santa Lucía y las “cuatro tiendas accesorias” que, como hemos visto anteriormente, fueran subastadas en público remate en abril de 1848, se empezó a construir una magnifica mansión. Obra que se culminó en 1851. Año que se encuentra registrado en la parte central del friso de la portada de su acceso principal.

La mansión, que se ubica en la cuadra 05 de la antigua calle “Real de Mercaderes” hoy calle “8 de Octubre”, se convirtió con el tiempo en una sugestiva expresión de la arquitectura republicana de mediados del siglo XIX. Fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, mediante Resolución Jefatural Nº 009 del 12 de enero de 1989.

La denominación de “Casa Muga – Romero”, con la que se le comenzó a llamar, desde hace algunos años atrás, se debe a que fue el matrimonio compuesto por Manuel Gregorio Muga Ariza y Jacinta Romero Miranda los que mandaron edificarla y, por ende, fueron también sus primeros propietarios. Es por todo esto que creímos era  justo y merecido se le conociera con los apellidos de los que la construyeron y habitaron por más de medio siglo.

A partir de 1890, ocupaba parte de los ambientes de esta casa la Escuela Oficial Nº 1, dependiente de la Municipalidad Provincial de Lambayeque. Gracias a la paciente investigación realizada por la historiadora y abogada Piedad Pareja de Gatii, sabemos ahora que la casa “…perteneció a María del Carmen Pastor viuda de Ruiz hasta el año de 1893”. (Pareja de Gatti. 2009). Lo que no esta del todo claro es si María del Carmen era propietaria del inmueble desde cuando en este funcionaba la escuela regentada por la Municipalidad. De ser así, María del Carmen alquilaba parte del inmueble al municipio lambayecano.

En ese mismo año de 1893, María del Carmen vendió la casa “…a su hija Leonor Ruiz y a su hermana Rosario Pastor. Por testamento, Rosario Pastor dejó a Leonor Ruiz Pastor vda. de Niño sus acciones en la finca y ésta la vendió a favor de sus hijos Leonor, Ricardo y Virginia Niño Ruiz. Leonor Niño Ruiz compró las acciones de sus hermanos y a su vez vendió la finca, en el año de 1949, a Fotunata Siancas Bravo de Zapata casada con José Manuel Zapata Llontop” (Pareja de Gatii. 2009).

Esto en cuanto a los propietarios. Veamos pues ahora que instituciones, más que todo educativas, funcionaron o cumplieron sus labores, en calidad de arrendatarios y por espacio de más de cincuenta años, en los ambientes de este inmueble. A partir del 11 de abril de 1906, funcionó el Centro Escolar de Mujeres Nº 212, siendo su primera directora la señorita Petronila Laines. En 1944, este Centro cambió de denominación por el de Escuela de 2º Grado Nº 212. Desde 1945, funcionó, anexa a esta Escuela una Sección Industrial y Comercial a cargo de la directora y profesora señorita Leonor Niño Ruiz. En 1946, se separó el anexo de la Escuela para convertirse en Centro Industrial Nº 14. Desde 1952 hasta diciembre de 1997, albergó en su seno a la Escuela de Educación Primaria de Varones “Alejandro B. Valiente” Nº 227, después Escuela Primaria de Varones Nº 10105. Escuela conocida con el apelativo de “Cuevita”, en alusión a uno de sus más representativos directores el profesor Antonio Cueva Valiente. (Izquierdo. 2005).

Los fuertes aguaceros del verano de 1988, producto de la cíclica presencia del fenómeno de “El Niño”, catalogado del tipo de “muy fuerte” en nuestro litoral, afectaron considerablemente las estructuras de este viejo edificio ya, a esas alturas, desocupado y en estado muy precario.

A partir del 2002 se inician los trámites para su compra que se concluyen en el 2005. En el 2004 se aprueba el planteamiento de recuperación de la Casa Muga – Romero. En el 2007, se retoma el proyecto de la casa. Poco después se paraliza la obra por espacio de 14 meses. En ese lapso, el 28 de noviembre del 2008, el Director de Patrimonio Histórico Colonial y Republicano aprueba el anteproyecto de adecuación restauración y obra nueva de la casa. Es recién el 12 de mayo del 2009, en que el nuevo Director del Patrimonio Histórico Colonial Republicano aprueba el Planteamiento arquitectónico de recuperación de la Casa Muga (Pareja de Gatii. 2009).

 “La inversión en cultura no es un negocio” manifiesta Piedad Pareja de Gatti, que conjuntamente con su esposo Aldo Gatti Murriel fueron los que adquirieron la casa y apostaron por devolverle sus brillos idos.

Las penurias, los engorrosos trámites burocráticos, las marchas y contramarchas, la pérdida de capital son solo una muestra de lo que por espacio de largos siete años tuvieron que soportar, para hacer realidad su sueño de convertir la casa en un esplendido Hotel. Establecimiento cuyo nombre: “Ramada de Santa Lucía”, inmortalizará el que, en otros tiempos, tuvo la desaparecida capilla doctrinal o ramada sobre cuyo terreno se levanta.



Vista panoramica de la ramadas de Lambayeque, al fondo la Casa "Muga"



La Casa "Muga" (Foto, G. Luna. 1998)



La Casa "Muga" restaurada (Foto, G. Luna. 2012)

Bibliografía

Chirinos, Haydee y Zárate, Eduardo. Historia de la Construcción en Lambayeque. Periodos Prehispánico y Virreinal. Tesis para optar del grado de Maestro en Tecnología de la Construcción. Universidad Nacional de Ingeniería. Facultad de Ingeniería Civil. Sección de Postgrado. Lima – Perú 2011.

Denegrí Luna, Feliz. Obra Gubernativa y Epistolario de Bolívar. Colección Documental de la Independencia del Perú. Tomo XIV. Volumen 3º. Libro de Decretos 1824. Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú

Huertas Vallejos, Lorenzo. (Versión paleográfica y comentarios). Ecología e Historia. Probanza de indios y españoles referentes a las catastróficas lluvias de 1578, en los corregimientos de Trujillo y Saña. Francisco Alcocer, escribano receptor. CES SOLIDARIDAD, Chiclayo, 1987. 

Izquierdo Castañeda, Jorge. La Escuela de la Patria en Lambayeque. Informe histórico. Suplemento Dominical del Diario “La Industria” de Chiclayo. 2005.

Menéndez Rúa, Ángel. Boceto Histórico de la Iglesia de Lambayeque. Imprenta La Gaceta. Lambayeque. 1935.

Leguía Martínez, Germán. Historia de la Emancipación: El Protectorado. Tomo III. Publicación de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú. Lima – 1972.

Manuscritos

Libro de Registro. Pedro Pablo de Anteparas. 1838 – 1839. Archivo Regional de Lambayeque.

Libro de Registro. Pedro Pablo de Anteparas. 1848 – 1849. Archivo Regional de Lambayeque.

Libro de Registro. Juan Manuel Rivadeneira. 1928. Archivo Regional de Lambayeque.

Libro de Actas de la Ilustre Municipalidad de Lambayeque 1832 – 1838. Archivo Regional de Lambayeque.

Fotos

Castilla Izquierdo, Jorge Victor.

Luna Lorenzo, Guillermo.




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