Coronel Pascual Saco Oliveros (Courret Hermanos, 1867) |
Aproximadamente
en las dos últimas décadas del siglo XVIII, arribó al laborioso pueblo de San
Pedro de Lambayeque, a esas alturas capital del corregimiento de Saña, don José Saco Garioel,
en busca de mejores oportunidades.
Había nacido el 19 de marzo de 1730, en la ciudad de La
Valeta, capital de la pequeña isla de Malta, situada entre Sicilia y la costa
de África, en el mediterráneo. Hijo
Legitimo de don Jaime Saco y de doña
Ana María Garioel, ambos españoles e inmigrantes en dicha isla.
Don José Saco, conoció en Lambayeque a una joven y atractiva
dama de nombre Agustina Oliveros Espinosa, y el amor surgió de pronto. Después
de breve romance, decidieron unir sus corazones para siempre. La pareja contrajo
nupcias en 1782, en la iglesia parroquial de San Pedro de Lambayeque. Doña Agustina llevó al matrimonio por dote y caudal la suma de 200 pesos, en dinero usual y
corriente.
Doña
Agustina, era hija natural de don Antonio Oliveros y doña Juana Espinosa, tal y
como consta en su testamento otorgado el 7 de julio de 1812, en la villa Santiago de Miraflores de
Saña, donde para esa fecha moraba. Inédito documento que tuvimos la oportunidad
de exhumar en 2013, de entre la copiosa papelería que se conserva en los
anaqueles del Archivo Regional de Lambayeque (ARL). El instrumento fue
certificado, por falta de escribano “público y real”, por don José María de la
Torre y Sánchez, alcalde ordinario de españoles de la villa de Saña. Actuaron
como testigos: don Felix Ramos, don Ambrosio Morante, don José Bonilla, don
Pedro Córdova y don José Gallo. (ARL. PN. José Domingo Casanova. Causas Civiles 1812).
La
flamante pareja fijó su “morada” en la casa solariega situada en la antigua
cuadra del “Correo”, después "Correo viejo", hoy calle “Miguel Grau”, signada con el número 472. Casona
virreinal declarada Patrimonio Cultural de la Nación por Resolución Jefatural
Nº 1215, del 27 de diciembre de 1985.
Durante
su matrimonio procrearon dieciocho hijos legítimos de los cuales cinco murieron
en la menor edad, sobreviviendo: doña Josefa Petrona Isabel, que nació el 29 de
junio de 1790. El 25 de octubre de 1795, llegó al ejemplar hogar don Juan
Manuel Rafael, principal colaborador de la independencia de Lambayeque (27 de
diciembre de 1820), distinguido masón y subprefecto de la provincia de Lambayeque
(1827 – 1828). Casó con doña Rosa Fernández de Córdova, natural de la ciudad de
Trujillo, murió en la ciudad de Lima el 9 de noviembre de 1874, a la edad de 79
años. Manuel Esteban nació el 1 de enero de 1792. Juan de Mata José, vino al
mundo a finales de 1793. María Candelaria nació el 2 de febrero de 1794.
En
las primeras horas del 16 de mayo de 1795, un nuevo vástago exhalaba su primer
vagido en el dichoso hogar de los Saco Oliveros, a quien por nombre se puso
Juan Pascual; futuro prócer de la independencia de Lambayeque y benemérito
coronel del Ejército Peruano. Juan Pascual, fue bautizado el mismo día de su
nacimiento por el teniente de cura de la capilla doctrinal o ramada de Santa
Catalina, presbítero don José Rosas, consejero espiritual de la familia, en
presencia de su padre don José Saco Garioel y madrina doña Juana Sotomayor, tal
y como consta en la partida de bautismo que, muy maltratada por el tiempo, se
conserva en el Archivo Parroquial de Lambayeque. Veamos:
“Año del Señor de 1795, en 16 de mayo, yo, José Rojas Presbítero, cura
de la Doctrina de Santa Catalina de este pueblo de Lambayeque, bauticé, puse
óleo y crisma a Juan Pascual, nacido en el mismo día, hijo legítimo de Dn. José
Saco y Agustina Oliveros, españoles. Fue su madrina Dña. Juana Sotomayor a la
que advertí su parentesco espiritual, y para que conste lo firmo. José Rojas.
(Hay una rúbrica) (sic) (Menéndez
Rúa, 1935: 59).
Después
de Juan Pascual, vinieron al mundo: José del Carmen, teniente de infantería de
los “Ejércitos de la Patria”. Manuel Felipe, nacido el 26 de mayo de 1796. José
Joaquín, el 16 de agosto de 1797. Luís, el 26 de agosto de 1799. José Félix,
bautizado el 23 de noviembre de 1800, a los cuatro días de nacido. María Juana
Manuela, el 16 de julio de 1804. María Isabel Gregoria, nació el 12 de marzo de
1805, y el último Vicente Saco Oliveros, nacido en 1806 y bautizado el 15 de
abril de 1807, a la edad de un año.
Como
hemos podido observar, los Saco Oliveros se convirtieron, en su momento, en una
de las familias más numerosas del pueblo de Lambayeque, llegando a procrear
dieciocho vástagos, de los cuales sobrevivieron y llegaron a la mayoría de edad
solamente trece.
Debido
a su laboriosidad y honradez, don José Saco Garioel se convirtió, en poco tiempo, en un
acaudalado comerciante, […] ocupó distinguida posición social y
económica, integrando el cabildo y el alto comercio, desde fines del siglo
XVIII” (Zevallos Quiñones, T. 3, 1948: 84).
José
Saco, fue un hombre de avanzadas ideas liberales. El historiador Evaristo San
Cristóbal, en su obra: “Apéndice al Diccionario de Mendiburo”, anota:
[...] el maltés José Saco
Garioel, era un patriota; opuesto al régimen colonial español y en 1810,
conocida la efervescencia revolucionaria en América, reunió en su casa a
algunos vecinos de Lambayeque, con quienes fundó una logia patriótica.
Enterados de sus trabajos, las autoridades realistas de la localidad, lo
acusaron ante la Santa Inquisición, que lo consideró sujeto peligroso y
merecedor de castigo. Mientras se juzgaba su causa aconteció su muerte” (Izquierdo Castañeda, 2005: 5).
Lo
cierto es que José Saco, ya se encontraba denunciado ante el Tribunal del Santo
Oficio desde el año de 1804. Veamos lo que al respecto escribe el reputado
historiador Jorge Zevallos Quiñones:
“Ese año fue, sin duda, de grandes
escándalos para la apacible vida del pueblo de Lambayeque, pues se iniciaron
tres expedientes contra un gran número de personas conocidas en la sociedad
local, todas acusadas de Supersticiones, bajo cuyo nombre pensamos se encubren
procesos de prácticas de brujería o hechicería”.
El
maltés Saco figura, agrega el citado historiador, “con
expediente separado”, asimismo acusado
de “supersticioso (f. 72.v)" (Zevallos Quiñones, 1967: 4).
No compartimos con la opinión vertida por Zevallos Quiñones en su documentado artículo, específicamente en lo que atañe a las “prácticas”, en las que estarían comprometidas “24 personas” en Lambayeque y entre ellas “nueve curas presbíteros” y cuatro damas, como él mismo también anota. Se sabe de las malévolas intrigas, calumnias, difamaciones y soterradas persecuciones a que estuvieron sujetas, por la cloaca servil, las personas de pensamiento liberal y racionalista por aquellas épocas y no es raro sospechar que algunos de aquellos denunciados pertenecieran al grupo de vecinos que José Saco Garioel reunía en su casa solariega, a leer y discutir la nutrida “literatura prohibida”, portavoz de la transformación intelectual.
En
un artículo publicado el 30 de junio de 1921, en la revista “Mundial” de Lima,
bajo el título de “Pascual Saco Oliveros”, cuyo autor responde a las iniciales
de C.G.S, se puede leer lo siguiente:
“Es conocida tradición
lugareña que fue en la casa de su padre, el acaudalado comerciante maltés don
José Saco y Garioel – que a su honradez y laboriosidad unía el ser hombre de
avanzadas ideas liberales – donde se reunieron por primera vez, en 1810, los
entusiastas patriotas lambayecanos para formar el “club” sociedad secreta que
tuvo por finalidad la Independencia y Libertad del Perú” (Ibíd., 1921).
Bachmann,
por su lado, inserta en su Monografía una fotografía de la casa donde moraba la familia Saco, y en
la leyenda al pie de la foto la síndica como el lugar donde los jóvenes
patriotas lambayecanos se congregaban a complotar desde el año de 1812
(Ob. Cit., 1921: 20).
Casa de la Familia Saco-Oliveros en Lambayeque (Bachmann, 1921) |
Año
éste, de 1812, que también mencionan los colaboradores eficaces de la
independencia de Lambayeque, don José Ignacio Iturregui Aguilarte y don José
Leguía y Menéndez, como el del inicio de los trabajos preparatorios en pro de
la revolucionaria empresa por la libertad en el pueblo de Lambayeque. Tal y como se puede observar en el primer párrafo del informe que remitieran, el 6 de mayo de
1869 a la Municipalidad de Lambayeque, sobre los acontecimientos acaecidos en
esta ciudad con motivo de la declaración de su independencia del poder español
la memorable noche del 27 de diciembre de 1820. Veamos:
“Desde el año de 1812
empezó esta ciudad a propagar en esta provincia y fuera de ella, los principios
del contrato social, el entusiasmo por su independencia y el amor a la
libertad". (En:
Antología de la Independencia del Perú. CDIP, 1972: 373).
El coronel Manuel
C. Bonilla Castro, basándose, no cabe duda, en el aludido informe, anota: “En
1812 se principiaba en Lambayeque el movimiento liberatriz de 1820” (Bonilla Castro, 1921: 264).
Más
adelante agrega:
“Como resulta una
cuestión de suma importancia la afirmación de las conspiraciones en 1812, debe
recordarse: Ese año, en febrero, el 23, se insurreccionaron los caballeros del
León de Huánuco, el 26 los indios panatahuas invaden Huánuco, Huamalíes,
Conchudos y Cajatambo. En marzo, el 18, los insurgentes exaltados por el doctor
Marcos Martel, disputan el triunfo en Ambo. En los primeros días de abril,
Abancay, Paucartambo y diversos lugares de Cusco y Puno, se agitan y se produce
en las tropas españolas gran deserción de peruanos. El 13 de abril se delata
una conspiración en Lima y el 24 sucede lo mismo en Huamanga. Si se suma a
estos hechos la revolución de Zela en Tacna al mediar el año anterior y las
posteriores manifestaciones subversivas de 1813, culminadas en la insurrección
de Pumacahua en 1814, habrá de convenirse de haberse tratado en 1812 de un
movimiento general en el Perú, del cual no es presumible se hubieran eliminado
el vasto e importante territorio de la intendencia de Trujillo y su partido de Lambayeque” (Ibíd.).
Anciano
y achacoso, presintiendo el final de sus días, don José Saco pidió se le
administraran los santos sacramentos, éstos le fueron dados por el presbítero
don Justo Siancas. Poco tiempo después, el 23 de noviembre de 1808, redactó su testamento ante don Bartolomé
Dapelo, escribano público y de cabildo de Lambayeque, actuando como testigos el subteniente de milicias don Gabriel Velarde, don Manuel Montalvo y don José María Costa. Testamento que a su ruego firmó José María Costa.
En una de las cláusulas de dicho instrumento declaraba haber aportado al matrimonio la cantidad de 5,000 pesos. En otra de las clausulas, declaraba, en primer lugar, como su única albacea, tutora curadora, y tenedora de sus bienes, a su legítima esposa:
= Y para cumplir y pagar este mi testamento las mandas y legados en el contenidas elijo y nombró por mi Albasea testamentaria tenedora de mis vienes en primer lugar a la dicha mi legitima muger Doña Agustina Oliberos y en segundo a mi legitimo hijo Don Rafael Saco y por ausencia de este a mi legitimo hijo Don Manuel Saco y a cada uno en su lugar y tiempo doy el poder de Albaceasgo que por derecho se requiere con libre amplia y general administración y les porrogo el termino que nesesitaren a mas del prevenido en derecho y para aquellos casos y asuntos que no pueda la susodicha mi Esposa practicar por su sexo le doy Poder y facultad quanta por derecho se requiere para que a mi Voluntad y satisfaccion nombre Persona en clase de Albasea auxiliador para los dichos casos por ser asi mi Voluntad que dclaro para que conste = (sic)
Y cumplido y pagado este mi testamento y lo en el contenido deducidos los gastos de mi funeral y entierro los sitados Doscientos pesos del Dote de la referida mi legitima muger y la parte que esta tenga que hacer por rason de Vienes gananciales y los dichos Quinientos que dono para aumento de la Dote a las dichas mis tres legitimas hijas Doña petronila, Doña María Candelaria y Doña Juana Maria por rason de mejora de tercio y quinto en el remaniente que quedare de todos mis Vienes deudas derechos y acciones instituyo elijo y nombro por mis Unicos y Universales herederos a los dichos mis hijos legitimos Doña petronila, don Rafael, Don Manuel, Don Juan José, Don Pascual, Doña Maria Candelaria, Don Manuel felipe, Don Joaquin, Don Manuel del Carmen, Don Luis, Don José Felix, Don José Visente y Doña Juan Maria y a los demas hijos legitimos que tuvieremos y procrearemos durante dicho nuestro matrimonio para que lo hayan y hereden por iguales partes con la bendicion de Dios y la mia que asi és mi voluntad = (sic)
Y usando de las facultades que me permite el derecho nombro por tutores y curadores de las Personas y Vienes de los susodichos mis hijos legitimos menores de edad y a los que en adelante tuvieremos y procrearemos a la referida mi legitima muger Doña Agustina Oliveros relebandola como desde luego la relebo de toda fiansa por la satisfaccion que tengo de su Persona que asi és mi Voluntad y lo declaro para que conste = (sic) (ARL. Causas Civiles 1812. Protocolo Notarial Josef Domingo Casanova, f. 4, 4vta., 5, 5vta.).
En marzo de 1812, a la edad de 82 años, dejaba de existir don José Saco y
Garioel. Su cuerpo, amortajado con el hábito seráfico de San Francisco de Asís, fue velado
en la sala principal de su casa. Al siguiente día sus restos, acompañados de
“Cruz alta, cura y sacristán”, fueron sepultados, “de mayor”, en el cementerio de la iglesia parroquial San
Pedro de Lambayeque. Los gastos invertidos en su funeral ascendieron a la suma de 608 pesos y cuatro reales.
Cinco
meses después, el 7 de julio de 1812, doña Agustina, ya viuda, testó en la
villa de Saña. En el instrumento pidió que su cuerpo, amortajado también con el
hábito seráfico de San Francisco de Asís de un valor de 25 pesos, sea sepultado
en la iglesia matriz de aquella villa.
En
el instrumento de su última voluntad declaró como sus albaceas testamentarios a
sus tres mayores hijos: don Rafael, doña Petrona y doña María Candelaria.
También hacía constar que de los "bienes ganaciales" de su marido le
tocaron "dies y siete mil y más pesos". Era también su postrera
voluntad que de los quintos de sus bienes se entregaran a su señora madre, doña
Juana Espinoza, "cuatrocientos pesos en Dinero Usual y Corriente". De
sus bienes dejó mejoradas en 500 pesos a sus tres hijas mujeres: doña Petrona,
doña María Candelaria y doña Juana. Y, por último, declaraba: [...] que del remanente de mis Bienes se repartirán entre todos mis hijos equitativamente" (sic) ((ARL. PN. Josef Domingo Casanova. Causas Civiles 1812)
Continuara.
Continuara.
Esta informacion me ayudo en mucho enrealidad felicito al autor que escribio o investigo esta informacion
ResponderEliminarEXCELENTE RESEÑA CASI BIOGRAFICA DE DON JOSE SACO
ResponderEliminarEs una invalorable información que me servirá y estaba buscando para la redacción de una novela que vengo proyectando de la vida de mi abuelo chozno y libertador Don Pascual Saco Oliveros
ResponderEliminargracias
ResponderEliminarme parece muuuuuuy largo pero gracias
ResponderEliminarmmm me confundió un poco la fecha , en realidad cuando nacio? porque si busco en otras fuentes me sale que nació el 23 de octubre de 1796 :/
ResponderEliminarGRACIAS ESTUVO MUY BUENO LO VOY A COMPARTIR
ResponderEliminar:v
ResponderEliminarJosé Saco, fue un hombre de avanzadas ideas liberales. El historiador Evaristo San Cristóbal, en su obra: “Apéndice al Diccionario de Mendiburo”, anota:
ResponderEliminar[...] el maltés José Saco Garioel, era un patriota; opuesto al régimen colonial español y en 1810, conocida la efervescencia revolucionaria en América, reunió en su casa a algunos vecinos de Lambayeque, con quienes fundó una logia patriótica. Enterados de sus trabajos, las autoridades realistas de la localidad, lo acusaron ante la Santa Inquisición, que lo consideró sujeto peligroso y merecedor de castigo. Mientras se juzgaba su causa aconteció su muerte” (Izquierdo Castañeda, 2005: 5).
Lo cierto es que José Saco, ya se encontraba denunciado ante el Tribunal del Santo Oficio desde el año de 1804. Veamos lo que al respecto escribe el reputado historiador Jorge Zevallos Quiñones:
“Ese año fue, sin duda, de grandes escándalos para la apacible vida del pueblo de Lambayeque, pues se iniciaron tres expedientes contra un gran número de personas conocidas en la sociedad local, todas acusadas de Supersticiones, bajo cuyo nombre pensamos se encubren procesos de prácticas de brujería o hechicería”.
El maltés Saco figura, agrega el citado historiador, “con expediente separado”, asimismo acusado de “supersticioso (f. 72.v)" (Zevallos Quiñones, 1967: 4).
No compartimos con la opinión vertida por Zevallos Quiñones en su documentado artículo, específicamente en lo que atañe a las “prácticas”, en las que estarían comprometidas “24 personas” en Lambayeque y entre ellas “nueve curas presbíteros” y cuatro damas, como él mismo también anota. Se sabe de las malévolas intrigas, calumnias, difamaciones y soterradas persecuciones a que estuvieron sujetas, por la cloaca servil, las personas de pensamiento liberal y racionalista por aquellas épocas y no es raro sospechar que algunos de aquellos denunciados pertenecieran al grupo de vecinos que José Saco Garioel reunía en su casa solariega, a leer y discutir la nutrida “literatura prohibida”, portavoz de la transformación intelectual.
ResponderEliminarEn un artículo publicado el 30 de junio de 1921, en la revista »Mundial« de Lima, bajo el título de »Pascual Saco Oliveros«, cuyo autor responde a las iniciales de C. .
Casa de la Familia Saco-Oliveros en Lambayeque
Año éste, de 1812, que también mencionan los colaboradores eficaces de la independencia de Lambayeque, don José Ignacio Iturregui Aguilarte y don José Leguía y Menéndez, como el del inicio de los trabajos preparatorios en pro de la revolucionaria empresa por la libertad en el pueblo de Lambayeque. Tal y como se puede observar en el primer párrafo del informe que remitieran, el 6 de mayo de 1869 a la Municipalidad de Lambayeque, sobre los acontecimientos acaecidos en esta ciudad con motivo de la declaración de su independencia del poder español la memorable noche del 27 de diciembre de 1820. El coronel Manuel C. Si se suma a estos hechos la revolución de Zela en Tacna al mediar el año anterior y las posteriores manifestaciones subversivas de 1813, culminadas en la insurrección de Pumacahua en 1814, habrá de convenirse de haberse tratado en 1812 de un movimiento general en el Perú, del cual no es presumible se hubieran eliminado el vasto e importante territorio de la intendencia de Trujillo y su partido de Lambayeque« . » Anciano y achacoso, presintiendo el final de sus días, don José Saco pidió se le administraran los santos sacramentos, éstos le fueron dados por el presbítero don Justo Siancas.
Poco tiempo después, el 23 de noviembre de 1808, redactó su testamento ante don Bartolomé Dapelo, escribano público y de cabildo de Lambayeque, actuando como testigos el subteniente de milicias don Gabriel Velarde, don Manuel Montalvo y don José María Costa. Testamento que a su ruego firmó José María Costa.
= Y para cumplir y pagar este mi testamento las mandas y legados en el contenidas elijo y nombró por mi Albasea testamentaria tenedora de mis vienes en primer lugar a la dicha mi legitima muger Doña Agustina Oliberos y en segundo a mi legitimo hijo Don Rafael Saco y por ausencia de este a mi legitimo hijo Don Manuel Saco y a cada uno en su lugar y tiempo doy el poder de Albaceasgo que por derecho se requiere con libre amplia y general administración y les porrogo el termino que nesesitaren a mas del prevenido en derecho y para aquellos casos y asuntos que no pueda la susodicha mi Esposa practicar por su sexo le doy Poder y facultad quanta por derecho se requiere para que a mi Voluntad y satisfaccion nombre Persona en clase de Albasea auxiliador para los dichos casos por ser asi mi Voluntad que dclaro para que conste =
Y usando de las facultades que me permite el derecho nombro por tutores y curadores de las Personas y Vienes de los susodichos mis hijos legitimos menores de edad y a los que en adelante tuvieremos y procrearemos a la referida mi legitima muger Doña Agustina Oliveros relebandola como desde luego la relebo de toda fiansa por la satisfaccion que tengo de su Persona que asi és mi Voluntad y lo declaro para que conste = . En marzo de 1812, a la edad de 82 años, dejaba de existir don José Saco y Garioel. Al siguiente día sus restos, acompañados de »Cruz alta, cura y sacristán«, fueron sepultados, »de mayor«, en el cementerio de la iglesia parroquial San Pedro de Lambayeque. Cinco meses después, el 7 de julio de 1812, doña Agustina, ya viuda, testó en la villa de Saña.
Era también su postrera voluntad que de los quintos de sus bienes se entregaran a su señora madre, doña Juana Espinoza, »cuatrocientos pesos en Dinero Usual y Corriente«.
Xd
ResponderEliminarMis abuelos lambayecanos, vecinos de la cuadra 4 de la calle Grau, solían pasearme frente a la casa de Pascual Sacó camino al parque de la venus. Que ha sido de aquella hermosa residencia? Que fue del árbol de tamarindo? Quienes fueron los últimos moradores de ese recinto?
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