El
pasado 24 de mayo del presente año, se conmemoró el Bicentenario de la gloriosa
Batalla de Pichincha (24/5/1822. 24/5/2022), histórica jornada, en la que un
nutrido contingente de jóvenes lambayecanos, enrolados en los batallones
“Trujillo” y “Piura” de la División del Norte del ejército patriota peruano (al
mando del coronel boliviano Andrés de Santa Cruz), tuvieron una destacada y
decisiva participación.
A
raíz de esta célebre acción de armas, desarrollada en las escabrosas y elevadas
cumbres del volcán Pichincha, a cuyos pies se yergue la ciudad de Quito, el
ejército independentista bajo el mando del General Venezolano Antonio José de
Sucre, selló la independencia de las regiones que integraron la Real Audiencia
de Quito durante los siglos coloniales y abrió el camino para formar primero
parte del Distrito del Sur de la Gran Colombia y, ocho años después, separarse
y constituir la República del Ecuador.
La
Municipalidad Provincial de Lambayeque, el Patronato de Cultura y Turismo, La
Mesa Redonda Panamericana de Lambayeque, el Comité Patriótico del Bicentenario
de la Independencia del Perú (Lambayeque), La Sociedad Bolivariana filial
Chiclayo y la Sociedad Patriótica Ñampagic de Lambayeque, emitieron, a través de
sus respectivas redes sociales, sendos saludos de felicitación a la hermana República
del Ecuador, al conmemorarse tan significativa fecha.
Pocos días después, el 27 de mayo, dizque en el marco de la conmemoración del Bicentenario de la Instalación del Primer Congreso Constituyente, un grupo de congresistas de la república arribaba a nuestra querida ciudad, con el objeto de develar una placa conmemorativa, tal vez donada e impuesta por ellos mismos , del Bicentenario de la instalación del Primer Congreso de la República; a la vez, y de paso, eran portadores de un “Diploma” mediante el cual el Congreso de la República reconocía la primacía del antiguo partido de San Pedro de Lambayeque, en la proclamación de la independencia política del opresor régimen peninsular en el norte del Perú.
Primer Congreso Constituyente del Perú (1822) Capilla de la Universidad San Marcos
El
partido de Lambayeque, pertenecía, por aquellas épocas, a la extensa jurisdicción de la intendencia
de Trujillo, que se componía de ocho partidos o provincias: Trujillo, Piura,
Chachapoyas, Chota, Cajamarca, Lambayeque, Huamachuco y Pataz o Cajamarquilla.
El partido de Lambayeque estuvo conformado, a su vez y en su momento, por las
actuales ciudades de Lambayeque, Chiclayo, Ferreñafe, San Pedro de Lloc, Chepén
y Pacasmayo.
La Estatua de la Libertad de Lambayeque
Merecido
y tantas veces esperado reconocimiento, del que los pobladores de la generosa y
benemérita ciudad de Lambayeque, entre los que se encuentra el que suscribe, se
enteraron a través de los medios de comunicación: redes sociales, prensa escrita
y la radio.
La
ceremonia en que se le otorgó el “Diploma”, comprobatorio del histórico hecho, se
realizó en la emblemática Plaza de Armas “27 de Diciembre”, de esta ciudad
prócer.
Acto
verificado cuando aún faltan, aproximadamente, 4 meses, para celebrar dicho
acontecimiento, ya que como es sabido el Primer Congreso Constituyente del Perú
se instaló el 20 de setiembre de 1822, en la capilla de la Universidad Mayor de
San Marcos, ubicada entonces en parte del terreno que corresponde actualmente
al Palacio Legislativo.
Tal
vez esa precaución, tomada con anticipación por las autoridades que rigen
actualmente los destinos de nuestra ciudad, esa notable falta de información al
respecto, y, por ende, la nula participación de la ciudadanía lambayecana, se
deba, sospechamos, a que de antemano se sabía que entre los portadores de tan
grata noticia y “Diploma”, que esperemos se encuentre respaldado por su respectivo Decreto Legislativo, se encontraban, qué lástima, dos congresistas, ambos considerados, por la “voz del
pueblo”, como personajes nefastos en el quehacer
político de nuestro, aún, secuestrado y maltratado País; se trataba de la alucinada e impresentable presidenta
del Congreso de la República María del Carmen Alva Prieto. poseedora de una afiebrada imaginación, y del congresista almirante (R) Jorge
Carlos Montoya Manrique, aquél que firmara el acta de sujeción al dictador Fujimori, en presencia del traidor Montesinos, y, actualmente, el principal protagonista de diversos y divertidos memes en el Perú.
Los lambayecanos debemos
recordar: que entre los miembros del Primer Congreso Constituyente convocado
por el general don José de San Martín, se encontraba el Dr. Mariano Quesada y
Valente, aquel coterráneo en cuya casa el “pueblo medio y bajo” del pueblo de
San Pedro de Lambayeque declaró su independencia política del opresor régimen
español, la madrugada del 31 de diciembre de 1820.
Nos
imaginamos cual hubiera sido la reacción de este hombre de “Huevos”, en
palabras del libertador San Martín en carta dirigida, en 1821, a Torre Tagle,
de haberse enterado de la presencia de estos innombrables “personajes” en la
Santa Tierra que lo vio nacer.
Es
más, otro de los connotados miembros de este Primer Congreso Constituyente lo
fue el político y magistrado Dr. Justo Modesto Figuerola
y Estrada, natural también de esta ciudad. Figuerola y
Estrada, ocupó la
presidencia provisoria del Perú en dos ocasiones, la primera que duró solo unos días, de 15 a 19 de marzo de
1843, y la segunda, en cuyo mandato se mantuvo solo dos meses, de 10 de agosto
a 7 de octubre de 1844.
Dr. Justo Modesto Figuerola y Estrada
Existen
dos versiones sobre un hecho ocurrido durante el efímero primer mandato de
Figuerola y estrada, nuestro ilustre paisano. La primera se la debemos a la
pluma del reputado escritor romántico, costumbrista, tradicionalista,
periodista y político peruano don Ricardo Palma, cuando en una de sus
Tradiciones Peruanas bajo el título de “Tirar la Bandera por la ventana”, cuenta
que una multitud rodeó la casa de Figuerola y Estrada, (situada en calle
Plateros de San Agustín, en Lima) y le exigió renunciar a favor del coronel
Manuel Ignacio de Vivanco. “Figuerola, que se hallaba ya acostado, siendo recién
las seis de la tarde, ordenó a su hija política que arrojara por el balcón la
banda presidencial, queriendo así demostrar su desprendimiento y a la vez para
que lo dejaran tranquilo; el gentío cogió alborozado la insignia y se lo llevó
a Vivanco”.
Según
algunos entendidos, una versión más confiable del mencionado hecho, sería la
del memorialista Santiago Távara Andrade, que recoge el mismo hecho, pero
variando en el sentido que fue un mensajero, en altas horas de la noche, quien
dando furiosos golpes en la puerta despertó a Figuerola para avisarle que en
Palacio había revolución; el anciano, enojado, no quiso levantarse de la cama y
ordenó a su hija que arrojara la banda por la ventana; no se menciona a ninguna
multitud en las afueras de su casa.
El
escritor tradicionalista y ensayista peruano Carlos Camino Calderón, en su obra
“El Daño”, también hace alusión a este episodio.
No
cabe duda, que el Dr. Justo Modesto Figuerola y Estrada, fue otro lambayecano
de “huevos”, esta vez, en palabras nuestras.
Repetimos,
como se habrán revolcado de frustración e impotencia, al no poder hacer absolutamente
nada al respecto, estos dos ilustres coterráneos nuestros, al “enterarse”, allá
en el mundo etéreo donde moran, de la ingrata presencia de estos repudiables
personajes, en la ubérrima y bendita tierra donde vieran la luz por vez
primera.
Sin
embargo, pese a todo, somos optimistas. Porque todavía conservamos la firme esperanza
de que, tal vez, con el tiempo nos convirtamos en dignos herederos de su memoria.
Ya que la brillante oportunidad de ser nosotros mismos, de erradicar nuestros seculares
complejos, nuestros miedos, nuestra pasiva e infortunada tolerancia, desgraciadamente, en esta ocasión, se nos fue de las manos otra vez. Qué lástima.
El
periodista lambayecano Alex Carpena Burga, en un artículo aparecido en el
Diario “La Industria” de Chiclayo, el 29 de mayo del año en curso, diría, al final y al cabo: “Lambayeque nuevamente ganó y esa es la noticia que nos debe
importar. Somos y seremos hijos de la ciudad “Cuna del Primer Grito Libertario
en el Norte del Perú”. Eso nadie jamás lo borrará”. En otras palabras: A lo
hecho, pecho. Y punto.
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