Iglesia San Pedro de Lambayeque (Memo Luna, 1989) |
Desde su total refacción iniciada, tal vez, en las primeras décadas de los noventa del siglo XVI, la
actual iglesia San Pedro de Lambayeque ha pasado por un lento proceso de
evolución arquitectónica hasta llegar al estilo que hoy muestra.
Las posteriores refacciones,
remodelaciones y reconstrucciones ejecutadas durante este dilatado espacio de
tiempo, que media desde esa temprana fecha hasta nuestros días, se han debido,
sobre todo, a los terribles e irreversibles daños que le causaran en sus nobles
estructuras los fenómenos naturales que azotaran esta región en pasados siglos.
Para el año de 1,600, el
pueblo de Lambayeque ya contaba con una iglesia tal vez totalmente
refaccionada. Para avalar esta afirmación contamos con los datos que nos
proporciona Zevallos Quiñones. Así tenemos que en el citado año el cacique
gobernador de Lambayeque don Gonzalo Quisquis, sufría arresto domiciliario y el
embargo preventivo de sus bienes como consecuencia de una serie de demandas
interpuestas por su tío el capitán don Diego de Azabache, pachaca principal de la parcialidad de Yencala, con
motivo de los seculares pleitos por el cacicazgo de Lambayeque.
Entre los bienes
incautados se encontraba las casas que poseía don Gonzalo y entre estas: “las
casas grandes principales y “altas” de la morada del Cacique, en la esquina de
la Plaza”. (1989: p. 70). Al pie de página, Zevallos Quiñones
trascribe brevemente sus linderos, veamos: “con la Iglesia Mayor calle en medio
y asimismo con el Tambo calle en medio”. (Ibíd.). El utilísimo párrafo nos habla de una iglesia
que para principios del siglo XVII, se encontraba en perfectas condiciones, y
decimos esto porque de no ser así el instrumento lo consignaría. La respetable
cantidad de antiguos manuscritos que hemos tenido la oportunidad de revisar nos
dan fe de ello.
Ahora ya no cabe duda que
las casas del cacique se encontraban situadas en los terrenos donde hoy se
levanta el grupo de viviendas de oficiales superiores de la VII División Ligera de
Infantería acantonada en esta ciudad, justamente a espaldas de la iglesia San
Pedro.
La cíclica presencia del
fenómeno de El Niño en nuestro litoral, esta vez del tipo “muy fuerte”, en los
veranos de 1617 y 1624, entre ambos las nefastas repercusiones del terremoto de
1619, que arruinara la ciudad de Trujillo, afectaron notoriamente las
estructuras de la iglesia, y estos fueron, suponemos, los principales motivos
para iniciar los trabajos de su reconstrucción en pleno.
Los historiadores Juan
Castañeda Murga, María del Carmen Espinosa Córdova y Eduardo Pimentel Carranza
O. P., sostienen que en 1621, dos años después del fatídico terremoto de 1619,
se inició la reconstrucción del templo. “En 1621, - anotan los citados
historiadores – Alonso Carrillo, maestro albañil se concertó con el párroco, y
este le pidió una fianza para la realización de las obras. Carrillo se dirigió
a Trujillo y acudió a Francisco de Guzmán, mercader que lo afianzó con mil
pesos de a ocho reales, que él se comprometió a devolver al término de la
obra”. (2015: p.137).
Lamentablemente no se
tiene noticia documentada de los trabajos que Carrillo realizó en la iglesia.
Castañeda, Espinoza y Pimentel nos dicen que tal vez “salvaron los muros
laterales del templo”, ya que una de sus
portadas laterales presenta “un sencillo estilo renacentista”. La portada, no cabe duda, es la que mira a la
plaza de armas “27 de Diciembre” de esta ciudad, aquella a la que se le
denomina “Puerta del Perdón”.
Gracias a los inéditos
datos que tuvo la gentileza de remitirnos, a finales del 2013, el arqueólogo e
historiador trujillano Juan Castañeda Murga, sabemos ahora que la iglesia “se
hallaba arruinada en 1634”, tal vez como consecuencia del terrible Niño del
verano de 1624, y los copiosos aguaceros de febrero y marzo de ese mismo año de
1634.
Castañeda, Espinoza y
Pimentel, manifiestan que en el citado año el capitán de milicias don Miguel de
Garay asumió el cargo de mayordomo de fábrica de la iglesia. Algunas décadas
después, en 1683, un descendiente suyo manifestaba que dejando de lado sus
propias obligaciones don Miguel de Garay se había dedicado tenazmente a reunir
los fondos con el objeto, tal vez, de iniciar la construcción de una nueva
fábrica, dado el mal estado en que se encontraba la iglesia. En ese mismo año
de 1683, el descendiente acotaba: […] se
admira al presente el templo más honorífico y de mayor suntuosidad que ay en
este reyno” (sic).
Sin embargo cinco años
después en 1688, según los datos proporcionados por Castañeda Murga, el
mayordomo se quejaba de no haber “alarifes” debidamente capacitados para “acometer semejante obra”, o sea continuar
con la “fábrica” de la iglesia, pese a que desde hacía muchos años atrás se
habían despachado las respectivas provisiones para su ejecución.
Hace algunos años atrás,
el profesor universitario Víctor Iturregui Balarezo tuvo la gentileza de
proporcionarnos la trascripción paleográfica de una curiosa “Provisión” que
data de 1705, exhumada de un viejo expedientillo que se conservaba entre la
copiosa papelería que se custodiaba en el viejo archivo del escribano don Carlos
Rivadeneira en Lambayeque.
En el instrumento se
ordenaba que inmediatamente se despachase “Provisión” ante el clamoroso pedido
de don Francisco Antonio Infuc, que a la letra manifestaba: “Que ha más tiempo de veinte años”, el
suplicante y toda su familia “que se
compone de hijos, y mujer, y demás parientes” se encontraban padeciendo “repetidos daños y agravios” que les
ocasionaba el cacique de Lambayeque, don Bernardino Temoche Farrochumbi, “con el pretexto de la fábrica de la
Iglesia”, y que dichas molestias no debían continuar “por cuanto está ya acabada dicha Iglesia”.
Si realizamos una simple
operación aritmética y restamos, solamente, los veinte años en que Infuc
manifiesta comenzaron los abusos del citado cacique con relación a la “fabrica”
de la iglesia, el resultado sería que para el año de 1685, la iglesia ya se
encontraba culminada. Dato que corrobora, de alguna manera, lo manifestado por
el descendiente de don Miguel de Garay.
Carlos J. Bachmann,
manifiesta:
“Según tradiciones se concluyó esta Iglesia en 1691, pero quedando sin terminar la torre norte”. (1921, p. ).
Ricardo A. Miranda Romero amparándose, no cabe duda, en Bachmann, escribe:
“Según tradiciones se concluyó esta Iglesia en 1691, pero quedando sin terminar la torre norte”. (1921, p. ).
Ricardo A. Miranda Romero amparándose, no cabe duda, en Bachmann, escribe:
[…] se terminó de construir esta iglesia en
1691, según tradiciones, pero quedó sin terminar una de sus torres” (1927: p. s/n.).
El fraile dominico Menéndez
Rúa, nos dice que la obra de la iglesia se culminó probablemente: “en la
primera mitad del siglo XVII” (1935: p. 49). Seguidamente hace
mención a esa antigua tradición oral lambayecana, que como hemos visto
anteriormente recogiera también, en su oportunidad Bachmann, que decía que el
templo lambayecano se concluyó en 1691, o sea en las postrimerías del siglo
XVII, “pero quedando sin terminar la torre norte”, dato que le fuera
suministrado al fraile dominico por el Sr. Francisco Burgos, natural de
Lambayeque.
Sabemos también ahora que
el templo “se hallaba casi terminado”
en 1693. Castañeda Murga nos informa que en ese mismo año los principales
pachacas de Lambayeque “piden al Superior
Gobierno 3,000 pesos, que eran parte de la masa de 30,000 pesos de la condena
al corregidor don Bernardino de Perales”. Aquí surge una interrogante:
¿serviría, tal vez, ese dinero para terminar de construir la torre del lado
norte del templo?, la verdad, no lo sabemos. Pero de lo que estamos seguros,
dadas las circunstancias, es que esta petición no fue atendida.
Sin embargo los
pobladores de Lambayeque siguieron aportando, unos más y otros menos, con
pretextos válidos o no muy legales, a la “fábrica” de su iglesia parroquial,
entendiéndose como ésta también a la construcción de altares, adquisición de
imágenes y ornamentos, refacciones al interior y exterior del templo, etc.,
etc.
Hemos ubicado de entre la
copiosa papelería que se custodia en el Archivo Regional de Lambayeque (ARL),
el inédito testamento del acaudalado capitán don Juan de Saavedra Cavero,
morador del pueblo de Lambayeque y dueño de la hacienda y tina de Sancarranco.
En el citado instrumento,
otorgado ante el escribano de cabildo capitán don Tomás de Rivera el 25 de
diciembre de 1700, Juan de Saavedra, que dejó de existir tres años después el
21 de junio de 1703, pide que su cuerpo sea sepultado […] en la Iglesia Parroquial de este dicho Pueblo en el Primer Arco de
nuestra Señora de la Soledad” (ARL. Causas Civiles. Antonio de Rivera, 1703). En la siguiente
cláusula manda de limosna para la fábrica de la iglesia “setenta pesos de a ocho reales”. (Ibíd.).
El dato corrobora lo que
se ha venido sosteniendo en cuanto a la fecha de culminación de las principales
estructuras de la actual iglesia de Lambayeque, datándola entre las dos últimas décadas del siglo XVII, pero sin llegarse a concluir la torre del
lado norte, de ahí que se le considere como “casi
terminada” en 1693.
Poco tiempo después de
haber dictado su testamento don Juan de Saavedra y Cabero, un fenómeno de "El
Niño", catalogado de “muy fuerte” por los especialistas, se presentó en los
meses de febrero y marzo de 1701, causando ruina y desolación. Entre los
edificios afectados se encontraba, sin duda, la iglesia parroquial.
Meses después, el 18 de
septiembre de ese mismo año, don Miguel Bermejo de Soto Mendoza, morador del
pueblo de Lambayeque, en carta otorgada ante el escribano Tomás de Rivera
entregaba mil pesos, de una deuda contraída de tres mil pesos: “para la fábrica de la Iglesia Parroquial de
este Pueblo” (Menéndez Rúa, 1935: p. 54). En este caso para la refacción del templo
dañado a raíz de las torrenciales lluvias y consecuente inundación de su
temperamental río en el verano de 1701.
Los fenómenos de "El Niño"
de intensidad muy fuerte de los veranos de 1720, 1728 y 1791, también afectaron
considerablemente el templo. A todo esto agreguémosle
el “fortísimo temblor” de julio de 1802; el fenómeno de “El Niño” de 1828; el
terremoto, de 29 segundos de duración, del 30 de marzo de ese mismo año, y los
fenómenos de “El Niño”, catalogados de muy fuertes, de los veranos de 1871 y
1878.
Todos estos lamentables
hechos nos dicen del porque en muchos de estos casos se tuvo que intervenir,
tanto al interior como al exterior del templo, con el objeto de resarcir los
males causados por los fenómenos naturales, y con esto la lamentable pérdida de
mucha evidencia histórica. De ahí la importancia de los descubrimientos y
redescubrimientos efectuados durante los últimos tiempos al interior de este
templo.
En primer plano la puerta"Del Perdón", al fondo la torre del lado Norte de la iglesia ( Galvez Peréz, 2016) |
Ahora bien, si observamos
detenidamente las torres de la iglesia veremos que son asimétricas, decimos
esto porque no guardan proporción entre sí. Esto obedece a que la construcción de la torre
del lado norte se inició en las primeras cuatro décadas del siglo pasado,
estando a cargo de la obra el arquitecto chiclayano Víctor Mora Flores,
teniendo como maestro albañil al Sr. Guillermo Niño Vite, natural de
Lambayeque. La inauguración de la flamante torre se efectuó el 11 de septiembre
de 1948, con ocasión de celebrarse las Bodas de Plata (25 años) de la llegada de
los misioneros dominicos a esta ciudad.
Por este motivo se
celebró una misa oficiada por el Arzobispo de la Diócesis de Trujillo Monseñor
Aurelio Guerrero con la participación del párroco Fr. Miguel Matamala O. P. y
Fr. Wenceslao Fernández O. P. A este solemne acto asistieron los padres
lazaristas y franciscanos de Chiclayo, los párrocos de Chiclayo, Motupe,
Monsefú, Pimentel, Jayanca y Ferreñafe. Luego del oficio religioso, el
Arzobispo en compañía del párroco de la iglesia procedió a la bendición de la
flamante obra, actuando como padrinos: el Señor Marcial Pastor y la Señora
Luisa Larco de Nova. Queremos agregar: que la gallarda, arrogante y vieja torre
del lado sur tiene una altura de aproximadamente 40 metros.
Un año antes, en 1947, se
había colocado la extraordinaria escultura del Apóstol San Pedro, Patrono de la
iglesia y de la ciudad. Obra del reconocido escultor Chiclayano Miguel Baca Rossi, natural del distrito de Pimentel (Chiclayo). La imprecionante talla tiene una altura de aproximadamente cuatro
metros.
Puerta de la Esperanza, al fondo, a la izquierda, la torre del lado Sur de la iglesia (Ze Carlos Dávila, 2016) |
Bibliografía
consultada
BACHMANN, Carlos J. Departamento de Lambayeque. Monografía
Histórico – Geográfica. Imprenta Torres Aguirre, Lima, 1921.
CASTAÑEDA MURGA, Juan. ESPINOZA CÓRDOVA, María del
Piar. PIMENTEL CARRANZA. Templos
virreinales de los valles de Lambayeque. Fondo Editorial. Universidad San
Martin de Porres. Lima – 2015.
MENÉNDEZ RÚA, Ángel. Boceto Histórico de la Iglesia de Lambayeque.
Imprenta La Gaceta. Lambayeque - 1935.
MIRANDA ROMERO, Ricardo. Monografía General del Departamento de Lambayeque.
Talleres Tipográficos "El Tiempo", Chiclayo – 1927.
ZEVALLOS QUIÑONES, Jorge. Los Cacicazgos de Lambayeque. Concytec. Trujillo - 1989.
Documentos
Archivo
Regional de Lambayeque
Causas Civiles 1703. Protocolo
Notarial: Tomás de Rivera Testamento del Capitán Juan de Saavedra.
Fotografía
Guillermo Luna Lorenzo
Arquitecto: José María Gálvez Pérez
Ze Carlos Dávila
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