Cristo de la Agonía. Iglesia San Pedro de Lmbayeque (Memo Luna, 2014) |
La escenificación
emblemática de la crucifixión de Cristo en el Gólgota es, no cabe duda, el tema
principal de la iconografía cristiana, especialmente de la católica. A Cristo
se le infringió el sufrimiento que correspondía a los esclavos fugitivos o en
rebelión y a los malhechores, condena esencialmente romana pero de origen
persa. Este episodio de la vida de Cristo es el más estrictamente probado como
hecho histórico y es además el principal argumento de la redención de la
doctrina cristiana: la Sangre de Dios encarnado como hombre es derramada para
la redención de todos los pecados. Si, la sangre de éste Hombre-Dios que amo a los hombres hasta el extremo. Durante la Alta Edad Media se representa vivo y a partir de la Baja Edad media muerto.
Ahora bien, al interior
de la iglesia San Pedro de la ciudad de San Pedro de Lambayeque - declarada
Patrimonio Cultural de la Nación por Resolución Suprema N° 2900 en 1972 - existen cuatro tallas de fina madera
policromada de Cristo Crucificado, veamos: El Señor de la Exaltación, ubicado
en el primer tramo de la nave del Evangelio; El Señor de Ánimas, que se encuentra
en la nave de la Epístola; el Cristo Crucificado del Altar Mayor y el Señor de
la Agonía, colocado en el muro testero de la sacristía mayor.
Nuestra intención, en esta modesta entrega, es poner en conocimiento del caro lector lugareño, y del visitante nacional o extranjero, los aspectos descriptivos más
relevantes de estas cuatro logradas efigies dieciochescas (siglo XVIII)
lambayecanas. Queremos recalcar, que pese a nuestras limitaciones nos anima un
solo propósito: el de tratar de profundizar, de alguna manera, en el
conocimiento de una pequeña parte del nutrido patrimonio imaginero que posee
actualmente este hermoso templo de la fe católica en el Norte del Perú. Veamos:
El Señor de la Exaltación
Escultura
de madera policromada. Mide 1.73 m. de altura. Data de finales del siglo XVIII
o comienzos del XIX. Su autor es anónimo. Se ubica en la amplia hornacina del único
cuerpo del retablo neoclásico (realizado en 1901) que adopta el mismo nombre
del titular.
Es un Cristo
Muerto, Reclina la cabeza hacia la derecha y hacia delante.
Se fija a la cruz de madera, de tablero plano pintado de verde, con tres
clavos, cruzando el pie derecho sobre el izquierdo. Los brazos extendidos son
articulados, tal vez con el fin de realizar, con Él, el solemne acto, ya
desaparecido en ésta ciudad, de desenclavamiento y su
posterior descendimiento. Y como Cristo Yacente velarlo, desde el Viernes Santo, en la medianoche de la madrugada del Sábado Santo, al interior de la antigua ramada de San Pedro, hoy
Capilla San Francisco de Asís, hasta el Domingo de Resurrección.
Su frente
es despejada, surcada de regueros de sangre, y las cejas de trazos finos y rectos. Los ojos, de grandes
e inchados párpados, aparecen prácticamente cerrados. La nariz es recta y amplia, dotada
de aletas de correctas dimensiones. Los pómulos acusados y en la mejilla
derecha se puede observar la herida producida por el bastonazo que le dio un
guardián en casa del sumo sacerdote Anás. La boca, de pronunciado labio inferior,
aparece entreabierta pudiéndose apreciar los dientes inferiores y parte de la lengua.
La
cabellera se presenta repartida, desde el centro de la bóveda craneana, cayendo
un gran mechón elaborado a base de finos y movidos rizos, sobre el pectoral
derecho. En el lado opuesto el pelo se desliza hacia la zona escapular, dejando
libre el cuello y parte del pabellón auditivo del mismo lado. La barba,
apuntada y ligeramente bífida, está tratada con la misma técnica de la
cabellera.
Detalle del rostro, tórax y viente del Señor de la Exaltación |
El cuerpo
desnudo de anatomía ampulosa, con el vientre hundido y las costillas, debajo del tórax, bien marcadas. Muestra
las heridas y llagas causadas por el vía crucis y la crucifixión, la
sangre le mana abundante de la herida del costado derecho abierta. Tal y como
narra Juan: Pero cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le
quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con la
lanza, y al instante brotó sangre y agua...Esto ocurrió para que se cumpliera
la Escritura: No le quebrarán ni un hueso. Y también otro pasaje de la
escritura dice: Mirarán al que traspasaron. (Jn. 19,31-37).
En fin, un hombre torturado sin piedad. Solo se cubre con un paño de pudor de policromía blanca, sin ninguna ampulosidad, que rodea las caderas y se dobla o entrecruza, sin ningún tipo de nudo, al centro del pubis cubriéndole los órganos genitales. Sobre su testa porta corona y tres potencias, exentas, elaboras en metal dorado. Su estado de conservación es bueno.
En fin, un hombre torturado sin piedad. Solo se cubre con un paño de pudor de policromía blanca, sin ninguna ampulosidad, que rodea las caderas y se dobla o entrecruza, sin ningún tipo de nudo, al centro del pubis cubriéndole los órganos genitales. Sobre su testa porta corona y tres potencias, exentas, elaboras en metal dorado. Su estado de conservación es bueno.
En Señor de Ánimas
Esta
lograda efigie de mediados del siglo XVIII, se encuentra en la hornacina
central del primer cuerpo del retablo de Ánimas, ubicado en la nave de la
Epístola de la iglesia San Pedro de Lambayeque. Talla de madera policromada,
con ojos de vidrio. Mide 176 cm. de altura y su autor es desconocido.
Se trata
de una dramática representación de
Cristo vivo en la Cruz, en el momento de su expiración. En el momento de
lanzar aquel grito de angustia “Dios mío, Dios mío, ¿porque me has abandonado?”
(Mat. 27, 43). De canon esbelto y de acusada impronta barroca, Su interpretación anatómica ha sido cuidadosamente
modelada, a excepción de las manos y los pies. Esto de ninguna manera
contradice el que se convierta en una destacada obra de la imaginería virreinal
que se conserva en ésta Iglesia.
Jesús
pende sobre una Cruz con los brazos extendidos y sujetos a ella por dos clavos
que le traspasan las manos
abiertas con los dedos levemente flexionados. Tiene el pie derecho sobre el izquierdo
clavado también a la cruz, el abdomen algo hundido y el tórax hinchado como
consecuencia de exhalar su último suspiro. Presenta una policromía de tonos
claros, con laceraciones y tumoraciones verdosas en el pómulo y la mejilla
izquierda, los hombros, el tórax, la espalda, las rodillas y el pie derecho, lo
que lo hace algo cruento. Cabe resaltar el trazo de las venas perfectamente marcadas en los brazos.
La cabeza elevada ligeramente
hacia la izquierda. Ciñe su testa una corona, exenta, de soga con espinas de
madera entrelazadas. La frente aparece surcada de pequeños regueros de sangre producidos por la corona de espinas. El entrecejo fruncido y las
cejas de trazos finos y rectos. Los parpados profundos enmarcan unos ojos
entreabiertos, con la mirada fija en un lugar ignoto; imperceptibles pestañas pintadas en la madera; la nariz
recta y algo pronunciada, dotada de aletas de correctas dimensiones. Los
pómulos acusados. La boca entreabierta deja entrever la lengua y la parte
superior de los dientes. La barba corta y ligeramente bífida. En síntesis. el
rostro agónico y desencajado ha sido concebido con gran dramatismo.
La
cabellera le cae en dos grandes mechones sobre el pectoral derecho. En el lado
opuesto el pelo se desliza hacia la zona escapular, dejando libre el cuello, tensionado por la forzada posición de la
testa, y el pabellón auditivo del mismo lado. El sudario es del tipo
“cordífero”, anudándose sobre la cadera derecha, donde forma un lazo y deja al
descubierto la desnudez de dicho costado. La Cruz de madera es de formato rectangular, plana,
alisada y de color verde.
Su Estado
de conservación era malo. Presentaba huellas del ataque de xilófagos en la
frente, labio superior, brazo y tobillo izquierdo. La cruz presentaba también
huellas del ataque de insectos en la parte inferior del travesaño vertical. Por
todo esto reclamaba una urgente intervención que fue efectuada en 2014. En esa
oportunidad se restauró también el retablo que lo alberga, todo esto con
recursos proporcionaos por la Parroquia de Lambayeque.
Cristo Crucificado del Altar
Mayor
Se trata
de una escultura barroca realizada en fina madera y policromada. Por su
constitución anatómica parece ser más antigua que las demás representaciones de
Jesucristo en la Cruz que, como hemos visto anteriormente, se conservan al
interior de ésta iglesia lambayecana, tal vez date de las primeras décadas del siglo
XVIII. Tiene una altura de 1.40 m. Su estado de conservación es regular y su
autor anónimo. Se encuentra colocada en la hornacina central del Altar Mayor,
de estilo neoclásico, de la iglesia. Hasta la fecha desconocemos cual haya sido
su ubicación original ya que por sus dimensiones el lugar que hoy ocupa no le
correspondería.
La talla nos muestra a un Varón
de contextura delgada, desnudo, frontal, solo vestido con un paño de pureza
atado con una soga dorada al costado derecho, dejando al descubierto la desnudez de
dicho lado y parte de la cadera del costado izquierdo. La cabeza ligeramente
hacia adelante e inclinada hacia el hombro derecho, en una actitud de descanso y reposo, el rostro sereno. Los brazos ampliamente abiertos
(simbolizando el carácter universal de la Salvación) se encuentran sujetos a la
Cruz por dos clavos que le traspasan las manos abiertas con los dedos levemente
flexionados. Tiene el pie derecho sobre el izquierdo clavado también a la Cruz.
Porta sobre su testa una corona de espinas y aureola de tres potencias plateadas,
todas exentas y elaboradas en fina madera de cedro.
Es un Crucificado de
características particulares ya que presenta los brazos articulados y ésta clase
de imágenes se utilizaban para representar el Sermón del Descendimiento (lamentablemente
el mecanismo ha sido suplantado por rígidas platinas de metal sujetadas con
tornillos). Muestra una policromía de tonos claros salpicados por manchas
verdosas. El cuerpo presenta laceraciones y tumoraciones verdosas, la sangre le
mana abundante de la herida incisa del costado derecho, producto de la lanzada. Muestra la frente
espaciosa y despejada, surcada de gotas de sangre. Las cejas de trazos algo gruesos y ligeramente arqueadas. Los ojos, de pronunsiados párpados, aparecen prácticamente cerrados, y están dibujados y gubiados en la misma madera. La nariz recta, perfilada, dotada de aletas de correctas dimenciones. La boca aparece entreabierta. En fin, como lo hemos anotado al principio, la faz del Varón expresa una serena expresión.
La cabellera se presenta repartida, desde el centro de la bóveda craneana, cayendo un gran mechón sobre el pectoral derecho. En el lado opuesto el pelo se desliza hacia la zona escapular, dejando libre el cuello y el pabellón auditivo del mismo lado. La barba ligeramente bífida, está técnicamente mejor tratada que la cabellera.
La cabellera se presenta repartida, desde el centro de la bóveda craneana, cayendo un gran mechón sobre el pectoral derecho. En el lado opuesto el pelo se desliza hacia la zona escapular, dejando libre el cuello y el pabellón auditivo del mismo lado. La barba ligeramente bífida, está técnicamente mejor tratada que la cabellera.
La Cruz compuesta de
dos travesaños de madera, rectos, planos, alisados, encuadrados y de forma rectangular, está pintada de color verde. El brazo vertical o superior (Estipes) y el lateral (patilubum) de la Cruz, terminados en molduras. En el extremo superior del palo vertical una cartela plana, de fondo rojo, con extremos enrollados, con el título en letras doradas que dice: INRI (Iesús Nazarenus Rex Iudeorum).
Cristo de la Agonía
Ésta imagen constituye
uno de los doce “pasos” que componen, hoy por hoy, la tradicional procesión de Viernes Santo en
la ciudad de Lambayeque. En las primeras horas de la mañana de ese día un grupo
de miembros de la Hermandad del Santísimo Sacramento, vestidos simplemente de
civil, procede a desclavarlo de su Cruz, para luego, después de habérsele
colocado un paño de pureza confeccionado en terciopelo ricamente bordado,
colocarlo en la Cruz con la que desfila. Lo curioso del caso es que esta
escultura no posee los brazos articulados para realizar, si se deseara, el
simbólico acto de desclavamiento y descendimiento, por lo que la función se
reduce solamente a cargar la efigie y trasladarla por el atrio del lado Norte de la iglesia para colocarlo en su respectiva anda.
Escultura de 1.85 m. de altura, data finales del
siglo XVIII, y su autor desconocido. Se encuentra colocado en el muro testero de la sacristía mayor de la iglesia. Ésta realizada en fina madera de cedro
policromada y ojos de vidrio. Se trata de un Cristo vivo en la cruz en el
momento de la
expiración. Jesús eleva ligeramente la
cabeza hacia la derecha y dirige la mirada, ya carente de visión, al cielo,
clamando al Padre las últimas palabras: “Padre en tus manos pongo mi
espíritu”, y dicho esto
expiró, tal y como relata San Lucas (Lc 23,46).
La corona, de soga entrelazada con espinas de color verde, es superpuesta (exenta), y la abundante cabellera ha sido modelada a base de suaves rizos que caen sobre la espalda, dejando descubiertas ambas orejas. La barba redondeada recibe el mismo afán naturalista en su modelado. El semblante del Varón ofrece una expresión de angustia y abandono, con el entrecejo fruncido; los ojos, de vidrio, entreabiertos; las pestañas pintadas en la madera; el perfil hebraico; la nariz recta y perfilada está dotada de aletas de correctas dimensiones. Los pómulos acusados y los labios amoratados y abiertos, mostrando claramente los dientes superiores tallados.
El cuello aparece notablemente tensionado por la forzada posición de la testa. Los brazos colgantes del travesaño y las manos con las palmas extendidas con los dedos ligeramente flexionados. El paño de pureza, de policromía de color blanco, es de tipo cordífero y forma un nudo en la cadera derecha que se encuentra descubierta.
La corona, de soga entrelazada con espinas de color verde, es superpuesta (exenta), y la abundante cabellera ha sido modelada a base de suaves rizos que caen sobre la espalda, dejando descubiertas ambas orejas. La barba redondeada recibe el mismo afán naturalista en su modelado. El semblante del Varón ofrece una expresión de angustia y abandono, con el entrecejo fruncido; los ojos, de vidrio, entreabiertos; las pestañas pintadas en la madera; el perfil hebraico; la nariz recta y perfilada está dotada de aletas de correctas dimensiones. Los pómulos acusados y los labios amoratados y abiertos, mostrando claramente los dientes superiores tallados.
El cuello aparece notablemente tensionado por la forzada posición de la testa. Los brazos colgantes del travesaño y las manos con las palmas extendidas con los dedos ligeramente flexionados. El paño de pureza, de policromía de color blanco, es de tipo cordífero y forma un nudo en la cadera derecha que se encuentra descubierta.
La talla presenta una anatomía ampulosa en el
modelado de ambas piernas, es de carnaciones claras, con profusión, tal vez excesiva, de heridas
y regueros de sangre en su piel, destacando las de sus hombros,
abdomen, manos, rodillas, pies y del pómulo izquierdo. Se halla crucificado por
tres clavos, montado el pie derecho sobre el izquierdo. La Cruz compuesta de
dos travesaños de madera, rectos, planos, alisados y encuadrados, está pintada de color verde.
En su
libro “Boceto Histórico de la Iglesia de Lambayeque”, aparecido en 1935, el
fraile dominico Ángel Menéndez Rúa, autor del mismo, nos dice que la escultura
fue traída de Quito (Ecuador), por encargo del señor don José Silva Ruiz para el oratorio de la Tina o taller de
elaborar jabón y curtir pieles de San Judas Tadeo, del cual era propietario.
Arruinada completamente la Tina, como consecuencia de las torrenciales lluvias
e fatal inundación de marzo de 1871, el Santo Cristo pasó donado a la Iglesia. Debemos
agregar que la Tina del señor Silva se ubicaba en los terrenos donde hoy se
levanta el Centro Educativo “Sara Antonieta Bullón Lamadrid” de esta ciudad.
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Fotografia
Guillermo Luna Lorenzo.
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